Reproducimos con retraso la traducción de la declaración de Jerusalén escrita por los principales representantes de las Iglesias Cristianas del Medio Oriente, hoy justamente tras la llegada del Papa Benedicto XVI a los Estados Unidos.
«Benditos sean los que construyen la paz porque serán llamados hijos de Dios».
Mateo (5:9)
El sionismo cristiano es un movimiento político teológico moderno que adopta las posiciones ideológicas más extremas del sionismo en detrimento del establecimiento de una paz justa entre Palestina e Israel. El programa cristiano sionista ofrece una visión del mundo en la que el Evangelio se identifica con la ideología del imperio, del colonialismo y del militarismo. En su forma más extrema insiste en acontecimientos apocalípticos que conllevan al fin de la historia más que a la vivencia actual del amor hacia Cristo y la justicia.
Rechazamos categóricamente las doctrinas cristianas sionistas como enseñanzas falsas que corrompen el mensaje bíblico de paz, justicia y reconciliación.
Rechazamos, además, la alianza contemporánea entre dirigentes cristianos sionistas y organizaciones cuyos elementos dentro de los gobiernos de Israel y Estados Unidos imponen actualmente sus proyectos de fronteras trazadas con fines preventivos y unilaterales y de dominación sobre Palestina. Ello conduce inevitablemente a ciclos interminables de violencia en detrimento de la seguridad de los pueblos del Medio Oriente y del resto del mundo.
Rechazamos las enseñanzas del sionismo cristiano que facilita y apoya dichas políticas al tiempo que predican la exclusividad racial y la guerra perpetua en lugar del evangelio del amor universal, de la redención y de la reconciliación que predicara Jesucristo. En vez de condenar el mundo al Armagedón, exhortamos a todos a liberarse de las ideologías del militarismo y de la ocupación, ¡a trabajar por la salvación de las naciones!
Llamamos a todos los cristianos de todas las Iglesias, en todos los continentes a rezar por los pueblos palestino y israelí, que sufren ambos como víctimas de la ocupación y el militarismo. Las acciones discriminatorias convierten Palestina en una serie de ghettos empobrecidos rodeados de colonias exclusivamente israelíes. El establecimiento de las colonias ilegales y la construcción del muro de separación en tierras palestinas confiscadas reducen la viabilidad de un Estado palestino, al igual que las posibilidades de paz y la seguridad de toda la región.
Llamamos a todas las Iglesias que guardan silencio a romper su mutismo y a hablar de reconciliación con justicia en Tierra Santa.
Por consiguiente, nos comprometemos a seguir los siguientes principios como vía alternativa:
Afirmamos que todas las personas han sido creadas por Dios a su imagen y semejanza. Y tienen a su vez el deber de honrar la dignidad de todo ser humano y de respetar sus derechos inalienables.
Afirmamos que israelíes y palestinos pueden vivir juntos en un clima de paz, de justicia y de seguridad.
Afirmamos que los palestinos son un solo pueblo, musulmán y cristiano a la vez. Rechazamos todo intento de subvertir y fragmentar su unidad.
Llamamos a todas las personas del mundo a rechazar la estrecha visión del sionismo cristiano y de otras ideologías que privilegian a un pueblo en detrimento de los demás.
Nos comprometemos con la resistencia no violenta como medio más eficaz de poner fin a la ocupación ilegal para obtener una paz justa y duradera.
Lanzamos un urgente llamado de alerta urgente en cuanto al hecho que el sionismo cristiano y sus aliados justifican la colonización, el apartheid y la construcción de un imperio.
Dios pide que se haga justicia. La paz duradera, la seguridad o la reconciliación no son posibles sin una base de justicia. El reclamo de justicia no va a desaparecer. La lucha por la justicia debe continuar de forma diligente y persistente, aunque no violenta.
«Hombre, se te ha dicho lo que es correcto, lo que el Señor exige de ti: solamente ser justo, amar la bondad y caminar humildemente con tu Dios.»
Miqueas (6:8)
En eso se basa nuestra posición.
Exigimos justicia. Nada más podemos hacer. Sólo la justicia garantiza la paz que llevará a la reconciliación con una vida de seguridad y de prosperidad para todos los pueblos de nuestra tierra.
Al permanecer del lado de la justicia, nos abrimos a la obra de paz. Y trabajar por la paz nos convierte en hijos de Dios.
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