Cuando el huracán Katrina devastó el Golfo de Misisipi, Kathleeen B. Blanco era considerada un valor en alza del Partido Demócrata estadounidense. Aquella mujer había conquistado el puesto de gobernadora de Luisiana en dura batalla contra una horda de políticos machistas entre los que se encontraban el Gran Dragón del Klu Klux Klan y el secretario de Salud de la administración Bush. Comprometida con la izquierda del Partido Demócrata, Kathleeen B. Blanco no dudó en visitar Cuba y cenar con Fidel Castro. Sin embargo, en febrero de 2004, Kathleeen B. Blanco apoyó la ocupación de Irak durante un viaje a Bagdad organizado por el Departamento de Defensa. En agosto de 2005, se le atribuyó a la gobernadora la responsabilidad por la envergadura que alcanzaron los daños ocasionados por el huracán en la medida en que su apoyo a la ocupación de Irak la había conducido a autorizar el envío a ese país de 3 000 miembros de la Guardia Nacional, hombres cuya ausencia la privó de medios indispensables para responder a la catástrofe natural. A pesar de ello, las víctimas se encontraron frente a la Guardia Nacional cuando Kathleeen B. Blanco ordenó a las tropas que quedaban en Luisiana que abrieran fuego sobre los desesperados que trataban de sobrevivir robando lo que se ponía a su alcance.
El 7 de junio de 2006, la gobernadora Blanco, mujer y demócrata, anunció que ratificará una ley que prohíbe el aborto en cualquier circunstancia, incluyendo la violación y el incesto, a no ser que la vida de la madre esté en peligro. Todo médico que realice un aborto podrá ser condenado a una multa de 100 000 dólares y 10 años de prisión.
Luisiana se convierte así en el segundo Estado, después de Dakota del Sur, en adoptar ese tipo de ley, que contradice una decisión adoptada en 1973 por la Corte Suprema de Estados Unidos.
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