El fenómeno de las sectas representa hoy una gran preocupación para los Estados, a tal punto que estos establecen estructuras para estudiarlo y combatirlo. Sin embargo, el acostumbrado enfoque de las sectas en términos de manipulación síquica no permite comprender esa preocupación. Las comisiones que han estudiado el problema no proponen una definición precisa de las sectas y no evitan las contradicciones. A menudo observan que la legislación actual es suficiente, aunque piden la adopción de nuevas leyes.
Se puede proponer un enfoque diferente a partir de la observación de las actividades de ciertas sectas en la vida pública. La ingerencia de diferentes grupos en la vida política de algunos países permite, en efecto, comprender mejor la preocupación de los Estados. La especialización de ciertas organizaciones en la formación profesional destinada a empresas sensibles de alta tecnología es, también, particularmente preocupante. Finalmente, los lazos que unen a algunas de ellas con servicios de inteligencia merecen una atención especial. ¿Es posible que ciertas sectas hayan sido infiltradas por esos servicios o son más bien emanaciones de estos?
Este trabajo propone un enfoque diferente, a partir de centenares de documentos oficiales que pueden ser consultados en este sitio. ¿Puede esconderse, tras este «fenómeno de las sectas», una actividad de inteligencia y de influencia política a favor de grupos privados o de ciertas potencias?
El apego de siempre de la Red Voltaire por el laicismo y su lucha por la libertad de expresión y las libertades públicas y privadas son indisociables: el laicismo no es rechazo del hecho religioso, cualquiera que sea este, sino la negativa a dejar que este se convierta en elemento de una doctrina pública o colectiva.
Esta rigurosa distinción entre esfera privada y esfera pública nos anima a presentar una síntesis sobre la cuestión de las sectas y a abordar este asunto de una manera específica. En momentos de moralismos reductores y dicotomías mortíferas, el apego al laicismo constituye una de las más sólidas bases necesarias para comprender las situaciones y lo que está en juego.
Nuestro objetivo no será aquí el habitual y legítimo enfoque en términos de manipulación síquica y física de las personas, o en términos de delito financiero (aunque estos aparecen reflejados abundante y exhaustivamente en los informes oficiales de las comisiones investigadoras), sino el análisis de la ingerencia de esas organizaciones en los sectores de la política y de la vida social así como las reacciones de los Estados e instituciones.
Este enfoque no formula, por supuesto, ninguna apreciación sobre las creencias religiosas, por muy raras o folklóricas que puedan parecer estas, ni se pronuncia tampoco sobre el enfoque subjetivo en términos de «Iglesia» o de «secta».
La imposible definición
El fenómeno de las sectas es una realidad diversa y móvil. Es posible tratar de abordarlo por la tipología, mediante un inventario o en función de la membresía. Es posible tratar de establecer diferentes definiciones, como hacen instituciones y asociaciones de defensa contra las sectas. No es menos cierto por ello que la globalización del fenómeno contribuye a obscurecer la comprensión del mismo.
Tenemos entonces que para el señor Dobbelaere, de la facultad de ciencias sociales de Lovaina, los caracteres definidos por la comisión parlamentaria francesa se aplican a estos grupos e instituciones, desde monasterios hasta empresas pasando por los partidos políticos. Para Luc Nefontaine, de la Universidad Libre de Bruselas, los cuatro criterios mencionados por el ministro de Justicia belga pueden aplicarse a otras comunidades y el señor Denaux, de la Katholieke Universiteit Leuven, estima que otras instituciones pueden querer influenciar o infiltrar el poder político sin ser por ello consideradas como sectas.
Sobre esta imposibilidad de diferenciar formalmente a las sectas de las instituciones consideradas como respetables, el lector acogerá con interés el análisis de la señora Morelli, del Instituto de Estudios sobre las Religiones y el Laicismo de Bruselas. Análisis del que la Comisión de Consulta suiza se hace curiosamente eco al estimar que no es necesario detenerse en el estudio de los más importantes de estos movimientos ya que, al ser de inspiración cristiana, aunque externos a las grandes Iglesias, forman parte de «nuestro» paisaje religioso.
Juristas suizos estiman, por su lado, que la realización de actos ilícitos es más importante que la definición, opinión que comparte el presidente de la Misión Interministerial de Lucha contra las Sectas (MILS): «Una secta es una asociación, declarada o de hecho, de estructura totalitaria, que atenta contra los Derechos Humanos y el equilibrio social (...) Únicamente es tomado en cuenta el comportamiento de un movimiento cuando el mismo va en contra del respeto del orden público, o sea de las leyes, de la Constitución y de las convenciones internacionales ratificadas por Francia».
Uno puede legítimamente interrogarse sobre la confusión entre derechos humanos, equilibrio social y orden público, como también sobre la manera en que se traducen estos en términos de leyes y convenciones internacionales, como si las instituciones creadas con nuestros asociados conformaran un horizonte más allá del cual no se puede ir y representaran la referencia universal.
La reacción de los Estados
El problema de las sectas
El 73% de los franceses considera las sectas como un peligro para la democracia (sondeo La Vie/CSA, febrero de 2000). Sin embargo, aunque las sectas están en expansión, menos del 2% de la población global es miembro o simpatizante de alguna de ellas, ya sea en Suiza, o en Francia (teniendo en cuenta incluso que el estimado se multiplica por dos según la fuente que se tome como referencia: las asociaciones de defensa contra las sectas o les Renseignements généraux [La policía política francesa. Nota del Traductor]). En Bélgica, según el señor Denaux, de la Katholieke Universiteit Leuven, se trata de un fenómeno que concierne cuando más a 40 000 personas, en una población de 12 millones.
Es difícil abstenerse de comparar esas cifras con las de las víctimas de la violencia conyugal o familiar, que registran anualmente decenas de homicidios y miles de casos de maltrato.
Estado de la legislación
Por otra parte, miembros y simpatizantes no quiere decir ni autores ni víctimas de delitos. Es por ello que el delegado general para los derechos del niño y la ayuda a la juventud en la Comunidad francesa de Bélgica ha tramitado solamente siete casos en lo concerniente a las sectas.
La Comisión de Investigación del parlamento belga señala que el arsenal jurídico que existe actualmente permite luchar contra todas las formas de crímenes y delitos imputables a las sectas. El comisario general de la policía judicial belga confirma que la legislación permite el castigo a los delitos cometidos por organizaciones de tipo sectario y el gobierno concluye que, dado que existen actualmente suficientes instrumentos políticos, no es necesario adoptar ninguna política específica al respecto, ni siquiera en lo tocante a la protección de los menores. Misma conclusión en el caso de Suiza.
En Francia, el cuerpo legislativo estima que estamos bajo un régimen que, al tiempo que garantiza la libertad religiosa, permite reprimir todo abuso de parte de movimientos de tipo sectario. Opinión que comparte el poder ejecutivo, a través de Alain Vivien, presidente de la Misión Interministerial de Lucha contra las Sectas, al estimar este que «no hay que crear legislación específica, ya que el arsenal disponible es perfectamente suficiente» (Le Figaro del 29 de abril de 1992).
¿Las verdaderas preocupaciones?
A pesar de todo, la preocupación es grande. La Comisión de Consulta suiza expresa las interrogantes que existen entre la población y por las cuales las autoridades no pueden dejar de interesarse. En Francia, la Misión Interministerial denuncia un órgano de prensa que se hace eco de una «inquietud permanente de la opinión que se cuestiona la capacidad del Estado de derecho frente al fenómeno de las sectas».
La misma misión observa con satisfacción que «algunos abusos de sectas que constituían elementos “irritantes” para la población parisina han desaparecido felizmente» pero se inquieta porque «la situación de algunos (pocos) educadores, miembros declarados y activos de sectas, sigue sin ser resuelta en el plano administrativo, aunque estos no profesen sus convicciones durante las horas de clase».
Lo expresado por la Sección parlamentaria suiza sobre las sectas es un ejemplo: esta estima que existen suficientes bases legales, pero que es difícil castigar expresiones no previstas por la ley y que es por tanto necesario que el Estado se implique para que parecer desorientado. La Sección estima que la legislación debe ser modificada a modo de señal política.
En el acápite «Técnicas policiales especiales», el ministro del Interior belga, que es además vicepriner ministro, declara a la Comisión Investigadora que, al considerar que un grupo que figura en una lista cometerá ilegalidades, se hace necesario actuar antes de que se haya comprobado infracción alguna, con el riesgo que eso implica de ir en contra de la vida privada y de la libertad de asociación.
Irresistible tentación
Aunque el arsenal jurídico disponible ha sido considerado suficiente y para poder proceder contra las sectas a pesar de la ausencia de denuncia, de prueba y hasta de hecho que pueda ser considerado como un delito, los legisladores franceses consideraron oportuno ampliar la ley del 10 de enero de 1936 mediante la introducción de la noción de manipulación mental en el código penal. Jean-Luc Guilhem propone un notable análisis crítico de esta ley y de la tentación que expresa esta de establecer una dicotomía entre, de un lado, sectas diabólicas y, del otro, sociedad republicana virginal.
Desde entonces, dicha ley fue modificada y la noción de manipulación mental fue reemplazada por la de abuso de debilidad, que ya existía.
Ciudadanos entre alineación y control
Al no poder dar una definición adecuada de las sectas y sus prácticas, el Estado y las instituciones elaboran entonces un dispositivo que, en el mejor de los casos, puede calificarse de redundante en relación con los textos ya en vigor o, en el peor, de contrario a las libertades. Tal impotencia y sus consecuencias conducen a interrogantes esenciales sobre las formas de control social que se aplican en nuestra sociedad, interrogantes que Pilles Alfonsi aborda con audacia y lucidez en el artículo «Alineación sectaria y control social, ¿dos caras de la manipulación mental?»
Desde la segunda mitad del siglo XX y la experiencia de los regímenes totalitarios, las lecciones de la Historia impiden a los Estados modernos la adopción de una ortodoxia colectiva. A partir de ahí lo que sucede equivale a tratar de reconstruirla mediante la descripción de nuevas herejías.
La penetración en la vida política y social
Sin embargo, más allá de la legítima y necesaria protección de las personas, para la cual -es necesario recordarlo- estaba previsto el arsenal judicial, la situación es particularmente preocupante en un campo que, precisamente, compete únicamente al Estado.
Sectas, política e instituciones
La voluntad de intervenir en la vida pública, política y social es una constante de las Iglesias. Algo que el Vaticano asume y revindica abiertamente, y que inspira proyectos de ley o acciones judiciales. Pero se hace de una manera más eficaz y discreta que por la vía directa o mediante las parroquias y la comunidad de cristianos que participan en la vida social: a través de la organización de grupos de influencia, el reclutamiento de parlamentarios y mediante la participación directa en las instancias nacionales e internacionales.
El Vaticano se apoya en el Opus Dei, que selecciona y adiestra personal político, organiza la vida política de países o de instancias internacionales, tanto en Europa como en toda América Latina, o actúa internamente en conferencias internacionales, compartiendo sus acciones con otros movimientos y tendencias. Un colaborador científico de la Universidad Libre de Bruselas consigna ante la comisión investigadora del parlamento belga que el Opus Dei presenta efectivamente características propias de una secta. (Sobre el Opus Dei, ver nuestro trabajo «La cruzada del Opus Dei»)
Prácticas inquietantes
El Opus Dei no es el único grupo dado a ese tipo de prácticas, que inquietan tanto a las comisiones investigadoras de los parlamentos francés y belga como a la Misión Interministerial de Lucha contra las Sectas o las Naciones Unidas.
La audiencia ante la comisión investigadora del parlamento belga demuestra que la Orden del Templo Solar, responsable de asesinatos en serie en Canadá, Francia y Suiza, se infiltra en la OTAN para desarrollar una política extremista. Se ve también como la Iglesia de la Unificación (Moon), creada por la CIA, participa en operaciones de gran envergadura reuniendo personalidades e instituciones de primera línea y aportando su apoyo financiero a la presencia del Frente Nacional en las instancias europeas, o, según un testigo de la misma comisión, infiltrándose, en Francia, en el seno del ministerio de Defensa o la DST [Organo francés de contraespionaje. Nota del Traductor].
¿Penetrada o creada?
Es imposible dejar de notar los lazos que mantienen esas sectas con ciertos servicios especiales implicados en operaciones desestabilizadoras de gran envergadura o con diversos organismos (testimonio sobre la OTS, investigación de instrucción sobre la OTS, Moon, Opus Dei después de la Liberación de Francia, Orden de Caballería y Acción Política). Sobre la doctrina y las prácticas de la Iglesia de la Cientología, es muy útil la lectura del informe del Grupo de Trabajo de la Comisión suiza (sobre todo las partes intituladas: historia, creencia, extremismo, política, inteligencia).
Por otro lado, Alain Gest, presidente de la comisión investigadora parlamentaria sobre las sectas, señala que artículos publicados en los más importantes periódicos emanan de investigadores del CNRS y de científicos que tienen relaciones bastantes estrechas con las sectas más importantes. Asimismo, Charles De Vroom, comisario general de la policía judicial belga, reconoce que la Iglesia de la Cientología ha infiltrado la policía.
Tales vínculos, al igual que la defensa de esas sectas por el Departamento de Estado norteamericano (Misión Interministerial de Lucha contra las Sectas - Informe de 2000 y su análisis), justifican que nos preguntemos si tales sectas han sido penetradas, creadas o si sirven de instrumento, nada de lo cual sería sorprendente de parte de organizaciones que tienen en común el hecho de estar basadas en el secreto y la influencia.
Instituciones sensibles y empresas como objetivo
Como señala la Misión Interministerial de Lucha contra las Sectas, la penetración de estas últimas en la vida social se observa «casi universalmente en los ‘viveros’ excepcionales de influencia y de recursos que constituyen la formación profesional y la psicoterapia».
La envergadura y la eficacia de tal penetración en el mundo de la salud son inquietantes, tanto entre los pacientes como entre los médicos, revela la comisión investigadora del parlamento francés. La comisión belga se refiere incluso al interés de un ex-ministro francés de Salud hacia una de esas sectas que controlaba además una revista de salud de circulación popular y la realización de coloquios. (Sobre el tema de la salud, ver también «Las sectas al asalto de la salud»)
La comisión investigadora belga aporta un importante testimonio sobre la presencia de la Sociedad Antroposófíca en los sectores de la pedagogía, la salud, la acción social y el comercio.
También en lo tocante a la penetración de las sectas en la sociedad civil, la comisión investigadora del parlamento francés se refiere a tres importantes movimientos de tipo sectario que se han dedicado a la creación de establecimientos privados de enseñanza primaria y secundaria o a hacerse del control de estos fuera de contrato.
¿Adeptos ciegos o «submarinos»?
El proselitismo dirigido a un público especialmente sensible, el trabajo destinado a atraer fondos y el establecimiento de un vivero de reclutamiento de elites parecen ser objetivos, mientras que la formación profesional constituye «uno de los yacimientos principales de influencia y de recursos de las organizaciones de tipo sectario» (Misión Interministerial de Lucha contra las Sectas).
Pero la obtención de un contrato de formación abre también las puertas de sociedades y empresas a quien tenga como objetivo recoger información, orientar la toma de decisiones e informar, señala la Misión Interministerial. Al detallar las sectas que se dedican a ese sector, la comisión investigadora del parlamento francés cita varias empresas entre las cuales se encuentran IBM, Thomson CSF, EDF y la central nuclear de Bugey.
En un importante trabajo sobre la secta Elan Vital [Impulso Vital] del gurú Maharaji, Gilles Alfonsi señala alrededor de cincuenta empresas, y no precisamente de las más pequeñas e incluso de sectores sensibles, que han recurrido -o recurren aún- a la estructura de adiestramiento de esa secta.
Citemos de nuevo la comisión investigadora del parlamento francés que se refiere a la Soka Gakkai (secta originaria de Japón, donde fundó un partido) de la que se sospecha que recoge información en el sector nuclear y sobre las nuevas tecnologías, a otra secta que hacía trabajo de proselitismo entre el personal de una empresa de alta tecnología dependiente del ministerio de Defensa y a la penetración por otra secta del personal dirigente de las centrales nucleares durante el desarrollo de cursos de formación profesional.
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