En el futuro se van a desplegar armas en el espacio, aunque no las haya hoy, en particular, los interceptores orbitales que en opinión del general Henry Obering podrían formar parte del sistema de defensa antimisil estadounidense a largo plazo.
Lamentablemente, los milagros se producen sólo en los cuentos, no en el mundo real de la alta tecnología que se mueve a partir de una lógica propia. Siguiéndola, el teniente general Henry Obering, director de la Agencia de Defensa Misilística de EE.UU., afirmó que las nuevas amenazas globales plantean la necesidad de crear un escudo espacial de sistemas defensivos. Obering hizo esta declaración al intervenir en la tercera conferencia anual sobre la defensa antimisil (DAM) que tuvo lugar en Washington a mediados de abril pasado.
Ello significa que a futuro se van a desplegar armas en el espacio, aunque no las haya hoy, en particular, los interceptores orbitales que en opinión de Obering podrían formar parte del sistema DAM norteamericano a largo plazo.
En cierto sentido, Rusia se esperaba alguna declaración por el estilo. «El despliegue de los elementos de espionaje y choque en el marco de la defensa antimisil en el espacio bajará el umbral del peligro bélico en el mundo e impulsará la carrera de armamentos espaciales» - había advertido en enero Vladímir Belous, colaborador jefe del Instituto de economía mundial y relaciones internacionales de la Academia de Ciencias rusa, durante su intervención en un seminario sobre el problema de la militarización del espacio organizado en el moscovita Instituto de investigaciones espaciales.
Desde entrada, el programa DAM implicaba la amenaza inevitable de que en el espacio se instalaran los sistemas de choque, a pesar de que hace poco el presidente Bush afirmó lo contrario. Dicho programa resulta simplemente inconcebible sin estacionar en los aparatos espaciales la práctica totalidad de los componentes de información y reconocimiento, o sea, los ojos y los oídos del sistema que, a su vez, requieren de alguna protección.
Durante su visita a Ottawa poco antes del Año Nuevo, Bush aseguró al primer ministro de Canadá que EE.UU. no tiene la intención de instalar armamentos en el espacio pero, repito, no hay milagros en el mundo material de las tecnologías militares.
Cuando se presenta una innovación, primero es necesario protegerla de forma adecuada, y segundo, esperar a que aparezca alguna contramedida todavía más eficiente. Poniéndose encima los cinturones de tecnologías defensivas que supuestamente son útiles, la humanidad puede perder poco a poco el control sobre los inventos propios.
Pero existe una solución. El 19 de abril,uno de los mejores expertos rusos en materia de las armas estratégicas, Alexey Arbatov, afirmó que «Estados Unidos, más que cualquier otra nación, depende en lo militar del funcionamiento normal de los sistemas auxiliares basados en el espacio, y no quiere obviamente que otros países - Rusia y, a largo plazo, China y los demás - desarrollen equipos capaces de destruir los objetivos espaciales, entre ellos, los norteamericanos».
Se podría hacer un intento, en opinión de Arbatov, por convencerle a Washington de que las restricciones legales y los acuerdos internacionales garantizan la seguridad de los sistemas espaciales mejor que las armas estacionadas en el espacio para defender tales equipos pero las cuales ponen en peligro los aparatos espaciales pertenecientes a otros Estados.
«Rusia tendrá que revisar su política aplicada a lo largo de estos últimos años a favor de una línea más enérgica, lo cual podría salvarnos a todos contra una amenaza nueva que también representa un problema serio para Rusia: el despliegue de los medios destructivos en el espacio» - señala Arbatov. La verdad sea dicha, Moscú ha formulado ya una iniciativa en este sentido.
Ya en octubre pasado, en el marco del Primer Comité del 59º período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, Rusia anunció de forma unilateral y sin presentar condiciones algunas que nunca será la primera en desplegar las armas de cualquier clase en el espacio extraterrestre y exhortó a todas las potencias espaciales a seguir este ejemplo.
En caso de que la iniciativa rusa tenga respuesta, la idea de que alguien puede lograr superioridad sobre los demás pasará definitivamente al campo de ficción.
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