por Guillermo Olivera Díaz; godgod_1@hotmail.com
7-2-2012
Apenas elegido Ollanta Humala el 5-6-2011, el entonces cazurro Presidente Alan García gestó una reunión palaciega, en la que se trató el oculto e ilícito propósito alanista de indultar a Fujimori a cualquier precio. Estuvo presente en ella con el famoso, por negativo, Omar Chehade, devenido hoy en cofre de secretos que reditúan.
Recordarán que apenas terminado el presuroso encuentro, Chehade espetó ante la prensa que sería una infidencia revelar lo tratado entre Alan y Ollanta. Demostró que sabía mucho, como testigo ex propria sensivus, pero que podía decir poco o nada. De semejante modo entienden estos mandatarios el encargo de su mandante, el pueblo; actúan a escondidas. No les importó a los tres, la inexistencia del pedido formal de indulto, que no haya un expediente tramitado por la Comisión de Gracias Presidenciales, ni que la Junta Médica Penitenciaria haya dicho esta boca es mía sobre el presunto cáncer de Fujimori o que las leyes nacionales y el derecho y justicia internacionales lo prohíban. Nada de eso les importó; por eso tal encuentro palaciego puede tildarse de delictivo. Se reunieron para buscar el camino de la infracción legal y que el pueblo no intuya el vil engaño.
Ahora sabemos por versión de Alan que propuso a Ollanta indultar a Fujimori, juntos. Uno solo, no; los dos, sí, como si la juntura cohonestara lo ilícito. El enmudecido actual Presidente nunca se negó; al contrario, cavilante, ofreció tratar el tema en una nueva ocasión, que venturosamente no se llevó a cabo. Hoy conocemos también que a Ollanta, como a Chehade, no le resienten las propuestas ilícitas al oído. Si las anidan y callan, queda poco para desarrollarlas sin compartir riesgos y beneficios.
Cualquier indulto no se concede, ni debate De Oficio, a iniciativa del Presidente de la República; no es un secreto de Estado que guarden celosamente un presidente saliente y otro entrante, que se reúnen con sospechosa antelación a tratarlo sin que haya un trámite documentado iniciado por los interesados ante la Comisión de Gracias Presidenciales del Ministerio de Justicia. ¡Los presidentes no fungen de mesa de partes de indultos!
En el caso que nos ocupa, no hay acta de lo tratado pero sí el hecho, que acaba de reconocerlo Alan; Ollanta y Chehade se habían sumido en el silencio. También hay una norma jurídica enigmática, sin nombre propio. Es el Decreto Supremo N° 001-2010-JUS, del 21-1-2010, que aprueban y firman el Presidente Alan García Pérez y el Ministro Aurelio Pastor Valdivieso, que suprimió el procedimiento administrativo para el otorgamiento del indulto. ¡Tan temprano como enero del año 2010!
Todo parece indicar que Ollanta Humala en esta reunión del mes de junio del 2011 había caído en una invisible trampa filmada de varias ojivas, cuyos delebles linderos denunciamos con este texto:
“a) no levantar olas si el Presidente saliente otorgaba tal indulto a días vista;
b) que Ollanta lo conceda apenas llegado al dislocado gobierno con prioridad A-1 antes negada;
c) que preste su aquiescencia sepulcral desde ya a despecho de circunstantes y audios palaciegos; y,
d) que no sepa, huela o atisbe qué dinero venido de Tokio ronda en el aquelarre, cuya mágica cifra se rumorea en diez millones de dólares”.
La propia Ministro de Justicia, Rosario Fernández, había confesado que no existía un trámite de indulto del penado Alberto Fujimori y que tampoco podría haber para que se perdonen las penas que no constan en sentencia firme o de última instancia, ya que varios procesos contra él aún no habían concluido.
Dos gobernantes no pueden ni deben parar mientes anticipadas acerca del “indulto” a un procesado, cuya situación jurídica no la ha establecido el Poder Judicial. Tampoco a un condenado por crímenes de lesa humanidad cuyo indulto está prohibido por leyes nacionales y por la justicia y derecho internacionales.
¡Infidencia por dónde!.- Omar Chehade, entonces vicepresidente electo, hoy renunciado por sinuoso, dijo con impropiedad que sería infidencia revelar lo tratado acerca del indulto a Fujimori. Le enrostramos sin sordina que el país es el mandante y los presidentes los mandatarios que dependen del primero. Cuidarle las espaldas a Alan García no es a riesgo de responsabilidad por infidencia, sino por otra larvada motivación.
Cuando peroran dos presidentes sobre el indulto a un condenado a medias, sin petición formal de indulto del interesado, sin expediente administrativo a la vista, sin acta de lo que tratan y sin revelar lo tratado lo hacen sin transparencia, con reprochable deshonestidad de contenido penal y le están sacando la vuelta a su mandante.
Ojalá que el Presidente Humala no espere que otros aspectos de lo tratado sean revelados por Alan o tal vez por el circunstante Chehade. Está a tiempo de informar al país el exacto contenido de la propuesta ilícita de Alan García. ¿Por qué motivos calla, mientras el otro sí abre la boca o envía mensajes envenenados?
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