¿Qué puede estar ocurriendo como para que la cuasi unanimidad de la prensa nacional “ignore”, hasta hoy, el severo cuestionamiento público que hizo Alan García Pérez, candidato presidencial del aprismo, a Javier Pérez de Cuéllar y su presunto asentimiento a la tesis chilena sobre límites marítimos con nuestro país basados en el paralelo geográfico? ¡Es un inequívoco asunto de Estado! ¡Y no hay gloria, pergamino, hoja de vida –o prontuario- que pueda invocarse para no tratar públicamente un capítulo muy grave!
Hay silencios que acusan directamente a quienes debían, por la salud cívica del Perú, desarrollar, cuestionar y esclarecer in extenso, semejante tema que, por razones misteriosas, está bajo toneladas de un silencio que acusa directamente a sus fautores.
Si casi todos los directores de diarios, programas radiales o televisivos, están conchabados en una muy cuestionable neumática de silencio, por intereses incomprensibles, pero evidentemente ajenos al que debía primar para información de todo el país, es un asunto de ellos. Tendrán que responder ante el tribunal de la opinión pública del porqué de su mudez, del porqué de su pusilanimidad y del porqué de tanta ignominia. En cambio, sí magnifican crecimientos políticos para aterrorizar bajo supuestos falsos a sectores ciudadanos.
En su programa César Hildebrandt dio valiente cuenta de una facilidad territorial otorgada por Allan Wagner cuando fue canciller, la isla de Caana, en el Lago Titicaca, a favor de Bolivia. Esta desconocida acción tuvo refrendo gubernamental. ¿Pueden los cancilleres o gobernantes disponer del país sin autorización expresa, directa y escrita y no oculta o secreta? ¿No hay aquí un hecho punible? El homenaje que los otros medios han dispensado a la revelación de Hildebrandt, para variar, ha discurrido sobre el silencio que se auto-inculpa, por la avenida vergonzosa de la mudez más increíble.
¿Por causa de qué el diplomático Javier Pérez de Cuéllar, esté donde esté, no aclara lo dicho por Alan García Pérez? No puede olvidarse que hay una contradicción flagrante: el mismo Pérez de Cuéllar planteó hace años la adhesión del Perú a la Convención del Mar. ¿Cómo, si admitió la tesis chilena, pudo actuar en dirección absolutamente distinta y contradictoria? Porque, hay que subrayarlo, la Cancillería peruana sostiene que NO hay delimitación marítima con Chile.
Cuando un perro es condenado por ladrar demasiado en el norte del Perú, la prensa acoge la “noticia” con alborozo y le regala espacio en diarios, radios y televisión. Pero cuando el señor Alan García Pérez, uno de los candidatos que puede volver a ser presidente enuncia con nombre y apellido el probable –y en caso de ser cierto, abyecto- error de un ex candidato presidencial, ex secretario general de NNUU, ex canciller como Javier Pérez de Cuéllar, pasa todo lo contrario: porque sólo se esgrime el silencio. ¡Un silencio que acusa!
Si otros han vendido su alma y conciencia; si otros prefieren los charcos de la vergüenza traidora que embiste contra los sagrados intereses del Perú; si hay quienes no merecen llamarse periodistas, aunque se tilden a sí mismos como los “formadores de opinión”, “analistas”, “estrategas”, “internacionalistas”; es un asunto de pandilleros que con su silencio así lo confirman. ¡Qué bueno no estar entre esos despreciables y qué satisfacción da cumplir con los irrenunciables derroteros de defender a la Patria desde la modesta tribuna que uno tiene! ¡Que no olviden aquellos que su silencio siempre será recordado y que habemos aún gente con muy buena e insobornable memoria!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
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