En un estudio realizado para la conferencia Axis for Peace 2005, Viktor Litovkin analiza la recuperación militar de Rusia. Para el conocido experto, no se trata de responder al rearme de los Estados Unidos ni de preparar una aventura imperial, sino de dotarse de los medios indispensables para resistir a las presiones y chantajes de Washington. Este rearme, tendiente a garantizar una nueva multipolaridad del mundo, se lleva a cabo en cooperación con otras grandes potencias.
El Ejército y la industria de Defensa en Rusia se están recuperando gradualmente de la prolongada crisis de los años 90 y empiezan a reconstruir el potencial perdido.
Al intervenir el pasado 9 de noviembre en una reunión de los altos mandos del Ejército y la Armada, Vladímir Putin constató con mucha satisfacción que las FF.AA. se están desarrollando ya a un ritmo estable. Y el presidente de Rusia tenía ciertos motivos para hacer semejante observación.
A principios de noviembre, el titular de Defensa Sergey Ivanov y el Jefe del Estado Mayor General, Yuri Baluevski, informaron al presidente, quien es Comandante en Jefe de las FF.AA., sobre los exitosos ensayos del nuevos sistema de misiles estratégicos RT-2PM2 Topol-M, o SS-X-27 Sickle en la clasificación occidental.
Las ojivas de estos misiles, lanzados desde el polígono de Kapustin Yar, en la frontera de las provincias de Volgogrado y Orenburgo, consiguieron destruir varios blancos objetivos en el cosmódromo de Baikonur, en el territorio de Kazajstán, demostrando que Rusia ya tiene en su haber un nuevo sistema misilístico de cabezas múltiples de guiado individual (CMGI), que son capaces de moverse hacia el objetivo a una velocidad hipersónica, cambiar la trayectoria y burlar los más sofisticados sistemas de defensa antimisil.
Misil naval estratégico Bulava-30 (SS-NX-30)
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Un sistema similar se va a instalar en el nuevo misil naval estratégico Bulava-30 (SS-NX-30), desarrollado por el Instituto de Equipos Térmicos de Moscú y sometido actualmente a las pruebas oficiales. A partir de 2008, el Bulava-M se pondrá en la dotación de las fuerzas de disuasión estratégicas en la Armada rusa, así como en los nuevos submarinos nucleares que se están construyendo en Severodvinsk. El primero de esa serie de seis portamisiles sumergibles se llama «Yuri Dolgoruki».
En su reciente entrevista con los altos mandos de las FF.AA., Vladímir Putin señaló que hay «un avance en el perfeccionamiento del potencial de disuasión nuclear», pues precisamente los misiles estratégicos navales Bulava-30 y terrestres Topol-M, estacionados en silos o sobre plataformas móviles, deberán convertirse en el futuro en el eje de las fuerzas estratégicas rusas de disuasión nuclear y sustituir a los sistemas actuales que poco a poco se van obsoletizando: R-36MUTTKh y R-36M2 Voevoda (SS-18 Satan), UR-100NUTTKh Stilet (SS-19), RT-2PM Topol (SS-25 Sickle), R-29RM (RSM-54) y R-39 (RSM-52). En los silos de Tatischevo, cerca de Saratov, ya permanecen en guardia casi medio centenar de misiles Topol-M.
El próximo año, el Ejército ruso deberá adquirir otros seis misiles estratégicos intercontinentales Topol-M, según las previsiones de expertos, para instalarlos sobre plataformas móviles en una división de Tropas Coheteriles Estratégicas (TCE) acuartelada en Vypolzovo, en la provincia de Tver. También se contempla comprar un bombardero estratégico de propulsión a chorro Tupolev-160 que, junto con otras quince máquinas del mismo modelo, estacionadas en Engels (Provincia de Saratov), bombarderos estratégicos de hélice Tupolev-95MS y misiles crucero supersónicos de largo alcance X-55, va a formar el componente aéreo dentro de la tríada de fuerzas estratégicas de disuasión.
Todo este potencial que, según el ministro de Defensa Sergey Ivanov, representa «un mínimo suficiente», Rusia lo necesita no como herramienta de guerra sino para preservar un instrumento importante en la protección de los intereses nacionales. La verdad es que las Fuerzas de Disuasión Nuclear (FDN) están en un proceso de continuos recortes: todos los años, las Tropas Coheteriles Estratégicas pierden una o dos divisiones, cada una de las cuales tiene en dotación por lo menos cuarenta sistemas de misiles intercontinentales.
El ejemplo más reciente es la disolución de la División Kartalinskaya (Provincia de Cheliabinsk), que estaba provista de misiles estratégicos pesados Voevoda (SS-18 Satan) y de la División Kostromskaya, en cuyas plataformas móviles se encontraban los misiles RT-23UTTKh Molodets con las cabezas múltiples de guiado individual SS-24 Scalpel. Mediante el acuerdo ruso-norteamericano sobre la reducción del potencial estratégico ofensivo, el número de las ojivas nucleares de combate debe disminuir a 1,750-2,200 unidades para diciembre de 2012.
A pesar de que el escudo de misiles nucleares sigue siendo la pieza clave para la seguridad y la protección de los intereses nacionales de Rusia, las demás unidades del Ejército también contribuyen al cumplimiento de esta tarea. La FF.AA., según el presidente, son «un atributo importantísimo del Estado y una garantía de la soberanía nacional... pueden garantizar la estabilidad global y proteger a Rusia contra cualquier intento de presión político-militar o chantaje con la fuerza».
Precisamente a estos efectos, Rusia se empeña en modernizar sus Tropas Coheteriles Estratégicas, su sistema de defensa aeroespacial y su Marina de Guerra, promueve proyectos ambiciosos como el caza de la quinta generación o el nuevo sistema de misiles antiaéreos S-400 Triumph, procura incrementar la movilidad de las tropas de desembarco aéreo y otras unidades militares, y compra nuevos armamentos y medios espaciales, aéreos y terrestres para la cobertura del combate, misiones de reconocimiento, comunicaciones seguras por canales cerrados, guerra radioelectrónica, navegación, posicionamiento exacto en el terreno y en el espacio, guiado preciso de armas y coordinación en el uso de los sistemas de armamento.
El jefe de la empresa Sukhoi que está trabajando en el proyecto del caza de la quinta generación, Mijaíl Pogosian, señala por cierto que el futuro avión deberá superar todos los modelos análogos en dotación de otros Estados (básicamente, EE.UU. porque es el único país que fabrica semejantes aviones). Últimamente, se han multiplicado los ejercicios tácticos y operativos con pruebas de tiro en las FF.AA. de Rusia. Sólo el Ejército de Tierra ha realizado 32 ejercicios (31 al nivel de regimientos, y uno, al nivel de división). La Armada ha organizado 11 maniobras y 28 expediciones de largo alcance. Se han efectuado grandes ejercicios conjuntos con China, India y Uzbekistán, así como simulacros de defensa antiaérea en el marco de la CEI y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva. Las maniobras se han extendido desde el Báltico y el Mar de Barents hasta la costa del Pacífico y las fronteras meridionales de la CEI.
Los generales rusos prestan gran atención a la tarea de introducir en las divisiones de alerta permanente el servicio a base de contratos y poner en las unidades de instrucción y de línea suboficiales de tropa quienes deberían ser «verdaderos profesionales, maestros y tutores» para los soldados, lo cual, a la larga, contribuirá a elevar la disciplina, el grado de coordinación y la capacidad combativa del Ejército.
El jefe del departamento militar ruso Sergey Ivanov formuló en este contexto una nueva tesis, basada en el principio de actuación preventiva en las tareas de seguridad y defensa, «entendiendo por la prevención no solamente la posibilidad de asestar golpes contra las bandas y grupos terroristas sino también otras acciones de carácter preventivo con el fin de eludir diversas amenazas antes de que sea necesario recurrir a las medidas extremas para su neutralización».
Partiendo de que últimamente se observa una tendencia estable al uso cada vez más amplio de la fuerza militar, en particular, debido a la multiplicación de toda clase de amenazas a la seguridad nacional e internacional, Ivanov insiste en que Defensa sea una estructura flexible, capaz de plasmar las tareas nacionales en decisiones sopesadas que apuntan a prevenir el desarrollo de ciertos fenómenos peligrosos en materia de seguridad y defensa.
Esta declaración, según los expertos, demuestra que Rusia ha proclamado – por primera vez en los últimos años– la posibilidad de usar la fuerza en la solución de diversos problemas y en la neutralización de las eventuales presiones abiertas por parte de otros Estados.
De aquí, el creciente volumen de los pedidos militares, así como el aumento numérico y la escalada del nivel de las maniobras. La partida de gastos destinados para la compra de material bélico se ha incrementado drásticamente: en casi US$2,000 millones dentro del presupuesto de 2006, hacia un nivel ligeramente superior a los US$9,000 millones, lo cual está por encima de las cifras del año pasado y de los ingresos que Rusia obtiene gracias a la exportación de su armamento.
Semejante principio, según el titular de Defensa, permitirá pasar de la adquisición esporádica de modelos piloto a la compra de armamento en serie. A diferencia de los años anteriores, cuando el departamento militar se limitaba a crear cierta reserva de I+D con vistas al futuro, ahora puede permitirse, según Ivanov, «la compra de carros T-90 en cantidades suficientes para dos batallones, toda una escuadrilla de nuevos aviones, flamantes sistemas de artillería para equipar baterías enteras, etcétera». El próximo año, el Ejército ruso va a recibir, aparte de los seis ICBM ya mencionados, seis aparatos espaciales, una docena de cohetes propulsores, 31 carros T-90, 125 vehículos blindados, 3,770 vehículos multiuso y 9 aviones, incluido un bombardero estratégico Tupolev-160.
«Un 70% de las asignaciones previstas, es decir, US$5.500 millones, se gastarán en la compra o reparación de armamento y material bélico, gracias a lo cual será posible aumentar como promedio en un 50%, y en el caso del Ejército de Aire hasta duplicar el volumen de la financiación para las compras en serie», dijo Ivanov.
También es cierto que estos planes podrían verse abortados a menos que se crearan las condiciones para eliminar el «conflicto de intereses» entre Defensa y ciertos sectores de la industria militar, problema que fue planteado por el general Yuri Baluevski, jefe del Estado Mayor General del Ejército ruso, durante la reciente reunión de los altos mandos militares.
Por culpa de este conflicto, Defensa no pudo recibir en 2005 varios armamentos y equipos, en particular, el sistema de misiles antiaéreos S-400 Triumph, división del sistema coheteril operativo Iskander-M, o el avión Tupolev-214 destinado para las necesidades del ministro.
El presidente Putin prometió a los militares resolver este problema. Poco después de la reunión, el titular de Defensa Sergey Ivanov fue designado al cargo de vicepresidente del Gobierno. Ya veremos en el futuro, si en este nuevo rango él será capaz de acabar con la «descoordinación» de diversas piezas dentro del engranaje militar.
Lo que importa señalar ahora es que la consolidación del potencial bélico del Estado ruso no significa en absoluto que el Kremlin persiga algunos planes agresivos o se haya propuesto presionar con la ayuda de la fuerza militar a otros países, vecinos de Rusia o alejados de sus fronteras. Tampoco es una señal de las míticas ambiciones imperiales. Nada de eso, por una serie de razones.
Una es que todo ese poderío bélico, a pesar de que se ha logrado cierto avance, sigue siendo rehén de numerosos problemas, que merecerían una conversación aparte, y así será durante mucho tiempo, por lo cual resulta físicamente imposible ejercer sobre alguien, como la OTAN o los países miembros de esta alianza, una fuerte presión militar.
Tampoco lo necesita Rusia en principio. La apuesta del Kremlin a largo plazo es la cooperación sincera con la OTAN, en el marco del Consejo Rusia-OTAN, y el mecanismo de asociación bilateral con los Estados miembros. La intención es colaborar en las más diversas materias, entre ellas, la lucha contra el terrorismo internacional, el narcotráfico o la proliferación de tecnologías coheteriles y armas de destrucción en masa, la creación de un sistema europeo de defensa antimisil, etcétera.
Otra cosa es que este potencial militar, mínimo pero suficiente, permite al Kremlin «garantizar la seguridad global y proteger a Rusia contra cualquier intento de presión político-militar y chantaje con la fuerza», según las palabras de Vladímir Putin. El presidente de Rusia ha señalado: «Lamentablemente vemos el uso de tales métodos en la política exterior».
Aunque ha evitado mencionar nombres concretos, cualquier persona sensata entiende que es una referencia a un Estado y a una Administración cuya línea política exterior se basa en el paradigma del «mundo unipolar», sin consideración de los intereses nacionales o hasta la soberanía de otros países. Recurriendo muchas veces a la táctica del «asalto vaquero», ellos no se dan cuenta de que semejantes aventuras, aparte de que resultan muy perjudiciales para su imagen democrática, provocan miles de víctimas injustificadas entre la población de su propio país.
Así sucedió en marzo de 2003 cuando Estados Unidos, esgrimiendo el pretexto forzoso de la lucha contra el terrorismo y la destrucción de las armas de exterminio en masa, agredió a Irak.
Lo hizo a pesar de que esa agresión era impugnada en la ONU por Francia, Alemania, Rusia y varios países más, como China, conscientes de que Washington andaba buscando en Mesopotamia el petróleo iraquí, no al «dictador Saddam Husein» ni «al grupo Al-Qaeda, con el cual supuestamente estaba vinculado».
¿Cuáles son las consecuencias? Los terroristas internacionales y Al-Qaeda aparecieron en Irak solamente después de derrocado Husein. Debido a los atentados, los americanos no pueden proceder a una extracción a gran escala del petróleo iraquí, así que el precio de hidrocarburos procedentes del Oriente Medio se ha duplicado, y Washington ha pagado por todo ello con la vida de más de dos mil chavales americanos.
Y es para evitar la repetición de tales acontecimientos en el continente euroasiático por lo que Rusia se dedica a reforzar su poderío bélico, fomenta la cooperación política, económica, técnico-militar, tecnológica y de otra índole con las mayores potencias del planeta, entre ellas, Francia, Alemania, China e India, y promueve junto con ellas la construcción de un mundo pluripolar, capaz de hacer frente a la agresión y a la política del músculo en las relaciones internacionales.
No solamente Rusia sino también sus vecinos, aliados y socios necesitan paz, seguridad, estabilidad y perspectivas de desarrollo. Y el Ejército ruso, que hoy está en proceso de renacimiento y el cual ha de garantizar tales objetivos, no es diferente en este sentido a las fuerzas militares de otras naciones civilizadas.
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