Como ya anticipaban la derrota de los republicanos, los neoconservadores y sus patrocinadores realizaron de antemano un cambio táctico de alianza denunciando la política de la administración Bush, aunque ellos mismos habían sido los inspiradores de esa política, y apoyando al bando demócrata de forma más o menos tácita. Jurgen Cain Kulbel analiza ese ajuste político oportunista y nos recuerda que, cualesquiera que sean sus aliados, los neoconservadores están huyendo hacia delante.
Foto arriba: David Frum, Kenneth Adelman y Richard Perle.
_________________________________________________
Durante las recientes elecciones legislativas, nada podía haber salido peor para el presidente George W. Bush, títere de los señores de la extrema derecha estadounidense –los «neoconservadores»–. Su partido, que se las daba de puritano, está recogiendo los frutos de sus actos aventureros, como la situación en Irak, convertido en un segundo Vietnam. Este partido tendrá que rendir cuentas por la corrupción flagrante y los espectaculares escándalos del cabildero Abramoff y del gobernador de Ohio, Bob Taft. Por primera vez en 12 años, el partido de Bush sufrió una grave derrota y perdió la mayoría en el poderoso Senado estadounidense así como en la Cámara de Representantes.
En efecto, se ha producido un viraje en el plano internacional: el presidente del país más poderoso del mundo, George W. Bush, es considerado hoy por los habitantes del mundo como un «chico malo». El hombre que en el año 2002 todavía presentaba pomposamente a Cuba, Libia, Siria, Irán, Irak y Corea del Norte como países del «Eje del Mal» representa hoy, según un sondeo telefónico de opinión realizado a pedido del diario The Guardian (Reino Unido) [1] y los periódicos Toronto Star y La Presse (ambos de Canadá), La Reforma (México) y Ha’aretz (Israel), un serio peligro para la paz mundial, prácticamente en el mismo plano que los grandes terroristas como Osama Ben Laden. El 87% de las personas interrogadas considera que el muy «virtual» Ben Laden es peligroso para la paz mundial mientras que George W. Bush recoge un 75%. La «opinión pública occidental» considera por tanto al actual presidente de Estados Unidos más peligroso que el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad (69%) y más peligroso que el jefe de Estado norcoreano Kim Jong Il, o que el jefe de Hezbollah, Hasan Nasrallah (65%), despreciado por las «democracias occidentales».
Otro sondeo realizado por vía telefónica (a pedido de la Comisión Europea) entre el 8 y el 16 de octubre de 2003 en los 15 países de la Unión Europea mostraba ya en aquel entonces que el 59% de las personas consultadas, ciudadanos de la UE, consideraban a Israel como el mayor peligro para la paz mundial. En el segundo lugar aparecía un «eje del mal» ligeramente modificado que se componía de Irán, Corea del Norte y… ¡Estados Unidos! (53%). [2]. El entonces presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, ignoró tan significativo resultado [3] como consecuencia de las arrogantes críticas de Israel [4], ya que sabía que el sondeo no reflejaba «la opinión» de la Comisión Europea y que tampoco tendría influencia alguna sobre la política de esta en el Medio Oriente. Así que el sondeo fue relegado al olvido para que Israel pudiera escapar a la crítica. Lo que sí está fuera de duda es que la reputación de la administración estadounidense cayó a su nivel más bajo.
La economía estadounidense da la espalda a los neoconservadores.
La pregunta crucial que se plantea hoy es ¿qué rumbo seguirá en lo adelante esta camarilla alucinados, esa banda de neoconservadores que quería saquear el planeta y exportar su democracia por el mundo invocando el pretexto de «la guerra contra el terrorismo», una guerra que es en realidad «una guerra contra sociedades y contra comunidades, una guerra que cínicamente planeada para destruir países y pueblos enteros »? Esa «pandilla de monstruos», como la llamó en 2005 Yusef Aschkar, historiador y antropólogo libanes, «un Estado dentro del Estado » [5] que se impuso en todos los puestos claves más elevados en Estados Unidos, en la sociedad, en los medios de difusión, en las asociaciones religiosas, en el seno del Pentágono y del Departamento de Estado a los que dicta sus planes y proyectos.
Uno de los problemas del grupo que rodea a Bush es que, desde finales de octubre de 2006, los trusts y las federaciones industriales y económicas ya contaban con una victoria de los demócratas, razón por la cual reexaminaron sus propias relaciones con el establishment político y redujeron, por precaución, sus entregas de fondos a los republicanos de Bush. El New York Times reportó que «los cabilderos parecen muy ocupados en reclutar a los futuros políticos prometedores en las filas de los demócratas» [6] . Según este diario, entre el 1ero y el 18 de octubre los gastos destinados a los candidatos republicanos habían disminuido en alrededor de un 11% a favor de los demócratas. Se trata de un cambio nunca visto desde 1994. Hasta el gigante del armamento Lockheed Martin, que entrega el 70% de sus donaciones a los republicanos, redujo esas entregas durante los primeros días de octubre favoreciendo así a los demócratas, que recibieron entonces el 60% de las donaciones de Lockheed Martin.
No es por tanto sorprendente que algunos de los neoconservadores que aprobaron, en 2003, las justificaciones políticas de la guerra contra Sadam Husein hayan abandonado precavidamente, a principios de noviembre de 2006, el barco de guerra de George W. Bush, que ahora se hunde.
Richard Perle, principal vocero de la guerra contra Irak, declaró hipócritamente a la revista Vanity Fair que «él no hubiera apoyado la guerra contra Sadam Husein de haber sabido lo mal que el gobierno Bush iba a manejarla. Después de todo, el Presidente es el responsable de esta debacle» [7]. Kenneth Adelman, consejero político del gobierno en materia de seguridad, estimó incluso que la administración Bush dio muestra «de una incompetencia evidente; lo nunca visto desde la Segunda Guerra Mundial». David Frum, ex autor de los discursos de Bush, quien participó en la concepción del discurso sobre «el Eje del Mal», empezó a criticar abiertamente al ex jefe para el que antes trabajó con tanta devoción. Declaró que: «El Presidente pronunció sus discursos, pero parece que no entendió el sentido de las palabras ».
Norman Podhoretz (nacido en 1930), leyenda viviente del neoconservadurismo y uno de sus padres fundadores, no quiere saber absolutamente nada de todo esto. En su artículo del mes de septiembre, publicado en Commentary, afirma que la doctrina de Bush vivirá aún por mucho tiempo; todo no es más que un malentendido, una apreciación incorrecta sobre la persona del Presidente. El neoconservadurismo vive, aunque sigan desapareciendo cada vez más colaboradores [8]. Podhoretz se opone a la crítica según la cual la doctrina Bush funcionó mal en Irak, crítica a la que responde con un argumento falaz: «Al menos se liberó a Irak de uno de los peores tiranos del Medio Oriente; hubo tres elecciones; se adoptó una constitución razonable; hay allí un gobierno en funciones; los ciudadanos gozan de libertades, anteriormente inexistentes .» ¿Cómo es que los éxitos que enumera Podhoretz han desembocado en un fracaso? Según él, la resistencia en Irak no es otra cosa que la consecuencia del éxito de la estrategia estadounidense. Si los miembros de la resistencia estuvieran convencidos de que «la democratización ya es un fracaso, ¿para qué seguirían combatiendo entonces tan ferozmente contra esa presencia? » A pesar de todos los errores políticos y estratégicos de Bush, Norman Podhoretz, extrañamente, sigue apoyándolo en su aventura iraquí. Podhoretz parece no darse cuenta de la pérdida de poder de Estados Unidos, ni del cansancio del ejército, ni del deseo del pueblo estadounidense de que regresen los soldados; en cuanto a la política exterior de la administración Bush, está totalmente derrotada.
El naufragio del Project for a New American Century.
Y sin embargo, todo anda mal. En Washington DC, los cajones de mudanza comienzan a llenarse en el quinto piso del número 1150 de la 17th Street NV. Durante más de nueve largos años varias decenas de neoconservadores deliraron aquí sobre el Project for New American Century(PNAC). Este importante think tank, que producía sin descanso «estudios» y «documentos estratégicos», ha dejado de funcionar, por falta de dinero.
Pero el verdadero problema es Irak. El proyecto central del PNAC, la «transformación democrática de Mesopotamia », se desarrolló en dirección equivocada y aplicó hasta el absurdo las teorías de mesa de los neoconservadores. La tesis que consistía en imponer la democracia en Irak mediante la intervención de los militares estadounidenses y en ofrecer hamburguesas y Coca Cola al pueblo de ese país con la esperanza de producir un efecto de dominó en la región gracias a la atracción que debía ejercer la democracia al estilo yanqui resultó errónea.
¡Todo había empezado tan bien! Robert Kagan, uno de los guías de los neoconservadores, había creado el PNAC, en 1997, a la sombra de la futura administración Bush, junto a William Kristol, uno de los neoconservadores más delirantes. El proyecto estipulaba el control absoluto de Estados Unidos sobre los acontecimientos mundiales (la Pax Americana) en el marco de un «nuevo siglo americano» y la implantación del liderazgo estadounidense sobre el resto del mundo mediante «un poder militar, un aporte diplomático y devoción por los principios morales ». Como «el mundo multipolar no garantiza la paz sino que siempre ha llevado a la guerra, el gobierno de Estados Unidos debería capitalizar su superioridad tecnológica y económica para alcanzar la superioridad total mediante una intervención por todos los medios –incluyendo la vía militar ». En caso de que la diplomacia resultara infructuosa, «acciones militares serán un medio aceptable e incluso necesario». El PNAC desea que se establezcan bases militares mundiales y permanentes que hagan inatacable a Estados Unidos, país que ve –según su autorrepresentación– como un «policía mundial» encargado de garantizar el respeto del derecho y de la ley en un mundo caótico «hobbesiano» en el que cada cual lucha contra los demás, papel que Estados Unidos desempeñará –por supuesto– sin consultar para nada a sus aliados, sin respetar organizaciones internacionales, tratados u otras organizaciones legales.
Últimos estertores: la supremacía espacial
El dominio del planeta Tierra no resultaba suficiente para los extravagantes alardosos despóticos del PNAC. Hace años que venían exigiendo el control «de las nuevas esferas comunitarias internacionales, del espacio y del mundo virtual» y la creación de una nueva rama militar: las US Space Forces con la misión de «controlar el espacio, de liberarlo ». Bush ofreció recientemente garantías en ese sentido y confirmó así la tesis de Podhoretz según la cual su doctrina sigue viva y al servicio de los neoconservadores. El 7 de octubre de 2006, sobre las 5 de la tarde, el gobierno estadounidense publicó, calladamente en Internet, la nueva «National Space Policy» [9] aprobada por el presidente, en la que Bush se arrogó, por así decirlo, el rango de «dirigente del universo» al proclamar como política oficial el control del espacio por Estados Unidos. Washington se opondrá, según la «doctrina espacial», a todo futuro acuerdo de control de armamentos que pueda reducir el margen de maniobra de Estados Unidos en el espacio. El acceso al espacio debería en cambio estar bloqueado a las naciones que no se comporten de acuerdo a los intereses de Washington: «La libertad de acción en el espacio es para Estados Unidos tan importante como las acciones en el aire o en el mar. Estados Unidos se opondrá a la elaboración de nuevos convenios jurídicos o de otras restricciones que traten de impedir o de limitar su acceso [al espacio] o su utilización »
Algunos expertos ven en esto, según la opinión de Theresa Hitchens, la directora del Center for Defense Information de Washington, una nueva etapa que apunta al desarrollo de armas espaciales. Esa política abre «la puerta un poco más a una estrategia de guerra en el espacio». Para poder proseguir la lucha contra «el mal», los estadounidenses ya se están entrenando actualmente en el marco del proyecto «Star Wars». Como informaba, el 28 de octubre de 2006, el sitio informativo alemán Spiegel-Online, la fuerza aérea estadounidense podría estar experimentando ya con la espada de luz voladora, «un Airborne Laser o láser aerotransportado instalado en la nariz de un Jumbo-jet que debe ser capaz de destruir los misiles atómicos balísticos que los «Estados renegados» pudieran lanzar contra Estados Unidos». El general de división Henry «Trey» Obering se mostraba eufórico durante la presentación del láser: «Creo que estamos desarrollando las fuerzas del bien para golpear a las fuerzas del mal. Vencemos una gran etapa para dar al pueblo americano su primera espada de luz». ¡Y dicen que ya nadie le hacía caso a los neoconservadores!
Victoria de Hezbollah sobre los paladines del imperio
El Imperium Americanum es un fantasma que susurra desde hace décadas en el cerebro de los neoconservadores de derecha. Este Imperium nunca existió en la realidad, ni existirá por mucho que Charles Krauthammer, cronista del Washington Post y representante mediático de la camarilla neoconservadora mejor apertrechada en el plano financiero, se obstine en querer abandonar el legado constitucional estadounidense y en autoproclamarse heredero del Imperio Romano, como pudimos leerlo en The Guardian en septiembre de 2002: «La gente (los estadounidenses) sale lentamente de su escondite y utiliza de nuevo la palabra imperio. El hecho es que en la historia mundial ningún país, desde la época del imperio romano, ha estado nunca a un nivel cultural, económico, tecnológico y militar tan dominante ». Ya en 1999 Krauthammer afirmaba que «desde que Roma destruyó Cartago ninguna otra superpotencia alcanzó tanta grandeza como la nuestra ».
Muchos imperios y reinos han existido desde los tiempos más remotos. En la Antigüedad existieron reinos como los de los egipcios, los hititas, los israelitas, los asirios, los babilonios, los persas, los macedonios, los romanos, los bizantinos, los sasánidas, el Califato, los cruzados, Saladino, los mongoles, los otomanos y la época colonial europea. El Viejo Mundo sabía que cada imperio, cada Imperium era temporal y tenía una duración limitada, conocía además las razones de las caídas de los imperios. El imperio romano, por ejemplo, se destruyó por causa de sus dimensiones, de las catástrofes naturales, inundaciones, sismos, incendios, debido a los daños causados por las guerras y por culpa de la sinrazón, de la indiferencia y de la decadencia de sus propios ciudadanos.
El arrogante deseo de los estadounidenses de desarrollar un Imperium que desprecia a hombres, países y culturas puede no solamente ser declarado hoy en día como un lamentable fracaso sino que podía haber sido considerado desde el principio como un intento absurdo que se emprendió con medios absurdos. Las guerras contra Afganistán e Irak están costándole muy caro a Estados Unidos, tanto en dinero como en términos de imagen en el plano internacional. A pesar de ello, la administración Bush persigue aún el objetivo de imponer la «democracia» de Marruecos en Pakistán. Para lograrlo, impone el proyecto geopolítico «Greater Middle East», elaborado precisamente por estos neoconservadores a ultranza y que prevé una «destrucción creativa», o sea cambios de gobierno mediante la fuerza. Se suponía que Irak fuese el precursor de ese tipo de «democratización» pero, viendo la peligrosa situación que allí se ha creado, el entusiasmo de Washington por emprender nuevos experimentos bélicos disminuyó rápidamente. Bush reaccionó globalmente a los crecientes reclamos que exigen el abandono de las intervenciones militares brutales y elevó a Condoleezza Rice al rango de secretaria de Estado. Proclamó que Rice proseguirá la «guerra global contra el terrorismo», «pondrá fin al conflicto arabo-israelí» y extenderá «la democracia por el Medio Oriente ».
Condoleezza Rice, esta dama del puño de hierro en un guante de seda, hablaba precisamente de «los dolores del parto de un Nuevo Medio Oriente » en el momento en que Israel, potencia atómica, bombardeaba el Líbano, durante este verano, y utilizaba contra la población civil de ese país armas prohibidas por el derecho internacional. Un comportamiento tremendamente cínico de parte de esa bestia feroz de aspecto chic que ignoró asquerosamente las masacres y la sangre de niños que allí corría a raudales.
«La guerra contra el Líbano efectivamente hizo florecer un nuevo Medio Oriente», dijo el presidente sirio Bachar al Assad en su declaración de principios del 15 de agosto. Pero –prosiguió– no precisamente el que Estados Unidos e Israel quieren desde hace tanto tiempo. Los árabes hablan abiertamente de una verdadera victoria militar, y [lo hacen] por primera vez en su historia reciente. Claro está, Estados Unidos e Israel no están dispuestos a reconocer ese hecho».
En efecto, una pequeña entidad, el Hezbollah libanés, logró poner de rodillas a Tsahal –un ejército al que se puede considerar con toda justicia como el ejército satélite de Estados Unidos– y logró infligirle una histórica derrota. Al igual que los antiguos griegos, de ser cierto lo que cuenta Platón, cuando vencieron, hace más de 9 mil años, al legendario reino de Atlántida. Si el filósofo griego viviese aún, y hubiese asistido a este hecho histórico, creería, al compararlo con su anterior relato sobre Atlántida, escrito hace alrededor de 400 años antes de nuestra era en los monólogos de «Timeo» y de «Critias», estar asistiendo a una repetición de la historia.
La poderosísima Atlántida había conquistado todos los países de la cuenca del Mediterráneo. Los griegos de la antigua Atenas eran los únicos que podían enfrentarla y obligarla a retroceder. «Hubo una época, antes de la gran destrucción causada por las aguas, en que la ciudad que hoy es la de los atenienses», decía un sacerdote egipcio al viajero Solón, «era, entre todas, la mejor en la guerra y se caracterizaba por ser la más refinada en todos los sentidos. En ella tuvieron lugar las más grandes hazañas y en ella existieron las mejores formas de organización política. En efecto, los monumentos escritos dicen que vuestra ciudad destruyó en el pasado a una inmensa potencia que marchaba insolentemente por toda Europa y por Asia, proveniente de otro mundo situado en el Océano Atlántico. […] Así llegó el día en que aquella potencia, reuniendo todas sus fuerzas, se lanzó a someter de una vez a vuestro país, al nuestro y a todos los pueblos de este lado del estrecho. Fue entonces, Solón, que el poderío de vuestra ciudad hizo brillar ante los ojos del mundo su valor y su fuerza. Como sobrepasaba a todas las demás en coraje y en todas las artes de la guerra, fue ella la que tomó el mando de los helénicos; pero, reducida a luchar únicamente con sus propias fuerzas debido a la defección de las demás y encontrándose así en la más crítica situación, venció a los invasores, enarboló un trofeo, protegió de la esclavitud a los pueblos que aún no habían sido sometidos, y devolvió generosamente la libertad a todos los que, como nosotros, viven de este lado de las columnas de Heracles».
Pero, tiempo después, se produjeron espantosos temblores de tierra y cataclismos. En el espacio «de un solo día y de una terrible noche la tierra se tragó de un golpe a todo vuestro ejército y, al mismo tiempo, la isla de Atlántida se hundió en el mar y desapareció ». [10]
Aquella derrota militar fue un castigo de los dioses a la sed de poder y de riquezas de los habitantes de Atlántida. Zeus había decido acabar con la decadencia.
Después de este paréntesis, volvamos a la actualidad que tanto nos preocupa. No cabe duda de que una batalla crucial por un «Nuevo Medio Oriente» se está desarrollando en el Líbano. La cuestión es saber quién logrará definirla y a qué precio. Resulta evidente que, en ese «Nuevo Medio Oriente» de resistencia y autodeterminación, la Siria laica y semisocialista está llamada a ocupar un lugar decisivo.
Después de la paliza que Hezbollah le propinó a los enemigos israelíes, la secretaria de Estado estadounidense llegó precipitadamente al Cairo, el 3 de octubre de 2006, en ocasión de la conferencia de los seis Estados miembros del Gula Cooperation Council (GCC), para acercarse al bando árabe y tratar, según escribiera entonces Rami Khuri, redactor jefe del diario libanés Daily Star, «de comercializar la idea, bonita pero poco realista, de que Washington puede ayudar a «los moderados» en el mundo árabe a actuar de conjunto contra los «extremistas». Tan ingenuo enfoque es la prueba –según Khuri– del desconocimiento de cuál es la tendencia dominante en el Oriente árabe, «donde la opinión pública y algunas direcciones políticas se movilizan ahora activamente para oponer resistencia a las concepciones de Estados Unidos e Israel y hacer frente a los amigos árabes de Estados Unidos y a sus títeres ». Una nueva «guerra fría» regional puede estar desarrollándose y las direcciones políticas prooccidentales se verían enfrentadas a estos movimientos, que se opondrán a los objetivos de «Occidente», objetivos impuestos en la región por Estados Unidos e Israel. Recordemos, en este punto, las exigencias del Hezbollah, del general Aun y de su Movimiento Patriótico Libre a favor de un nuevo diálogo nacional en el Líbano. La resistencia del Oriente árabe ante los intereses de los hegemonistas estadounidenses, británicos, franceses e israelíes ha echado a andar y nada podrá detenerla.
[1] «British believe Bush is more dangerous than Kim Jong-il: Which leader poses a danger to world peace?: US allies think Washington is a threat...», The Guardian, 3 de noviembre de 2006.
[2] «Un sondage européen range les États-Unis parmi les pays dangereux pour la paix dans le monde», Le Monde, 1ero de noviembre de 2003.
[3] «Sondage des Européens sur Israël - Romano Prodi se dit "très préoccupé"», AFP, 4 de noviembre de 2003; «Israël, une menace pour la paix? Malaise autour d’un sondage européen» y «Sondage de la discorde entre l’Europe et Israë », Le Temps, 5 de noviembre de 2003; «Embarras à Bruxelles après le sondage désignant Israël comme fauteur de guerre», Le Monde, 6 de noviembre de 2003.
[4] «Le centre Simon Wiesenthal dénonce un sondage européen sur Israël» y «Sondage de l’UE - dans le "seul but de dénigrer Israël" (ambassadeur)», AFP, 1ero y 3 de noviembre de 2003. «Accusation d’antisémitisme», Le Figaro, 3 de noviembre de 2006; «Israël «outragé» par les résultats d’un sondage auprès des Quinze», Le Temps, 3 de noviembre de 2006.
[5] «Palestinians will never surrender», entrevista realizada por Silvia Cattori a Sattar Kasem, 12 de septiembre de 2006. La traducción de esa entrevista al francés aparece aquí.
[6] «Democrats Get late Donations From Business» por Jeff Zeleny y Aron Pilhofer, New York Times, 28 de octubre de 2006.
[7] «Neo Culpa» por David Rose, Vanity Fair, 3 de noviembre de 2006.
[8] «Is the Bush Doctrin Dead?», por Norman Podhoretz, Commentary, septiembre de 2006.
[9] Documento para bajar.
[10] Timeo, Platón
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter