Como anunciara Zbigniew Brzezinski, la estrategia euroasiática de Estados Unidos provocó como respuesta un acercamiento entre Rusia y China. Aunque todo está concebido para minimizar la importancia de los tratados concluidos entre ambas, las dos grandes potencias continentales están construyendo una verdadera alianza militar frente a la coalición anglosajona y sus aliados. Mahdi Darius Nazemroava devela los verdaderos objetivos de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS) y de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC).
Según la tercera ley de Newton sobre el movimiento «toda acción provoca una reacción igual y en sentido opuesto». Esta ley es aplicable a las ciencias sociales, sobre todo cuando se trata de las relaciones sociales y de geopolítica.
La alianza Estados Unidos-Reino Unido se ha embarcado en un gran proyecto por el control de los recursos energéticos mundiales. Sus acciones han provocado una serie de reacciones complejas, desembocando en la creación de una coalición euroasiática que se prepara para desafiar al eje anglosajón.
El cerco de Rusia y China, fracaso de las ambiciones globales anglosajonas
«Asistimos hoy a un uso extremo, casi sin freno, de la fuerza militar en las relaciones internacionales, fuerza que sume al mundo en un abismo de conflictos permanentes. El resultado de ello es que no tenemos suficiente fuerza para encontrar una solución global a ninguno de esos conflictos. También se hace imposible llegar a un arreglo político. Observamos un desprecio cada vez mayor por el derecho internacional. Y las normas legales independientes se aproximan en realidad al sistema jurídico de un solo país. Un país, Estados Unidos, ha desbordado sus fronteras nacionales en todos los sentidos.»
Vladimir Putin en la Conférencia de Munich sobre la política de seguridad [1]
Lo que los dirigentes y altos responsables estadounidenses llaman «nuevo orden mundial» es lo que rusos y chinos consideran un «mundo unipolar». Es la visión, o la alucinación, según cómo se miren las cosas, que venido a allanar el abismo entre Pekín y Moscú.
China y Rusia están muy concientes de que son los blancos de la alianza anglosajona. Su temor común a verse cercadas las ha llevado a acercarse una a la otra. No fue por casualidad que, el mismo año en que la OTAN bombardeaba Yugoslavia, el presidente chino Jiang Zemin y el presidente ruso Boris Yeltsin hicieron una declaración común durante una histórica cumbre, en diciembre de 1999, que reveló que China y la Federación Rusa iban a unir sus fuerzas para oponerse al «nuevo orden mundial». En realidad, las bases de aquella declaración habían sido establecidas en 1996, cuando ambas partes expresaron su oposición a la imposición de la hegemonía mundial de un solo Estado.
Tanto Jiang Zemin como Boris Yeltsin declararon que todos los Estados naciones debían ser tratados de la misma manera, gozar de seguridad, respetar la soberanía de los demás y, ante todo, no inmiscuirse en los asuntos internos de los demás Estados. Estas palabras iban dirigidas al gobierno estadounidense y sus aliados.
Balkanizar a Rusia y a China
Los chinos y los rusos pedían además el establecimiento de un orden económico y político mundial más equitativo. Indicaron que Estados Unidos apoyaba movimientos separatistas en ambos países y subrayaron los esfuerzos de los estadounidenses por balkanizar y finlandizar a los países de Eurasia.
Estadounidenses influyentes, como Zbigniew Brzezinski, ya habían defendido la idea de una descentralización y finalmente de una división de la Federación Rusa [2].
Chinos y rusos publicaron una declaración en la que afirmaban que la instalación de un escudo internacional antisimiles y la violación del Tratado ABM sobre la limitación de los sistemas de misiles antimisiles desestabilizarían y polarizarían el mundo. En 1999 estaban concientes de lo que se estaba preparando y de la dirección tomada por Estados Unidos. En junio de 2002, menos de un año antes del desencadenamiento de la «guerra global contra el terrorismo», George W. Bush anunció que Estados Unidos se retiraba del Tratado ABM.
El 24 de julio de 2001, menos de un mes antes del 11 de septiembre, China y Rusia firmaron el Tratado de Buena Vecindad, de Amistad y de Cooperación. Se trataba de un pacto –formulado en términos moderados– de defensa mutua contra Estados Unidos, la OTAN y la alianza militar asiática, apoyada por Estados Unidos, que cerca a China.
El pacto militar de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS) está formulado de la misma forma. Conviene señalar también que el artículo 12 del Tratado Bilateral Chino-Ruso de 2001 estipula que China y Rusia colaborarán para mantener el equilibrio mundial, respetar «los acuerdos fundamentales relativos a la preservación y el mantenimiento de la estabilidad estratégica» y estimular «el proceso de desarme nuclear». Al parecer se trata, en este caso, de una alusión a la amenaza nuclear que representa Estados Unidos.
«Una coalición chino-ruso-iraní» para cerrarle el paso a Estados Unidos y al Reino Unido
Como reacción ante los esfuerzos anglosajones tendientes a cercar y finalmente a desmantelar China y Rusia, Moscú y Pekín unieron sus fuerzas y la OCS evolucionó poco a poco para convertirse en una poderosa entidad internacional en pleno corazón de Eurasia.
Los principales objetivos de la OCC son de carácter defensivo. Sus objetivos económicos son integrar y unir las economías euroasiáticas ante los ataques y las manipulaciones de la «trilateral» Estados Unidos-Europa Occidental-Japón, que controla una parte importante de la economía global.
La carta de la OCS fue creada también, siguiendo la jerga de la seguridad nacional occidental, con el fin de luchar contra «el terrorismo, el separatismo y el extremismo». Las actividades terroristas, los movimientos separatistas y los movimientos extremistas de Rusia, China y Asia Central gozan todos tradicionalmente con el financiamiento, las armas y el apoyo clandestino de los gobiernos británico y estadounidense. Varios movimientos separatistas y extremistas que han desestabilizado países miembros de la OCS tienen incluso oficinas en Londres.
Irán, la India, Pakistán y Mongolia son miembros observadores de la OCS. El status de observador de Irán es engañoso ya que ese país es miembro de facto. Dicho status tiene como objetivo ocultar la naturaleza de la cooperación trilateral entre Irán, Rusia y China, de manera que la OCS no pueda ser demonizada atribuyéndole la categoría de organización militar «antiamericana» y «antioccidental».
Los objetivos declarados de China y Rusia consisten en garantizar la continuidad de un «mundo multipolar». En su libro The Grand Chessboard, American Primacy and Its Geostrategic Imperatives publicado en 1997, Brzezinski advertía en contra de «la creación o el surgimiento de una coalición euroasiática» que «pudiera finalmente tratar de desafiar la supremacía americana» [3]. Brzezinski designaba esta potencial coalición euroasiática bajo la apelación de «alianza antihegemónica» y estimaba que estaría conformada «por una coalición chino-ruso-iraní» y que su columna central sería China [4]. Se trata de la OCS y de varios gobiernos eurasiáticos vinculados a ella.
Brzezinski advierte sobre una coalición chino-ruso-iraní
En 1993, Brzezinski escribía: «Al evaluar las futuras opciones de China, hay que tener en cuenta también la posibilidad de que una China económicamente próspera y políticamente segura de sí misma –pero que se sienta excluida del sistema global y decida convertirse a la vez en defensora y líder de los Estados desposeídos del mundo– decida representar no sólo un desafío doctrinal evidente sino también un poderoso desafío geopolítico para el mundo trilateral dominante [Estados Unidos, Europa Occidental y Japón].» [5]
Brzezinski lanza una advertencia: «La respuesta de Pekín al cuestionamiento del statu quo global pudiera ser la creación de una coalición chino-rusa-iraní»: «Para los estrategas chinos, ante la coalición trilateral Estados Unidos-Europa-Japón, la respuesta geopolítica más eficaz bien pudiera consistir en tratar de crear una triple alianza que asociara a China con Irán en la región del Golfo Pérsico y con Rusia en la zona de la ex Unión Soviética [y de Europa Oriental]» [6]. Brzezinski prosigue diciendo que la coalición chino-ruso-iraní, que el llama «coalición antiestablishment», podría ser un poderoso imán para otros Estados [por ejemplo, Venezuela] descontentos con el statu quo [global] [7].
Brzezinski escribía además, en 1997, que «la tarea más urgente [para Estados Unidos] era garantizar que ningún Estado o grupo de Estados pueda adquirir la capacidad necesaria para expulsar a Estados Unidos de Eurasia o por lo menos reducir considerablemente su decisivo papel de árbitro.» [8]. Es posible que sus advertencias hayan caído en el olvido ya que Estados Unidos fue desalojado de Asia Central y sus fuerzas armadas fueron expulsadas de Uzbekistán y de Tadjikistán.
Fracaso de las «revoluciones de terciopelo» en Asia Central
Asia Central ha sido objeto de varios intentos de cambio de régimen, intentos que gozaron del apoyo de británicos y estadounidenses. Estas tentativas estaban caracterizadas como revoluciones de terciopelo similares a la «Revolución naranja» de Ucrania [9] y a la «Revolución de las rosas» de Georgia [10].
Estos movimientos financiados por Estados Unidos fracasaron en Asia Central, con excepción de Kirguizistán donde la «Revolución de los tulipanes» fue parcialmente exitosa.
Como consecuencia, el gobierno estadounidense sufrió importantes reveses en Asia Central. Todos los dirigentes de la región se distanciaron de Washington.
Rusia e Irán también han obtenido mercados energéticos en la región. Los esfuerzos que Estados Unidos realizó durante décadas por desempeñar un papel hegemónico en Asia Central fueron al parecer barridos de la noche a la mañana. Fracasaron las revoluciones de terciopelo que apoyara Washington. Las relaciones con Uzbekistán no se vieron entonces particularmente afectadas.
Uzbekistán se encuentra bajo la dirección del muy autoritario presidente Islam Karimov. A partir de mediados de los años 1990, este fue incitado a unirse a la alianza anglosajona y a la OTAN. Cuando trataron de asesinarlo, Karimov sospechó que el Kremlin había tratado de eliminarlo a causa de su política independiente. Esto llevó a Uzbekistán a salir de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). Pero al cabo de varios años, Islam Karimov cambió de opinión en cuanto quién había tratado de eliminarlo.
Según Brzezinski, Uzbekistán era un obstáculo importante para todo nuevo intento de Rusia por tratar de controlar el Asia Central y era prácticamente insensible a las presiones rusas. Es por ello que le parecía importante convertir Uzbekistán en un protectorado estadounidense en Asia Central.
Uzbekistán cuenta con las fuerzas armadas más importantes de Asia Central. En 1998, estas realizaron maniobras con las tropas de la OTAN. El país se militarizaba considerablemente, siguiendo el ejemplo de Georgia, en el Cáucaso. Estados Unidos le prestó una ayuda financiera muy importante, para desafiar al Kremlin en Asia Central. Y participó en el entrenamiento de las fuerzas armadas uzbecas.
Al desencadenar la «guerra global contra el terrorismo», en 2001, Uzbekistán, aliado de los anglosajones, ofreció inmediatamente a Estados Unidos bases e instalaciones militares en Karshi-Khanabad.
Los dirigentes del país sabían ya adonde conduciría esta «guerra». Para desesperación del gobierno de Bush junior, el presidente uzbeco formuló entonces una política independiente. La luna de miel entre Uzbekistán y la alianza anglosajona llegó a su fin cuando Washington y Londres concibieron el posible derrocamiento de Karimov, que les parecía ya demasiado independiente. Sus intentos fracasaron, lo cual dio lugar a una modificación de las alianzas geopolíticas.
Los trágicos acontecimientos de Andizan, acaecidos el 13 de mayo de 2005, determinaron la ruptura con la alianza anglosajona. La población de la ciudad de Andizan fue incitada a enfrentarse a las autoridades de Uzbekistán, lo cual dio lugar a que las fuerzas de seguridad desataran una violenta represión, con saldo de numerosos muertos entre los manifestantes. Al parecer, grupos armados estuvieron implicados. Los medios de difusión estadounidenses, británicos y europeos insistieron en las violaciones de los derechos humanos, sin mencionar el papel clandestino que había desempeñado la alianza anglosajona. Uzbekistán consideró responsables a Estados Unidos y Gran Bretaña, acusándolos de haber fomentado la rebelión.
M.K. Bhadrakumar, ex embajador de la India en Uzbekistán (de 1995 a 1998), reveló que el Hezbut Tahrir (HT) fue uno de los partidos acusados por el gobierno uzbeco de haber azuzado a la muchedumbre en Andizan [11]. Ya en aquel entonces, dicha agrupación venía desestabilizando Uzbekistán y recurriendo a la violencia. Su cuartel general estaba en Londres y gozaba del apoyo de los británicos. Londres era el centro a partir del cual se movían numerosas organizaciones similares al servicio de los intereses anglosajones en diferentes países, como Irán y Sudán, mediante campañas de desestabilización. Uzbekistán comenzó incluso a tomar medidas autoritarias contra las ONGs después de los trágicos acontecimientos de Andizan.
La alianza anglosajona aplicó una mala estrategia en Asia Central. Uzbekistán salió oficialmente del GUUAM, grupo dirigido contra Rusia con apoyo de EE.UU. y de la OTAN. El 24 de mayo de 2005, el GUUAM se convirtió de nuevo en GUAM (Georgia, Ucrania, Azerbaiján y Moldavia).
El 29 de julio de 2005, los soldados estadounidenses recibieron la orden de salir de Uzbekistán en un plazo de 6 meses [12]. Se les hizo saber a los estadounidenses que se habían convertido en indeseables, en Uzbekistán y en Asia Central. Rusia, China y la OCS se asociaron al pedido de Uzbekistán. Estados Unidos abandonó su base en noviembre de 2005.
El 26 de junio de 2006, Uzbekistán volvió a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO) y se realineó nuevamente junto a Moscú. El presidente uzbeco se convirtió, junto con Irán, en ferviente partidario de la idea de sacar totalmente a Estados Unidos del Asia Central [13]. En cambio, Kirguizistán ha continuado permitiendo que Estados Unidos utilice la base aérea de Manas, aunque con restricciones y en medio de un clima precario. El gobierno de ese país precisó que no tolerará la utilización de su territorio para la realización de operaciones militares contra Irán.
El presente artículo es una versión abreviada de «The Sino-Russian Alliance: Challenging America’s Ambitions in Eurasia», publicado por el Center for Research on Globalization.
[1] Fragmento de de «La gouvernance unipolaire est illégitime et immorale», por Vladimir V. Putin, reproducido en Réseau Voltaire el 13 de febrero de 2007.
[2] «La stratégie anti-russe de Zbigniew Brzezinski», por Arthur Lepic, Réseau Voltaire, 22 de noviembre de 2004.
[3] Zbigniew Brzezinski, Le Grand Echiquier, l’Amérique et le reste du monde, Hachette Littératures, 2000, p. 198
[4] Ibid. Brzezinski se refiere a una coalición chino-ruso-iraní como «contraalianza», p. 116
[5] Zbigniew Brzezinski, Out of Control: Global Turmoil on the Eve of the 21st Century, NYC New York, Charles Scribner’s Sons Macmillan Publishing Company, 1993, p. 198
[6] Ibid.
[7] Ibid.
[8] Zbigniew Brzezinski, Le Grand Echiquier, p. 198
[9] «Washington et Moscou se livrent bataille en Ukraine», por Emilia Nazarenko y la redacción; «Ukraine: la rue contre le peuple», Réseau Voltaire, 1º y 29 de noviembre de 2004.
[10] «Les dessous du coup d’État en Géorgie», por Paul Labarique; «Colin Powell inaugure la Géorgie»; «Manifestations à Tbilissi contre la dictature des roses» ; Réseau Voltaire, 7 y 26 de enero de 2004, 30 de septiembre de 2007.
[11] M.K. Bhadrakumar, «The lessons from Ferghana», Asia Times, 18/5/05)
[12] Nick Paton Walsh, «Uzbekistan kicks US out of military base», The Guardian, 1/8/05
[13] Vladimir Radyuhin, «Uzbekistan rejoins defence Pact», The Hindu, 26/6/06
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