La degradación de la economía nacional y la entrega del sistema financiero a los inversores extranjeros es el resultado de un lento proceso de las estructuras políticas y educativas de México, que condujo a la corrupción de la vida nacional. Todo se gestó en la Escuela Libre de Derecho y lo organizó la Sociedad Mont Pelerin.
Del 14 al 17 de enero de 1996, bajo el auspicio de la Sociedad Mont Pelerin, llegó a México un grupo de promotores de la legalización de las drogas, el racismo, la esclavitud y el desmantelamiento de la soberanía nacional en el hemisferio occidental. Fue un encuentro de la más sigilosa organización oligárquica, cuya ideología forma parte de la revolución conservadora fundada en 1947 por el economista fascista austriaco Friedrich von Hayek en el hotel Park, al pie del monte Pelerin en Suiza.
En un efusivo artículo explicativo de los propósitos de la agrupación fue publicado en la revista El economista, en el cual el presidente de la sección mexicana de la Sociedad recién nacida en México, Roberto Salinas León, describió a su reunión como si se tratara de un encuentro dominado por la ingenuidad y consistente sólo en «intercambiar impresiones bajo un ambiente de cordialidad intelectual». Se trató de una reunión tendente a formular un programa económico fascista sobre la base de las nuevas élites delictivas emergentes, cuyo surgimiento obedecía desde entonces a la globalización convertida por el TLC en programa de gobierno.
En los años siguientes la política desreguladora actuaría a favor de los gobiernos por venir, bajo cuyo amparo se fortalecerían las mafias narcotraficantes, los mercados especulativos, la política oligárquica encarnada en la triada infernal PRI-PAN-PRD y el entreguismo a los designios imperiales expresado en una estrategia diplomática puesta al servicio de los poderosos de este mundo.
México fue convertido en blanco prioritario del proyecto imperial de acuerdo con los designios de las redes de la vieja élite financiera de Europa y Estados Unidos, en consonancia con las cuales las instituciones jurídicas nacionales se han venido debilitando por más de una década de reformas librecambistas del Fondo Monetario Internacional. El escenario ya había sido preparado por la insurgencia del salinismo maoísta que pacientemente había sido implantado entre las minorías indias de Chiapas desde los años setenta.
Como respuesta a la fundación de la Sociedad Mont Pelerin en México, el Movimiento de Solidaridad Iberoamericana, encabezado por Marivilia Carrasco, dirigió una carta abierta al presidente de la república Ernesto Zedillo, que fue en su momento muy comentada con simpatía por la población. Entre otras cosas decía: «Una cosa es que mantengamos diferencias políticas con usted, pero otra muy diferente es que usted, a nombre de todos los mexicanos avale a una organización que promueve:
1) la legalización de las drogas; 2) la esclavitud como modelo económico viable; 3) la destrucción de las instituciones de nuestro país incluidas las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica, así como la desintegración de nuestro estado nacional en el ejercicio de la soberanía nacional; y 4) las estrategias criminales de “libre comercio” que impulsa esa Sociedad Mont Pelerin, que están basadas en las doctrinas filosóficas satánicas del doctor Bernard Mandeville, pero sobre todo en las económicas de Friedrich von Kayek».
Carrasco aconsejó a Zedillo que dirigiera su atención a «los estragos que han causado en Estados Unidos el presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich y sus seguidores» como evidencia cruda de la acción real de la Sociedad Mont Pelerin. Desde luego, Zedillo desoyó el consejo.
La Sociedad Mont Pelerin establecida en México en la fecha señalada tiene su punto de arranque en las tesis del economista austriaco Friedrich von Hayek, cuyo epicentro radica en la convicción de que el progreso humano depende del descrédito de toda forma de regulación económica. Su teoría conduce al Estado minimalista que habría de convertirse en el curso de los años en el eje programático del Partido Republicano, en oposición al New Deal del Partido Demócrata y al intervencionismo que en su época postulaba el socialismo en la Unión Soviética.
Hayek es el fundador de la Sociedad Mont Pelerin, que fue la fuente de inspiración de los gobiernos depredadores de Margaret Thatcher, Augusto Pinochet, Ronald Reagan y , sólo por no dejar de mencionarlo, Vicente Fox.
El pensamiento económico y político de Hayek, dice la Red Voltaire en su comunicado del 4 de marzo último (en francés), se ha impuesto como el fundamento ideológico del orden neoliberal nacido de una red de intercomunicaciones entre las grandes fundaciones estadunidenses, interesadas todas ellas en reducir el impacto de la acción estatal en el dominio económico. Las empresas transnacionales son, desde luego, las mayores interesadas en una evolución ideológica de este tipo, pues desde sus sedes centrales operan a capricho los designios políticos y económicos del sur del planeta. En contrapartida, a los neoliberales del Tercer Mundo no les queda otro recurso, ante el abrumador peso de las empresas metropolitanas omnipotentes, que obedecer ciegamente y callar; en suma, sólo se les brinda la posibilidad de soñar en un papel activo en la nueva organización económica desregulada. Pero desde los primeros pasos de su implantación en los países neocoloniales la evidencia es que los neoliberales nativos en vez de ser protagonistas de la globalización han terminado siendo globalizados.
Hayek se coloca en la continuidad de la tradición liberal iniciada por Adam Smith, que defiende una concepción del estado minimalista, con la cual intenta desfasar la noción de justicia social, que según él, disimula el proteccionismo en beneficio de los intereses de la clase media. Pregona en lugar de la política social la supresión de todo proteccionismo de carácter político o económico.
Para Hayek el estado minimalista es un medio de escapar al poder de la clase media, que es la que controla el proceso democrático para conseguir la distribución de la riqueza mediante la política fiscal. De esta manera hemos visto en México la exención de impuestos para las corporaciones financieras depredadoras mientras la clase media es exprimida por el rigor fiscal.
El programa de Hayek es explicado en su libro Constitución de la libertad (1960), en el que propone la desregulación, la privatización a ultranza,la disminución de los programas contra el desempleo, la supresión de los apoyos para la vivienda y reducción de gasto de la seguridad social, con el fin de limitar el poder de los sindicatos. Toda aspiración a la justicia social queda, pues, postergada.
El papel estatal queda reducido al de garante de las reglas elementales del intercambio. En 1976 Hayek propuso la privatización de los bancos centrales nacionales para someter la política monetaria de los países a los mecanismos del mercado. La mano invisible invocada por Adam Smith, que asegura la adecuación de la oferta a la demanda en los mercados ilustra el presupuesto común de los neoliberales: orden mercantil espontáneo.
La filosofía política de Hayek se aproxima a las tesis desarrolladas por Locke en el sentido de que es deber del estado defender el derecho natural a la propiedad privada. El derecho se transforma así en instrumento de protección del orden económico basado en el marcado. En última instancia lo que importa es la defensa del liberalismo, que hace necesario relegar el fundamento de la democracia.
Nace la Sociedad Mont Pelerin
El Think Tank internacional denominado Sociedad Mont Pelerin, tal como lo describe Walter Lippman en su libro The good society, nace en 1938 como consecuencia del acuerdo de varios intelectuales, como Lippman y Hayek de oponerse al keynesianismo triunfante. Según Lippman el colectivismo era el punto de partida de los totalitarismos fascista y comunista. Los gobiernos de las democracias occidentales al comprometerse con las políticas económicas ceden a la tentación planificadora.
Ludwig von Mises, incorporado asimismo al grupo, repudia la idea de la planificación, mientras que el miembro francés del grupo, Louis Rougier, profesor de filosofía de la Universidad de Besancon y principal promotor de la reunión de neoliberales dice que «el drama moral de nuestra época radica en la ceguera de los hombres de izquierda que aspiran a una democracia política y un plan económico sin comprender que ese plan implica el estado totalitario. El drama moral de nuestra época radica en la ceguera de los hombres de derecha que suspiran con admiración por los regímenes totalitarios sin darse cuenta de que el totalitarismo devora la fortuna privada».
Los hombres de izquierda son en su momento echados al cesto de un plumazo por el impacto de un argumento definitivo: la planificación es totalitaria.
El bestial régimen político y económico subyacente a lo largo del proceso de formación de la Sociedad Mont Pelerin tuvo un antecedente filosófico, representado por Bernard Mandeville (1670-1733), un oligarca anglo-holandés que Marivilia Carrasco invocó en su carta abierta al presidente Zedillo. Mandeville aseguraba que la bestialidad y el mal son «el estado natural del hombre», afirmación que inspiró la fundación de la Sociedad que nos ocupa.
Como prueba de esta afirmación está la conferencia pronunciada por Hayek el 23 de marzo de 1966 titulada «El doctor Bernard Mandeville». Según el conferenciaste, Mandeville fue un genio, creador de la psicología moderna e influencia seminal en el pensamiento de Adam Smith.
Quienes se reunieron en Cancún en 1996 pertenecen a esta estirpe de desreguladores criminales, que en su tenida masónica se dedicaron a divagar sobre temas insulsos como los valores familiares, el poder local y el auténtico federalismo. Tras bambalinas los hombres de Zedillo y de la oligarquía mexicana se pusieron de acuerdo sobre la puesta en marcha de un modelo económico en el que convergerían los intereses de los grupos salinistas-maoístas con los del neopanismo. Con este antecedente no debe sorprendernos la coincidencia entre la extrema derecha y los precursores maoístas que dirigen el pensamiento de los mexicanos desde los medios electrónicos.
La sociedad Mont Pelerin en México
La Sociedad Mont Pelerin ha sido un factor decisivo en la formación de la cúpula empresarial que se autodenomina «iniciativa privada». Este proceso de formación es arrastrado desde la época en que los sectores oligárquicos liberales identificados por su pertenencia masónica en el siglo XIX volcaron en guerras intestinas su solidaridad con la Reforma de Benito Juárez, basada en el laicismo negativo de confrontación con la Iglesia católica inmovilista, inhibidora de la expansión mercantil. Una vez que esa iglesia hubo debilitado su hegemonía, la burguesía no tardó en cambiar la marca de su liberalismo, que dio paso a un laicismo positivo de tolerancia relativa a todos los credos religiosos.
Dentro de este espíritu de tolerancia, las cofradías católicas tuvieron que esperar a la segunda mitad del siglo XX para volver a ocupar posiciones directoras en la expansión de un nuevo endoctrinamiento liberal, en el cual la masonería había perdido su carácter de factor fundamental de la expansión capitalista. De tal manera, comenzó a construirse por la vía del fundamentalismo protestante y del integrismo católico el nuevo perfil neoliberal, esta vez multirreligioso, en el que los judíos fundamentalistas acompañan a sus equivalentes católicos y protestantes para construir un proyecto satánico de reconstrucción económica del planeta.
El eje primordial de esta confluencia «transideológica» fue Gustavo R. Velasco, pieza clave en el desarrollo en México de la Sociedad Mont Pelerin y la masonería a lo largo del siglo XX. Paradójicamente uno de los blancos del ataque fueron los capítulos críticos del neoliberalismo tal como fueron expresados por los pontífices católicos Juan Pablo II y Juan XXIII.
Gustavo Ricardo Velasco Adalid (1903-1982), sobrino de Luis Montes de Oca, heredó de éste sus relaciones internacionales, entre las que se encontraba Ludwig von Mises, que ocupó el cargo de asesor de Manuel Avila Camacho, quien presidió al país de 1940 a 1946. También formaron parte de la nómina de relaciones Friedrich von Hayek y los maestros del siniestro sionista monetarista Milton Friedman: Frank Knight y Henry Simon, de la Universidad de Chicago.
Pero más importante que Velasco en la formación del fermento que daría lugar a la constitución de la Sociedad que nos ocupa fue el banquero Luis Montes de Oca (1984-1958), quien fue funcionario en el gobierno de Plutarco Elías Calles (1924-1928) y secretario de Hacienda hasta 1932. Fundó su Banco Internacional en 1941. Su importancia radica en que fue él quien impulsó a Antonio Ortiz Mena, para que se ocupara del ramo hacendario a lo largo de dos sexenios gubernamentales, de 1958 a 1970 y que tendría una voz determinante en la creación del sistema neoliberal mexicano durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).
Gustavo R. Velasco fue un activo ideólogo y dirigente de la llamada iniciativa privada. En su papel de miembro del consejo directivo del Banco Internacional que fundó su tío alcanzó la presidencia de la Asociación de Banqueros entre 1950 y 1951, cargo desde el cual preparó el camino a la proliferación de institutos privados, financiados desde Estados Unidos por fundaciones afines a los gobiernos de Ronald Reagan, George Bush y el actual de George W. Bush. Esos institutos, entre los que sobresale el Instituto de Integración Iberoamericana, presidido por Luis Pazos se encargaron de atacar la rectoría del estado en materia económica y la soberanía nacional sobre los recursos estratégicos. Este ejemplo nos lleva a la Escuela Libre de Derecho desde donde ha operado la Sociedad Mont Pelerin desde su fundación.
La Escuela Libre de Derecho
En 1912, ya iniciada la Revolución Mexicana, un grupo de sobrevivientes de la Sociedad Metodófila Gabino Barreda (organización juarista que impulsaba el positivismo de Auguste Comte) decidió fundar la Escuela Libre de Derecho con el objeto de influir en los gobernantes. En su libro titulado El servicio de la Escuela Libre de Derecho, Gustavo R. Velasco afirma que dicha escuela se fundó para demostrar «que el derecho natural es un ideal, no una realidad; la justicia es el último amparo de los derechos desconocidos y que es imposible determinar qué es justo y qué injusto».
Esta indeterminación fue transferida por Velasco a la economía diciendo que en el ámbito económico no hay un principio que pueda indicarnos si un fin es bueno o malo. Este pragmatismo recién estrenado en México ya había establecido desde que escribió su libro que «la economía de libre mercado provee lo que los consumidores piden... La economía es la libertad de consumir o tal vez de desear, de buscar nuevos satisfactores e incluso de formar nuevos deseos y necesidades».
Según Velasco, la ELD es «una asociación de amigos» en la que convivían católicos fervientes como Agustín Rodríguez y Francisco León de la Barra y liberales recalcitrantes como Miguel S. Macedo y Emilio Rabasa. La Escuela, dice Velasco, estaba destinada fundamentalmente a una élite, es decir, a un grupo selecto, a «un número limitado». Un profesor distinguido del grupo fundador fue Demetrio Sodi, quien fuera ministro de Porfirio Díaz y defensor del asesino del presidente reelecto Alvaro Obregón, en 1928.
Considerado un alumno distinguido de la Escuela, Velasco ocupó su rectoría once años. Desde la ELD Velasco mantuvo el control directo de la presidencia de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), de la que fue uno de sus activos promotores. La Coparmex había sido fundada en el gobierno de Alvaro Obregón (1920-1924) como un sindicato de patrones dispuestos a resistir el intento del gobierno de Obregón de «bolchevizar a México».
Fue el grupo industrial poblano el que tomó el control de esta asociación patronal desde su fundación y lo mantiene hasta la fecha. Por su conducto el neopanismo ha sido llevado a todos los rincones geográficos de México al tiempo que ha establecido corredores industriales con apoyo financiero de origen misterioso.
En 1984 el Centro Internacional de la Empresa Privada (CIPE), de Estado Unidos inició sus donaciones financieras a los organismos empresariales latinoamericanos para que se lanzaran contra el papel rector de la economía que en todas las constituciones liberales latinoamericanas tenía asignado el Estado. En contrapartida empezó el endoctrinamiento a favor del libre comercio y las privatizaciones.
Más tarde se descubriría que el CIPE recibía fondos de la Fundación Nacional por la Democracia, fachada con la que el teniente coronel Oliver North y el Mossad realizaron sus operaciones de intercambio de drogas por armas en el operativo denominado Iran-Contra, que tuvo un escenario privilegiado en la zona del Bajío, es decir, en el occidente de México.
En la Escuela Libre de Derecho también se planearon los pormenores de la relación del delito con la economía cuando entraron en contacto el profesor Diego Fernández de Cevallos con quien sería fiscal federal en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, su alumno Ignacio Morales Lechuga.
Los beneficiarios de los fondos del CIPE fueron:
El Centro de Investigaciones sobre la Libre Empresa (CISLE), fundado en 1984 bajo la dirección de Roberto Salinas-León, quien era a la vez el chairman de la Sociedad Mont Pelerin. El presidente ha sido el actual diputado federal del PAN Luis Pazos, quien ahora está en problemas por haber proporcionado 30 millones de pesos del erario público a Provida.
El Instituto Ludwig von Mises, comenzó sus actividades en 1983, cuyo objetivo es rescatar el nombre y las ideas de la escuela austriaca de economía. El instituto fue controlado por Agustín Navarro, quien fuera asimismo secretario de Relaciones Internacionales del PAN.
Alianza contra la educación pública
Uno de los imperativos de la Sociedad Mont Pelerin es el control de la educación con el objeto de difundir desde temprana edad entre los futuros ciudadanos el «espíritu de empresa» y la adoración al becerro de oro. Ya que se trata de privatizarlo todo es lógico que la educación pública pierda su razón de ser. A ello se dirige una serie de prominentes organismos vinculados al Instituto Ludwig von Mises, que es encabezado por Lew Rockwell y por la Foundation for American Christian Education, presidida por Rosalie Slater.
En torno de estas dos organizaciones convergen grupos latinoamericanos. Alonso Gutiérrez Cortina está a cargo de la sección mexicana; se trata de un empresario cuya familia es un puntal del activismo católico. Por el lado católico también intervienen los caballeros de Malta y los promotores del movimiento provida, que ha capatado a una parte del protestantismo norteamericano que se implanta en el continente americano a través de una intensa evangelización integrista y fundamentalista, es decir, respectivamente católica y protestante.
La estrategia seguida por la alianza multirreligiosa es insinuada por su denominación: Alianza para la separación de la Iglesia y el Estado, un enunciado aparentemente laicista que busca sólo la pérdida del control de la educación por parte de las instituciones públicas para suprimir su carácter gratuito y obligatorio.
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