Si alguien le dijera a usted: “no vea televisión, hágala”, ¿cómo lo tomaría? Seguramente como una broma, pero para los venezolanos, hace tiempo que esa frase se convirtió en una provocación, en una consigna que había que seguir, porque como ilustra el periodista, escritor y poeta, Earle Herrera: “si usted quiere saber la verdad de lo que ocurre en Venezuela, no pretenda averiguarlo en sus grandes medios de comunicación”.

Hoy, la patria de Bolívar vive una explosión de medios alternativos y comunitarios, que han resuelto entregarle la palabra al pueblo, pero no solo la palabra, sino también la imagen. Actualmente en Venezuela existen más de 50 televisoras comunitarias, cuya señal cubre espacios locales y en las que la participación comunitaria para la elaboración de los mensajes es el principio que guía su acción.

Una de las más importantes televisoras de este tipo es Catia TV, que jugó un importante papel durante la restitución del poder al presidente Hugo Chávez, luego del frustrado golpe de Estado por parte de la oposición, en abril del 2002, pues participó en la reactivación de la señal del canal del Estado, único con cobertura nacional que podía informar lo que realmente sucedía en esos intensos momentos.

Catia TV existe desde hace seis años, aunque son cinco de salir al aire, pues su señal sufrió una interrupción el 10 de julio de 2003, que duró un año y que se produjo por disposición de un alcalde del Municipio Libertador, que era de la oposición a Chávez.

Gladys Castillo, periodista fundadora de Catia TV, que trabaja en la dirección Comunitaria del canal, recuerda todo lo que tuvieron que soportar en esa época. “Un jueves, cuando yo iba a cubrir mi guardia en transmisión, me encontré con que no podía abrir la puerta porque estaba sellada con ‘pegaloca’ (un pegamento resistente) y una sustancia que picaba los ojos; yo no atinaba qué hacer porque, como siempre, lo único que cargaba era lo justo para mi pasaje. Pero como yo era amiga de toda la gente que estaba en los alrededores, que vendía perros calientes y tenía teléfono, se los pedí prestado; llamé a Ricardo, a Blanca, a Gabriela (que actualmente está en Telesur); llegaron y llamamos a la policía, hicieron una investigación, pero al final no nos hicieron caso porque éramos chavistas”.

En la siguiente semana, el alcalde ordenó secuestrar los equipos, y lo hizo sellando con suelda la puerta del local. Hasta ahora existe un expediente abierto para ubicar a los responsables de esta acción, que mereció el repudio del pueblo venezolano y la solidaridad internacional. Al cumplirse exactamente un año, Catia TV volvió al aire, y lo hizo con más fuerza, pues si antes tenía solo cuatro parroquias, regresó teniendo el doble; actualmente cubre 18 parroquias de Caracas.

La clave: entregarle la pantalla a la comunidad

“Aquí nadie tiene que ser profesional para usar los equipos. Y si es profesional, está en la obligación de transmitir sus conocimientos”. Con esa sentencia, Gladys Castillo explica que su canal está integrado por personas de la comunidad, que han sido capacitadas e integradas a Catia TV a través de un sistema de Equipos Comunitarios de Producción Audiovisual Independiente (ECPAI).

La cosa comienza cuando un barrio (que generalmente son de aquellos ubicados en los cerros de Caracas) comprende que sus problemas deben ser conocidos por las autoridades y por la gente, o que sus experiencias deben servir para mejorar en algo la realidad de otros sitios; entonces, la comunidad se organiza en sus instancias naturales, como el comité barrial, y llama a los representantes de Catia TV a una reunión para recibir una explicación de qué propósitos mueven al canal y cómo funciona su trabajo con la comunidad, así como también para explicarle la problemática que vive el barrio. Se hace una asamblea general y se resuelve la constitución de un ECPAI, que debe asistir a un proceso de capacitación en comunicación y labor comunitaria, durante tres sábados y tres domingos seguidos. Lo primero está destinado a enseñar cómo manejar los equipos y algunos conceptos sobre televisión, y lo segundo es la entrega de herramientas a la población para integrarse de mejor manera a los procesos políticos de participación comunitaria, algo en lo que también está interesado el gobierno.

El ECPAI es el que define y elabora su programación. Una vez que sus miembros aprenden a utilizar las cámaras, Catia TV les presta los equipos para que puedan salir a grabar lo que van a difundir de su sector, y luego regresan al mismo canal a editar el material. “Mientras ellos no tienen sus equipos propios, nosotros les prestamos, pero si ellos hacen créditos o buscan sus patrocinios propios, que son una opción aceptada, entonces pueden comprar su propia cámara y su propia editora. De hecho, hay varios ECPAI que tienen cámaras, más adelante quizás puedan adquirir equipos para editar”, comenta Gladys.

Esta periodista alternativa conoce de la problemática barrial porque también es parte de la dirigencia de su barrio. “Yo pertenezco al comité de infraestructura en mi sector, ahí hay varias mesas de trabajo y cada una realiza su labor para luego reunirse al mes o cada quince días, para ponernos de acuerdo en los planteamientos que tenemos que hacer, y nos vamos a las diferentes instituciones a las que tenemos que ir. Por eso les damos orientación a los barrios que no han tenido esta experiencia, porque sabemos cómo se hacen las cosas”.

Aunque el grueso del contenido de la programación hecha con este sistema se produce por iniciativa de la comunidad, el canal también realiza sus propios trabajos, con sus propios enfoques. Esto les ha traído confrontaciones en algunas ocasiones, con sectores poderosos que atentan contra los derechos de las personas. Así, Catia TV se involucra en la problemática de los trabajadores de una fábrica, así como con las denuncias en los barrios, que involucran incluso a autoridades. Al momento de decidir qué enfoque se le da a la información, se realiza una reunión del equipo de planta del canal y se sale al aire con esa opinión.

“Cuando hace falta, nos metemos en conflictos, porque, por ejemplo, cuando el coordinador de salud no está haciendo el trabajo como se debe, y tiene cierto enfrentamiento con su equipo, entonces son ellos los que nos piden que grabemos la discusión que tienen, y luego cada parte nos dice su versión. Siempre confrontamos las fuentes, para que ellos mismos sean los que digan su verdad”.

Catia TV es una muestra de lo que los pueblos pueden hacer cuando resuelven confiar en sus capacidades y, sobre todo, cuando han decidido cerrarle los ojos a la falsa imagen que transmiten los canales de la oligarquía.

La seducción de lo real puesto en escena

El imperialismo no solo nos ha robado nuestro trabajo y nuestra vida, también nos ha robado la palabra; y, con el desarrollo y la masificación de la tecnología audiovisual, nos ha robado también nuestra imagen. Hemos sido entrenados, como dice Eduardo Galeano, para vernos con ojos extranjeros. Por ello, quien ofrece liberar nuestra imagen, para recuperar la capacidad de vernos, de reconocernos, se convierte en un nuevo referente de lucha, junto al cual no pocos estarían dispuestos a caminar.

Telesur, una empresa multiestatal, en la que participan los gobiernos de Venezuela, Cuba, Argentina y Brasil, busca ser la encarnación de esa promesa de libertad de la imagen. Por ello, a pocos días de que su señal viera la luz, desde el norte se lanzó un primer misil: la Cámara de Representantes de EE UU aprobó una insólita resolución según la cual se crean mecanismos para difundir en Venezuela “noticias precisas, objetivas y completas”, a través del apoyo a “medios de comunicación independientes”, por un monto de 18 millones de dólares. A esto se suman las críticas, que han llegado a sugerir incluso que Telesur respalda o es parte de grupos terroristas como ETA.

Lo cierto es que los mensajes de Telesur han causado sorpresa, sobre todo por frases como: “Vernos es reconocernos, reconocernos es respetarnos, respetarnos es aprender a querernos, querernos es el primer paso para empezar a integrarnos. Si la integración es el propósito, Telesur es el medio”. Mensajes que en sus spots promocionales muestran creativas construcciones semióticas, como aquella del famoso baile de las sillas, en el que varios niños giran alrededor de unas sillas que poco a poco van retirándose. La diferencia del juego con el spot es que mientras menos sillas quedan en el set, más comparten espacio los niños; al final, todos se sientan en una sola silla y el mensaje es: “Aquí cabemos todos”. Uno de esos spots puso nerviosos a los críticos; pues aparece una chica en la ducha tarareando una canción con la sílaba ETA... ¿Cuestión de publicidad? Quién sabe, pero si lo es, ha quedado claro que dio resultado: todo el mundo habló de ello.

Telesur está en una fase de despegue, y requiere todo el impulso posible. El presidente Chávez lo sabe, por ello no desaprovecha ningún espacio público para abrir caminos en los países de la región, con la oferta de una señal gratuita y de contenidos variados.

En Ecuador ya se ha comenzado a hablar de esta tarea, en la que se reconoce la necesaria labor de los medios de comunicación alternativa para tender puentes, para poner luces. En eso OPCIÓN está comprometido; así lo ha estado desde que apareció en la conciencia de los pueblos de este país hace más de cuatro años.

No creemos que haga falta inventar discursos que nos muestren, que nos permitan vernos como ecuatorianos, que expliquen quiénes y cómo somos, porque ese discurso vive en las luchas que han protagonizado y protagonizan los pueblos, día a día, en todos los planos, por “asaltar el cielo”.

Un abreboca:

Noticiero:
Cobertura periodística completa, veraz y responsable. Una agenda informativa propia, contextualizada y balanceada. Emisiones durante las 24 horas. Profesionales de todo el continente registran paso a paso los acontecimientos.

La revista:
Revista informativa matinal. La noticia en contexto. Análisis y comentarios acerca del acontecer diario de la región.

Franja periodística:
Un agudo complemento para la noticia. Crónicas, entrevistas, reportajes, expedientes, investigaciones.

Avances:
Micros noticiosos cada hora permitirán seguir en detalle el desarrollo de los acontecimientos.

Memorias del fuego:
Revisión de los procesos histórico-sociales que han contribuido a la conformación de la identidad del latinoamericano.

Subte:
La experiencia de (sobre) vivir en la metrópoli latinoamericana. Crónicas de lo cotidiano. Cultura urbana.

Trabajo y tierra:
Tradición y modernidad aplicadas al trabajo agropecuario. Las labores de la tierra y sus protagonistas.

Maestra vida:
Rostros y caracteres de los habitantes de este continente. Perfiles de personajes y personalidades latinoamericanos.

Sones y pasiones:
Música popular latinoamericana: del tango al bolero, del son al vallenato, de la bossa nova al danzón, del joropo al merengue...

Memorias en desarrollo:
Cine clásico latinoamericano: de Cantinflas a Tomás Gutiérrez Alea, de Román Chalbaud a Daisy Granados, de María Félix a Glauber Rocha, de Emilio Fernández a Juana Sujo, de Gabriel Figueroa a Jorge Sanjinés, de Pedro Armendáriz a Miguel Littín, de Arturo Ripstein a Libertad Lamarque, de Patricio Guzmán a Fernando Solanas... Las grandes obras de nuestro cine presentadas en contexto.

Marca Pasos:
Itinerarios de viaje a través de Latinoamérica. Pueblos y ciudades de la región como destinos turísticos. Rutas ecológicas y culturales. Guía práctica para disfrutar Latinoamérica.

Documentada:
Largometrajes documentales.

Nojolivud:
Películas contemporáneas producidas en países no latinoamericanos y ajenas al sistema hollywoodense.

Telesurgentes:
Pensamiento y acción social. Lucha de los pueblos por sus reivindicaciones. Alternativas de organización, expresión de los movimientos sociales latinoamericanos.

Voces en la cabeza:
Nuevas tendencias musicales latinoamericanas: hip hop, rap, rock, pop, punk, ska, raggamuffin, electrónica...

Cinexcepción:
Películas de estreno. La actualidad cinematográfica en nuestra pantalla.