En grueso tomo de casi 400 páginas, el estudioso trujillano José Daniel Hidalgo Gamarra no pudo encontrar mejor título que 1932 Los excluidos combaten por la libertad en que narra, con vibrante emoción y robusto compendio de citas y fuentes poco conocidas u olvidadas acerca del levantamiento popular, de abajo a arriba, que protagonizó el aprismo liberteño en aquel año de la barbarie. Su esfuerzo reta a debate, enriquece la polémica, con filudo verbo denuncia omisiones y revela circunstancias que merecen rigurosa exégesis.
El prólogo de Elmer Robles Ortiz, alejado de vacilaciones tiene un párrafo potente y cuestionador:
“De allí que el comentario de Jorge Basadre –cuyas fuentes son casi siempre las contrarias a los revolucionarios- carece de todo asidero cuando dice: “Ni Agustín Haya de la Torre ni sus colaboradores adoptaron medidas que abrieran caminos hacia la revolución social. No se entregaron tierras a los campesinos, las fábricas a los obreros o los ingenios a los trabajadores de las haciendas industrializadas. Tampoco proclamaron la abolición de la propiedad privada o el desconocimiento de la deuda pública; ni organizaron consejos de obreros, campesinos o soldados”
Responde Robles con agudeza:
“El autor de la cita, desaguisadamente, enrostra a los revolucionarios no haber ejecutado un plan ajeno a su ideario, un plan que nunca lo propusieron, pues se trata de unas medidas más típicas del bolchevismo que de la democracia social que abrazaban los combatientes trujillanos”.
Hidalgo, como proa de su entrega fraternal y estudiosa, ha tenido mucho éxito en su primer capítulo referido a la ciudad de Trujillo, Génesis de una lucha heroica. Discurre por facetas todas de una misma sinfonía: La muralla, la entraña insurgente, Trujillo patriota, Reclamos por el cambio, Mensaje de nuestros ancestros, El exterminio las primeras haciendas, Los obreros amenazan, el poder de la caña de azúcar y nos adentra por la vía de su relato hacia la figura patricia, señera, docente y revolucionaria de Antenor Orrego.
El libro que comentamos rescata del olvido en su imagen de precursor y adelantado al periodista Orrego y hace mención de obreros, el más ilustre Julio Reynaga, que sellaron lo que a posteriori y ya en forma de institución política fue el Partido Aprista.
El alzamiento popular del 7 de julio de 1932 en cuyo liderato figuró, lampo fugaz y heroico, Manuel Búfalo Barreto Risco, fue un bautizo de sangre y rebelión. Hidalgo compulsa fuentes y narra pasajes que ilustran cómo el hombre de abajo, Remigio Esquivel, Montoya, Fidel León, Alfredo Tello, Víctor Peláez y entre las damas la más representativa María Luisa Obregón que al lado de Agripina Mimbela y fusil en mano y a grito pelado, hicieron de la rebeldía sedienta de justicia social, páginas de heroísmo, de abajo a arriba, con ribetes hasta hoy inigualados desde entonces.
Víctor Raúl Haya de la Torre estaba preso en el Panóptico de Lima. Buena parte de los líderes apristas en el exilio o abaleados a sangre fría, los tenebrosos días de 1932, el año de la barbarie, reconocen el fusilamiento de los 8 marineros, la represión masiva en todo el país y los vientos de fronda que precedieron al 7 de julio. José Daniel Hidalgo aporta detalles, fundamenta su posición, esclarece hechos y puntualiza algo que debiera merecer una enérgica llamada de atención a los historiadores cosméticos del Perú: con la salvedad de los apristas ¡nadie se ha preocupado en esclarecer lo que fue la matanza en la cárcel de Trujillo cuando los revolucionarios ya no estaban en el comando de la ciudad! El odio cainita, la mentira institucional, el enajenamiento mental que maquinó la oligarquía dividió al país por décadas y puso de manifiesto cuan bajo pueden llegar las pasiones humanas cuando se trata de despreciar a los excluidos, a los de abajo, a los del pueblo, si se trata de “enarbolar” los “sagrados pendones” del color de la piel, el dinero en la faltriquera y la insolencia de pretender pasar por superiores e inteligentes.
1932 Los excluidos combaten por la libertad de José Daniel Hidalgo, no es un libro cualquiera: sus páginas llaman a la lectura por doquier, en microbuses, en oficinas, en antesalas de espera. Sus textos enhebran no sólo el recuerdo de los de abajo sino que hacen reflexionar sobre las profundas e irresueltas fracturas que posee el alma social del Perú.
Los más jóvenes debieran conocer que el primer bombardeo que de una ciudad peruana hicieron aviones de guerra se produjo en julio de 1932 ¡en Trujillo y contra peruanos combatientes por la justicia social! A quienes la miopía ciega, buena es la vitamina vigorosa que Hidalgo aporta en su trabajo. Hoy que está de moda la prestidigitación de la palabra para adornar y hacer cosméticos los cambios en la epidermis que no en el fondo, es mandatoria la lectura de este libro que habla de los excluidos de ayer, que son, desafortundante, los excluidos de siempre.
Esta es una nota breve, no puede ser de otro modo. La riqueza informativa y de estudio histórico es de José Daniel Hidalgo Gamarra. Nadie, y menos el autor, puede solicitar aquiescencia boba a cuanto dice, no obstante sí es menester lanzar el reto de la lectura y el estudio de cómo refutar, ratificar o proseguir cuanto ha pergeñado el autor en homenaje a esos valerosos hombres y mujeres de años incenescentes.
Escribe en la contraportada el profesor Leoncio Paredes Santolalla:
“Daniel Hidalgo como estudioso de temas sociales, ha comprendido que la marcha histórica tiene una honda relacion entre individuo anónimo con los grandes motivadores. En este proceso dialéctico, después de la heroica revolución de julio de 1932, viene tejiéndose en el Perú una nueva realidad social.”
Amén.
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