Escribió, hace más de setenta años, don Pedro Villanueva Urquijo en Los Peruanoides*:
“Los fueros de la prensa y los periodistas
El IV Poder del Estado. Así es como se titula. Al igual que los otros poderes, se cree que la Prensa, que sólo muy pocas veces cumple su verdadera misión, debe disfrutar de especiales privilegios y ejercer una autoridad que está por encima de cualquier cosa.
Nuestra Constitución reconoce su libertad, levemente restringida por una reglamentación anacrónica y disparatada.
A nadie se le va a ocurrir, discutir que los periódicos cuya redacción está encomendada a hombres cultos, buenos, que desempeñen al frente de ellos, una especie de sacerdocio, no merezcan no sólo el elogio de quienes los leen, sino la gratitud de todo un pueblo que tiene que estar profundamente reconocido a esos órganos trasmisores de la Verdad, defensores de la Justicia y divulgadores de Cultura.
Periódicos así organizados, para que en sus páginas sólo se exhiba la Verdad, la Justicia y se haga Cultura, merecen ser no sólo un Poder, sino el primero entre todos.
Desgraciadamente, en la época actual, una onda de sucio materialismo ha corrompido la conciencia de los hombres que ya no tienen escrúpulos para industrializar la más noble actividad de la inteligencia.
El mundo corre atropellando todo, en pos del becerro de oro, considerando que el Dinero, es la felicidad suprema.
Vivir el disfrutar de poderío, sin que nos importe sacrificar a los demás. Es la actitud egoísta dentro de la cual se agita la humanidad.
Los órganos de la Prensa, no han escapado a la corrupción ambiente. Pocos, muy pocos, son los que en medio de la incomprensión, van cumpliendo austeramente los deberes del periodismo.
Se fundan periódicos, como restaurantes. En unos y otros, se sirve al público lo que más le gusta, al más bajo precio, para que consuma más y rinda mejores dividendos de la Prensa. De una institución nobilísima, como debía ser el verdadero periodismo, se ha hecho el más vil de los negocios.
Hay periódicos que explotan todos los sucesos más impresionantes, aun cuando su publicación contribuya al encasillamiento de las multitudes, con tal que resulte una inflamación en la venta de mayor número de ejemplares.
La divisa de estos modernos “periódicos” es aumentar la circulación, acaparar avisos.
Hasta hace poco, el periodismo representaba la dedicación de algunos espíritus cultos, que se entregaban a esta noble labor. Ahora, son los adinerados de cualquier clase, los que pueden comprar las grandes maquinarias y lujosas instalaciones; todos los que desean hacer una buena inversión de su capital, para incrementar su Renta, esos son los que fundan un diario, contratando a sus redactores para que escriban solo aquello que pueda contribuir éxito económico para la empresa.
Así las cosas, el periódico ya no es un órgano de divulgación del Bien y la Verdad. Por encima de los grandes ideales del escritor honrado, se encuentran los intereses de los que negocian con la Prensa. La inteligencia del que escribe está esclavizada, vendida al interés del que se le ha ocurrido dedicarse a periódicos, con el mismo criterio que le dominara, si hubiera abierto una cantina.
Por eso es que vemos en las páginas de grandes diarios, reproducidas tantas noticias de efecto nocivo, iniquidades que se exhibe, tergiversaciones del sentido común y ultrajes a la Justicia, que sorprenden por el descaro de sus redactores que, unas veces porque se les impone, otras porque ellos mismos participan de un concepto muy pobre sobre el periodismo, han hecho que, el diario muchas veces no sea sino un fétido flujo de tinta de imprenta.
Sólo las revistas científicas y de arte, escapan a la vorágine que domina en las redacciones, para acumular dinero a toda costa.
La moral social, los grandes intereses nacionales, las sabias orientaciones que se debe dar al pueblo, todo eso, qué importa, al lado de los dividendos que necesitan recibir los accionistas de una empresa periodística… Y luego, se nos viene a hablar de los fueros de la prensa y la inmunidad de los periodistas.
Como cada nación debe organizar su legislación en armonía con sus necesidades, procurando que ésta contribuya al bienestar y progreso de la colectividad, el Perú necesita legislar en el sentido de una restricción a los desbordes de su prensa, para que ella sea un factor de colaboración en la cultura nacional.
¡Que se exijan condiciones estrictas para fundar un diario; que el que se entrega a divulgar mentiras por la prensa, se encuentre con la Ley que imponga responsabilidades y que, el que se pretenda usar del periodismo sin honradez no tenga a su disposición los fueros, que sólo merecen los periodistas que rinden culto a la verdad y al bien”. (pp. 75-78)
*Los Peruanoides, Pedro Villanueva Urquijo, DESA, Lima-Perú, noviembre 2006. Editor Armando Villanueva del Campo.
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