El uso de la palabra «cierra» en el encabezado no es casual. Y no porque la «ventana veraniega» que EE.UU. escogió para colocar en la órbita el Discovery, su primer transbordador espacial después de la catástrofe del Columbia, «se ha reducido ya hasta el tamaño de una ventanilla», según la expresión acertada de un funcionario ruso del Centro de Control de Vuelos.

Es la ausencia de un programa claro de la ulterior explotación de los transbordadores Space Shuttle lo que lleva a esta conclusión poco alentadora para la astronáutica estadounidense.

Es universalmente conocido que los transbordadores espaciales norteamericanos serán discontinuados para el año 2010. Para las mismas fechas se tenía previsto completar la construcción de la Estación Espacial Internacional (ISS), otra vez, con la ayuda de los transbordadores estadounidenses que eran la pieza clave en el programa de este complejo orbital. Cuando al frente de la NASA estaba Sean O’Keefe, se calculó que era preciso realizar para ello veintiocho misiones de transbordadores.

Lo cual significa que en el tiempo que queda habría que efectuar seis lanzamientos al año, o incluso más. Habida cuenta del actual estado del programa Space Shuttle, tal ritmo parece poco probable. Recordemos que el año más fructífero para los Shuttle fue 1985, cuando EE.UU.
realizó nueve lanzamientos, aunque en aquel entonces había cuatro vehículos orbitales, y ahora están solamente tres.

Finalmente, el problema no es éste. El nuevo dirigente de la NASA Michael Griffin tardó más tiempo en familiarizarse con su oficina que en revisar a la baja la cifra de vuelos prevista originalmente. Se supone que una comisión especial definirá en septiembre próximo el número de las misiones necesarias para la ISS. La agencia espacial rusa Roscosmos, cuyos representantes habían reaccionado a la cifra anterior con un justo «faltan unos cuantos más», ni siquiera comentan la próxima decisión. Es obvio que la cantidad de misiones previstas inicialmente tampoco habría sido suficiente. De esta manera, todo indica que la disposición estadounidense para completar la construcción de la ISS no pasa de ser una «declaración de intenciones».

Unas cuantas palabras acerca de las intenciones en sí. A diferencia de 1985, los actuales transbordadores espaciales están destinados exclusivamente para las necesidades de la ISS. Se ha demostrado que resulta mucho más económico colocar en la órbita las naves espaciales con la ayuda de los propulsores desechables, incluidos los de producción rusa. El pasado 18 de mayo, Griffin dejó trasver la actitud de la NASA a la Estación Espacial Internacional. Dirigiéndose a la Comisión del Senado para la Ciencia y la Astronáutica, Griffin lo expuso todo en términos políticamente correctos pero inequívocos. «La estación es limitada en su potencial de investigación».
La falta de pragmatismo es algo que difícilmente podría achacarse a los americanos, y sería cuando menos poco perspicaz suponer que EE.UU. hará lo posible en beneficio de la cooperación internacional o en aras de una idea en que no cree.

¿Qué sentido tiene entonces gastar recursos en un viejo sistema de transporte, arriesgando la imagen de la nación y, lo que es más importante, la vida de sus mejores representantes. Conste que el programa de la modernización del Discovery nunca se ha llevado al término. ¿No sería más conveniente acaso centrar los esfuerzos en el desarrollo de una nueva nave?

Por supuesto que sí. Griffin participó a los senadores su intención de desviar una parte de los fondos desde el proyecto de la ISS al desarrollo del CEV, nuevo vehículo tripulado de exploración. Cuando uno de los senadores pidió al director de la NASA especificar las principales actividades de investigación a bordo de la nave, Griffin dijo que en la estación podrían llevarse a cabo los tests del hardware y algunos experimentos científicos.

Resumiendo su discurso y, a la vez, la participación americana en el programa de la ISS, Griffin añadió que también sería posible realizarlo todo con éxito en la Tierra. «Si no hubiéramos tenido la estación, probablemente habríamos optado por ello, pero puesto que la tenemos, miraremos las oportunidades para usarla» - dijo él.

De esta manera, se nos sugiere que los transbordadores seguirían volando periódicamente para que haya algunas personas en el espacio. Hasta la fecha, los norteamericanos no han encontrado otros objetivos para la ISS. Desde el punto de vista lógico, la conclusión es evidente. Claro que también está la política, etcétera.

Los cálculos más optimistas indican que el nuevo vehículo tripulado CEV no podrá despegar antes de 2014, incluso si EE.UU. se empeña en acelerar las obras a costa del programa de la ISS.

Y hasta entonces, nada de misiones tripuladas.

Fuente
RIA Novosti (Rusia)

Ria Novosti 25 de julio 2005