Al cardenal Josef Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI, le tocó crecer y formarse en plena época del auge y derrota del nazismo.
En 1931 se enroló en la “Hitler Jugend” (Juventudes hitlerianas), una organización paramilitar destinada a formar a los jóvenes alemanes en la doctrina fanática del nacionalsocialismo germano.
En 1939 fue reclutado como soldado en el ejército alemán. Sin embargo, al ver que la Wermacht se derrumbaba, eligió el camino de la deserción. Capturado por tropas aliadas, fue enviado a un campo de prisioneros de guerra.. Al salir en libertad, su actitud había cambiado y logró ser aceptado en el antiguo y riguroso seminario Michael de Traunstein. Fue ordenado sacerdote y se dedicó a intensos estudios teológicos.
Algunos vaticanólogos han mencionado la continuidad conservadora con el período de Juan Pablo II. Desde luego, ambos también tenían en común el hecho de haberse formado en los tiempos de la Segunda Guerra y la Guerra Fría., en tiempos de totalitarismo y bloques sólidos. Wojtyla experimentó en Polonia la ocupación nazi primero y la ocupación soviética después. Mientras Ratzinger experimentó el totalitarismo alemán y su caída desde adentro, incluyendo la falsedad y vulnerabilidad del mesianismo en una potencia militar imperial.
Ambos se formaron enfrentando la mentalidad de bloque y trasladaron esa psique a la Iglesia Católica, cerrando toda posible puerta a las reformas que los tiempos modernos y globales demandan a los dogmas religiosos. Por algo Juan Pablo II eligió a Ratzinger para hacerse cargo de la Congregación de la doctrina de la fe, que es como la sutil e hipócrita burocracia y papeleo que la Iglesia llama hoy a lo que fue la Santa Inquisición.
Aun en su conservadurismo, Ratzinger se considera ecumenista y ese puede ser su principal rumbo en la globalidad.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter