Impuesto por poderes fácticos, Felipe Calderón llega a la Presidencia de la República sin legitimidad y como rehén de los propios grupos económicos, políticos y religiosos que lo colocaron en la titularidad del Poder Ejecutivo de un país al borde de la ingobernabilidad.
Felipe de Jesús Calderón Hinojosa llega al máximo cargo político del país con el estigma de no haber ganado la elección del 2 de julio pasado, luego de un proceso electoral plagado de irregularidades desde el inicio de las campañas hasta la calificación del proceso por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
A pesar de que su partido, Acción Nacional (PAN), y los integrantes de su “equipo de transición” se esfuerzan en decir que “2006 no es 1988”, el michoacano no ha logrado sustraerse de las comparaciones entre su arribo al poder y el de Carlos Salinas de Gortari, quien también obtuvo la Presidencia de la República entre acusaciones de fraude.
Calderón llega a la titularidad del Poder Ejecutivo descalificado por los integrantes de la coalición Por el Bien de Todos —quienes impulsaron como candidato a la Presidencia a Andrés Manuel López Obrador— y otros sectores sociales para quienes, desde su punto de vista, las elecciones federales pasadas fueron fraudulentas.
Los epítetos de “usurpador”, “espurio” y “pelele” han acompañado al presidente electo desde que el consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), Luis Carlos Ugalde, lo declaró ganador de la elección adelantándose ilegalmente al TEPJF. Así intentará empezar a gobernar un país en el que los cuerpos policíacos han sido rebasados y corrompidos por la mafia del narcotráfico; la economía se encuentra estancada; los índices de desempleo se disparan, y las reservas petroleras, principal fuente de ingresos del gobierno federal, se agotan.
“De por sí el panorama es muy difícil. Pues sin legitimidad es aún más”, considera el politólogo e internacionalista Lorenzo Meyer Cosío. Para el investigador del Colegio de México, Felipe Calderón “se ganó el tigre en la rifa” pues al llegar a la Presidencia de la República se encontrará con una larga lista de problemas que habrá de resolver.
“El primer elemento -asegura Meyer- es el propio cuestionamiento de su legitimidad. El segundo es que se encuentra con un Estado que, en su tarea más rudimentaria pero importante de garantizar la seguridad de los ciudadanos, ha perdido terreno. El combate al crimen organizado ha fracasado.
“Además, el crecimiento económico per cápita durante el sexenio que está por concluir es de menos del uno por ciento. Por si fuera poco, el fisco mexicano es incapaz de captar recursos. Apenas recolecta entre el 11 y 12 por ciento del Producto Interno Bruto. Si no fuera por el petróleo, el gobierno no tendría recursos para operar. Y en el sector petrolero no se ha invertido; ya hay un decrecimiento del 14 por ciento anual en la producción de Cantarell, el principal complejo petrolero.”
Carlos Lozano Ángeles, catedrático e investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS) de la UNAM, agrega a la lista de “factores de ingobernabilidad” el crecimiento “de hasta 125 por ciento del desempleo en el país registrado durante el sexenio de Vicente Fox”; la deuda del Fobaproa, que se terminará de pagar en 70 años, y “la escalada de la violencia del narcotráfico, que demuestra la debilidad de las instituciones judiciales y policíacas”.
El sociólogo y politólogo adscrito al Centro de Estudios Políticos de la Universidad considera que, no obstante la debilidad con la que Calderón llega a la Presidencia, podrá mantenerse en el poder: “Ya tenemos la experiencia con Salinas, quien llegó muy débil y bajo acusaciones de fraude y así pudo gobernar”.
Para el maestro en Ciencia Política Leonardo Figueiras Tapia el “principal lastre” con el que Calderón tendrá que lidiar, para garantizar la gobernabilidad en México, es el que representa Vicente Fox y la ilegitimidad de su nombramiento como presidente de la república.
“Fox intervino ilegal e ilegítimamente en el proceso electoral. Eso ahora se convierte en una carga con la que Felipe Calderón tendrá que cargar; además de los resultados de la campaña de odio que realizó Felipe por recomendación de sus asesores españoles y estadounidenses”, agrega el coordinador de la especialidad en Comunicación Política de la FCPS de la UNAM.
Calderón, ilegítimo
De acuerdo con los politólogos consultados, Felipe Calderón es el presidente electo de México sólo legalmente, pues desde el punto de vista de la legitimidad, a lo largo de todo el proceso se cometieron irregularidades y delitos que descalifican los resultados de la elección.
Según el politólogo Pablo Moctezuma Barragán, la legitimidad no se obtiene sólo con el número de personas que votan por el candidato ganador, sino con la limpieza del proceso. Y es que para el académico de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, las elecciones de 2006 se caracterizaron por la inequidad; por las campañas televisivas en las que se decía que de ganar López Obrador, la gente perdería su empleo y su casa, y por la realización de prácticas fraudulentas que se creían ya superadas, como el rasurado del padrón y la sustitución de funcionarios de casilla durante la jornada electoral.
“Después de las irregularidades detectadas, la elección se tenía que haber limpiado voto por voto. Ahora tenemos un presidente electo después de un proceso en el que no hubo transparencia, equidad ni certeza. Pero es de reconocerse que el problema no empezó el 2 julio sino cuando se integró el actual Consejo General del IFE sólo con propuestas del PAN el PRI”, dice el autor de Los orígenes del PAN, entre otros libros.
Moctezuma Barragán agrega que no puede tener legitimidad una persona que no alcanzó los 15 millones de votos en un padrón de 71 millones de electores.
La crisis política postelectoral en la que se encuentra el país, a decir del politólogo Carlos Lozano, no sólo se debe a la inequidad del proceso electoral y a la intervención del gobierno de Fox para favorecer a Calderón, sino a la incapacidad de las instituciones del Estado mexicano para otorgar certeza al resultado de las elecciones.
“Con el fallo del Tribunal nadie quedó conforme. Las sospechas de fraude no sólo no se disiparon, sino que se incrementaron. Por un lado reconocieron que Fox intervino en el proceso y, por otro, reconocen que la elección fue válida.”
Y es que, a decir del doctor en Sistemas Políticos y Electorales, Carlos Lugo, las sospechas de fraude no sólo involucran al IFE, sino al propio TEPJF, encargado de calificar la elección y declarar formal y definitivamente triunfador a Felipe Calderón.
“Las sospechas de fraude no sólo se deben a las irregularidades durante la jornada del 2 de julio y los días subsiguientes en que se contaron los votos, sino también a las presiones a las que fueron sometidos los magistrados del Tribunal Electoral para que dictaminaran a favor de un candidato”, agrega el académico del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana.
Por su parte, Lorenzo Meyer considera que sin legitimidad no se puede gobernar y que, a pesar de la inequidad del proceso, Felipe Calderón llega a la Presidencia “con un tipo de legitimidad”.
“Además, después de que Salinas asumió la titularidad del Poder Ejecutivo leí una frase en un texto de Adrián Lajous: ‘La legitimidad se gana desde la Presidencia’. Qué paradoja. Cómo es posible que se llegue a la Presidencia sin legitimidad. Sin embargo ya hemos visto que es posible, pues desde el poder se puede construir una imagen muy positiva entre la población”, dice Lorenzo Meyer.
Los amigos de Felipe
Los actores políticos y sociales que sostendrán a Felipe Calderón en la Presidencia y le dan “cierto tipo de legitimidad”, a decir de los politólogos consultados, son: los partidos políticos: PRI, Verde Ecologista, Nueva Alianza, Socialdemócrata y Campesino y Convergencia; la jerarquía eclesiástica, el Consejo Coordinador Empresarial; los emporios de medios de comunicación; la clase política estadounidense; la clase económica financiera; los líderes sindicales del viejo sector corporativo del PRI; los intelectuales orgánicos, y los gobiernos estatales emanados del PRI y del PAN.
De acuerdo con Lorenzo Meyer “Calderón tiene a los obispos más importantes; con ellos ya tiene una legitimidad casi divina. Junto con ellos tiene a los empresarios, a los gobiernos priístas y a los medios de comunicación. Estos son los principales integrantes de la coalición informal que le apoya. Y son poderes muy fuertes, de mucho peso”.
El politólogo explica que el apoyo de estos sectores le puede acarrear el apoyo de otros sectores que hasta este momento ponen en duda el triunfo de Felipe Calderón. “Estos poderes fácticos le van ayudar todo lo que puedan; sobre todo, los medios de comunicación. Van a tratar de conseguir legitimidad como un producto consigue clientes. El PAN sabe rodearse de personas expertas en eso”.
De acuerdo con Carlos Lozano, el próximo presidente de México contará, principalmente con el Congreso. Dice que tratará de obtener legitimidad por medio de reformas “prontas y espectaculares” en las Cámaras, de alta resonancia en los medios de comunicación.
“La prioridad será la aprobación de las reformas económicas, el principal compromiso que adquirió Calderón con sus impulsores. Se trata de las reformas laboral, energética y al aparato policíaco. Y es que el Congreso es de Calderón, algo que no podría ocurrir si el presidente fuera López Obrador.”
En relación con este aspecto, Figueiras Tapia considera que el PRI “venderá carísimo” su anuencia para sostener al PAN en la Presidencia.
“Estamos viviendo un 1988 al revés. En ese entonces fue el PAN el que le dio la legitimidad que no tenía Salinas. Ahora el PRI será el que le dé cierto soporte político a Felipe Calderón.”
Entre los principales aliados que Lozano Ángeles identifica se encuentra “la banca extranjera, que controla el circuito financiero mexicano. Todos los bancos estaban preocupados por el posible ascenso de López Obrador por la intención que tenía de abrir el Fobaproa”.
Por su parte, Moctezuma Barragán identifica, entre los legitimadores de Felipe Calderón a intelectuales, como Andrés Rozental, José Woldenberg, Cecilia Loria, Emilio Álvarez Icaza y María Amparo Casar. Carlos Lugo agrega a esta lista a Enrique Krauze.
Calderón, rehén
Calderón Hinojosa será uno de los presidentes más débiles y acotados de la historia moderna de México. Aun antes de que llegue a la Los Pinos, sus aliados ya le cobran los favores recibidos. Se trata de un presidente solo que no tiene cómo contrarrestar a los poderes fácticos que lo impusieron.
A decir de Meyer Cosío, “Calderón entra con las manos atadas justamente por el grupo que lo apoya, pues éste es muy fuerte y el presidente depende de él. En contraparte, el grupo no depende del presidente. No se atreverá a afectar los intereses particulares de quien le ha apoyado. Ahora, más que en otras ocasiones, se ve a un presidente que gana porque tiene el apoyo de los poderes fácticos; pero estos poderes son apoyo y una cadena”.
Por su parte Lozano Ángeles considera que Felipe Calderón “será totalmente un rehén” de los intereses que lo hicieron llegar. Agrega que, paradójicamente, si Felipe desea mayor libertad debe buscar una alianza con el movimiento de López Obrador y el PRD, pues funcionarían como contrapeso a sus actuales aliados.
“Un personaje que es aliado de Felipe, pero al mismo tiempo lo tiene de rehén es Elba Esther Gordillo”, ejemplifica Carlos Lozano.
“Este personaje ha sido sumamente nocivo no sólo para la política sino para la educación desde hace varios años. Y si Calderón quisiera reformar el sector educativo, tendría que romper obligadamente con la política mafiosa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Y eso lo llevaría a confrontarse no sólo con la maestra sino con gobernadores muy cercanos a ella.”
Sin embargo, para el coordinador de la bancada del PAN en la Cámara de Diputados, Héctor Larios, Felipe Calderón no enfrentará mayores problemas durante su gestión porque “México es un país de instituciones fuertes, las cuales son capaces de que el país sobrelleve cualquier adversidad que se le presente”.
El actual diputado y ex senador de la anterior legislatura considera que, a casi tres meses de las elecciones y una vez concluido el proceso electoral con el fallo del TEPJF, ya no hay ningún otro paso que solventar y aunque “hay problemas, nuestras instituciones son lo suficientemente fuertes para resolverlos”.
Por su parte, el hispano-mexicano Juan Camilo Mouriño, quien fuera vicecoordinador de la campaña de Calderón, desestima los problemas que encontrará el presidente electo cuando asuma funciones. “Agarramos un país con plena gobernabilidad, con una economía sólida y con un reconocimiento muy amplio de parte de la sociedad”.
Sobre el desconocimiento de la coalición Por el Bien de Todos al triunfo del PAN y las movilizaciones que prepara para evitar que Calderón asuma la Presidencia dice que: “A Felipe se le pedirá que cumpla con sus compromisos de campaña. Y uno de ellos es cumplir y hacer cumplir la ley; en ese sentido se permitirá siempre la libertad de manifestarse, pero también se exigirá el respeto a los derechos de terceros. Él será muy firme”.
Por su parte Lorenzo Meyer concluye que “la consolidación de la democracia mexicana, que se veía con cierto optimismo en 2000, ahora se ve como un proceso infinitamente más complicado donde sí hay posibilidades de retroceso”.
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