Egipto acaba de vivir sus primeras elecciones pluralistas, aunque la modificación de la ley electoral fue tan tardía que los partidos políticos no tuvieron tiempo de constituirse eficazmente. Dichas elecciones tienen lugar en un contexto de cierre del reinado del presidente Hosni Mubarak, quien prepara su propia sucesión como quien se retira de la escena caminando de espaldas, y de presiones que Washington ejerce sobre Egipto. Algunos halcones no escondieron sus deseos de derrocar al actual presidente, pero éste hizo numerosas concesiones a Washington y Tel Aviv. En ese marco, la campaña electoral egipcia fue para el poder y la oposición una excelente ocasión para acusarse mutuamente denunciando la dependencia de su adversario en cuanto a la potencia estadounidense. En efecto, si los que ocupan el poder en El Cairo dependen de los subsidios estadounidenses al extremo de no estar en posición de negar nada a Washington, un sector de la oposición goza también del apoyo monetario del Departamento de Estado.
En el sitio Egyvote.20at.com, el escritor y periodista egipcio Ahmed Fathi expone la forma en que Estados Unidos financia ampliamente el medio asociativo encargado de supervisar las elecciones. Según el autor, ciertos grupos recibieron fuertes sumas por «formar» observadores, prácticas que recuerdan aquellas que antecedieron a las «revoluciones de colores».
La actitud de Freedom House, organización que dirige el ex jefe de la CIA, James Woolsey, y que desempeña un papel primordial en los cambios políticos ocurridos en Ucrania y Georgia, recuerda asimismo las premisas de las operaciones de Kiev o Tbilisi. En el sitio de la organización aparece hoy un artículo que afirma por adelantado que la elección no será libre y expresa su apoyo a Keffaya, un grupo heterogéneo de opositores que exigen el fin del reinado del presidente egipcio. A pesar de ello, la «ONG» se regocija sin embargo de la movilización de los egipcios en torno al proyecto democrático.
Sin embargo, nada permite afirmar que se haya previsto desestabilizar al Cairo y que no estemos asistiendo más que a una simple intimidación.

En el diario Al Ahram, publicación perteneciente al Estado, el presidente Hosni Mubarak expone su programa y afirma su propia independencia en una entrevista más que complaciente que le hace Osama Sarava, redactor-jefe del diario. El presidente-candidato afirma que la reforma política egipcia es totalmente endógena y que no tiene nada que ver con presiones de una potencia extranjera. Si tiene lugar en este momento es únicamente porque el trabajo realizado durante 24 años para adaptar las estructuras económicas y estabilizar el país está dando resultados. La entrevista busca además tocar la fibra patriótica al presentar Egipto como una gran potencia regional.
Esta maniobra un poco vulgar de propaganda política refleja el control que ejerce el poder sobre los medios de difusión en el marco de la campaña. A la inversa, en la prensa internacional es la oposición egipcia la que monopoliza el análisis sobre las elecciones.

En primera fila de los opositores mediáticos se encuentra el omnipresente Saad Edwin Ibrahim. Este autor, opositor egipcio, es un experto del Project Syndicate y de Benador Associates, lo cual le garantiza una amplia audiencia. Recientemente, el 1ro de septiembre, el subsecretario de Estado norteamericano para los asuntos europeos y euroasiáticos, Daniel Fried, le rindió homenaje en un discurso pronunciado en París.
La tribuna de Saad Ibrahim aparece en el Taipei Times, el Jerusalem post, Le Figaro y el Daily Star, en espera de su probable publicación en otros diarios. El análisis que desarrolla el autor es muy parecido a los de la Freedom House. Denuncia de antemano un fraude electoral y ridiculiza al presidente Mubarak, quien se niega a permitir que los tribunales supervisen las elecciones. Sin embargo, se regocija ante la actitud de los egipcios y ve en esta elección el principio del fin de una tiranía.
Otro opositor muy conocido, Hossam Bahgat, ex periodista del Cairo Times que se dio a conocer mediante la denuncia de arrestos de homosexuales, denuncia los resultados de Hosni Mubarak en materia de derechos humanos en el Daily Star y The Guardian. Sin embargo, adopta estrategias de comunicación muy diferentes en cada diario. En el primero, llama al nuevo equipo, más joven, encargado de la campaña de Hosni Mubarak, a emprender un cambio de estrategia y a convencer al presidente de luchar contra la tortura. El texto da la impresión de que el autor atribuye esas prácticas no a una directiva gubernamental sino a individuos aislados que, desgraciadamente, el Cairo no ha castigado. Por el contrario, en el Guardian, el mismo autor pide al gobierno británico que aproveche su mandato como presidente de la Unión Europea para presionar a Egipto y convencerlo de renunciar a la tortura así como de dar más transparencia al escrutinio. En este otro texto se acusa al propio régimen. De paso, el autor lanza una advertencia a Londres: el Reino Unido perderá toda credibilidad si adopta leyes terroristas contrarias a los derechos individuales.

Rifaat Said, presidente del Tagammu, partido de la oposición egipcia de izquierda que llama a boicotear las elecciones, explica su estrategia en entrevista concedida al diario comunista francés L’Humanité. Para él la elección no es más que una reforma cosmética del poder para crear una ilusión de democratización. Por consiguiente, se niega a participar en lo que considera una farsa. Denuncia el discurso de democratización que despliega el poder. Según él, Mubarak tiene las manos atadas por Washington y se ha visto obligado ya a enviar un embajador a Irak, a conceder la venta de gas a Israel y a aceptar una visita de Ariel Sharon. Actualmente Estados Unidos utiliza las elecciones para mantener a Egipto bajo su control concediendo o quitando puntos democráticos según la política aplicada.
La opositora Aida Saif Ad-Dawla encuentra también una tribuna en la prensa europea de izquierda. En una entrevista que publica JungeWelt, diario comunista de la ex RDA, denuncia con virulencia las maniobras del poder tendientes a falsear el resultado del escrutinio. Se felicita, sin embargo, ante la importancia del movimiento opositor.

En Asharqalawsat, el redactor jefe, Abdelrahmen Al Rachid, no acepta, por su parte, las críticas contra la elección egipcia. Para él, este voto representa un avance cuya importancia no debe ser ignorada. Aunque el resultado de la elección esté determinado de antemano, esta última es, en sí misma, portadora de una apertura para todo el mundo árabe.