Tuchas de río muertas por contaminación.

Ni un diario limeño que se reputa nacional consignó una palabra; menos un medio televisivo y apenas una que otra crónica a la volanda de carácter radial, merecióel derrame de 3 mil galones de petróleo en el río Pabellón La Quinua a la altura del km. 50 de la Carretera de Cajamarca a Hualgayoc. Tampoco se ha dicho que la empresa infractora, Norte Medio SRL, transportaba combustible para la minera sudafricana Gold Fields y que el hecho ha generado la masiva intoxicación y muerte de miles de truchas y ha puesto en peligro la ingesta tradicional de los habitantes de la zona. ¡El desprecio por los de abajo no puede ser más perverso como inaceptable!

¿Ha hecho algo el ministerio de Energía y Minas? Nótese que Gold Fields ha reconocido el trágico accidente y se ha comprometido a limpiar la zona que se ubica en este paraje cajamarquino entre Pampa Larga y Quebrada Honda. Sin embargo, la noticia pasa desapercibida por la neumática adrede de silencio que se tiende respecto de esta clase de crímenes. ¿Con qué derecho, luego se preguntan porqué en Cajamarca se vota –y lo hacen con ira- contra el status quo que salvaguarda los abusos y robos de las empresas mineras y en cambio ignora todo lo que perjudica a los hombres y mujeres del lugar?

Años atrás, en Choropampa, a 50 kms. de Cajamarca, un camión que transportaba mercurio para Minera Yanacocha derramó 150 kgs. de ese mineral y hasta hoy las secuelas nocivas e intoxicantes persisten haciendo presencia en ese distrito nor-andino. Por toda respuesta y con la complicidad delincuencial de malos médicos e inmorales funcionarios públicos, Minera Yanacocha cubrió y sobornó por todos los medios, las inconductas de entonces. Lo ocurrido en el río Pabellón La Quinua, tiene todos los caracteres de otra tragedia ecológica. Frente a la cual, por supuesto y cómo no podía ser de otro modo, la prensa limeña “ignora” porque calla en todos los idiomas.

¿Acaso el Establo parlamentario moribundo ha tomado debida nota del asunto? Lo más probable es que estén angustiosamente preocupados en la indemnización que por el equivalente de US$ 30 mil van a recibir en pocos días más. La salud, el proyecto de vida, el futuro y horizonte de los cajamarquinos, no importan ¡para nada! a los legiferantes.

¿El presidente electo, Alan García Pérez, ha sido notificado del asunto? Y si así fue ¿qué espera para tomar una actitud firme en demanda de los derechos humanos trasgredidos por esta clase de atentados contra el medio ambiente?

¡Ni una sola declaración política de protesta y demanda de explicaciones y requerimiento de satisfacciones efectivas y rapidísimas de ningún político nacional! ¿Cómo puede ocurrir esta aberración a vista y paciencia de todo el país? El envenenamiento más mínimo de cualquier parte del Perú, es un crimen contra toda la nación. No hay otra forma de comprender la defensa del medio ambiente. ¿Y las ONGs? ¿Han hecho ya patente su condena terminante? ¡No se oye padre! ¿O no hay quién pague algún comunicado meloso y apañador?

El atávico y condenable centralismo limeño ha engrilletado el cerebro de la prensa. La noticia, si no es escandalosa, no sirve. Los peruanos del interior, de todos aquellos que no viven en la metrópoli infecta y envilecida que es Lima, ¡no son seres humanos! ¡Sus derechos no tienen vigencia y son ciudadanos de tercera, cuarta o quinta clase! ¡Qué desverguenza!

En nombre de todos aquellos cuyas vidas transcurren en el anonimato de la noticia oficial, en su defensa y en la protesta irrenunciable que también son peruanos y primeros entre los primeros, mi humildísima contribución difusora a que se conozcan sus problemas y que busquemos ¡todos los peruanos genuinos de buena voluntad! sus soluciones y planes para el porvenir. Amén.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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