El temor a la izquierda y la defensa de los intereses de clase y de partido unirán a los panistas, quienes antes de la próxima Asamblea Nacional deberán superar el conflicto de sus líderes, el asesinato del diputado guerrerense Bajos Valverde, la renuncia de Ana Rosa Payán y la probable expulsión del gobernador de Aguascalientes, consideran analistas.
La pugna entre el presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, y el dirigente del Partido Acción Nacional (PAN), Manuel Espino, no es la única adversidad que deberán superar los panistas antes de marzo próximo, cuando se realice la Asamblea para renovar en su totalidad el Consejo Nacional de esa institución política de derecha.
Tres problemas marcarán la Asamblea Nacional del partido: el asesinato del diputado guerrerense Jorge José Bajos Valverde, en el que, según la Procuraduría de Justicia estatal, están implicados otros panistas; la renuncia de Ana Rosa Payán al partido, luego de reconocerse como víctima de fraude en las elecciones internas para designar candidato a la gubernatura de Yucatán, y la petición de algunos militantes para expulsar de las filas del partido a Luis Armando Reynoso Femat, actual gobernador de Aguascalientes señalado de endeudar excesivamente a ese estado.
El maestro en filosofía y especialista en el análisis de la derecha, Edgar González Ruiz, dice que “las pugnas entre Calderón y Espino caracterizan la vida del PAN, de tal suerte que se manifiestan cada vez que se plantea un evento o una elección interna. Esas pugnas han estado presentes a lo largo de la historia de ese partido, donde unos a otros se acusan de reaccionarios cuando en realidad todos lo son. Espino ha sido dirigente del Yunque, mientras que Calderón proviene de una familia católica conservadora, igualmente derechista”.
El investigador señala que el conflicto entre ambos líderes se caracteriza por su agresividad y rasgos personales: “la rudeza de Espino y el nepotismo de Calderón. Parte de las dificultades entre ellos tiene su origen en conflictos de Espino con uno de los cuñados de Calderón [Juan Ignacio Zavala, quien a mediados de 2005 exigió la renuncia de Manuel Espino a la dirigencia del partido]”.
Francisco Fraile García, diputado y consejero nacional vitalicio del PAN, niega que entre Felipe Calderón y Manuel Espino existan las famosas diferencias de las que tanto se habla. “Han trabajado juntos. El objetivo del Comité Ejecutivo Nacional era llevar a un panista a la Presidencia de la República y se consiguió. Nos habíamos marcado que el CEN lograría la mayoría en las dos cámaras y lo logramos, se había puesto como meta lograr el mayor número de gubernaturas y se lograron tres”.
El legislador, identificado como integrante del Yunque, expone que “el asunto de Guerrero no es un problema de partido. Es entre gentes que militan en el partido, algunas de reciente ingreso. Además, parece que hay alguna equivocación por parte de la Procuraduría de Guerrero, acusaciones de tortura. Pero en el último de los casos no es un asunto de partido, es de determinadas personas.”
De acuerdo con las investigaciones de la Procuraduría estatal, en el homicidio de Bajos Valverde -ocurrido el 4 de enero pasado- están involucrados el secretario general del PAN en Guerrero, Ramiro Arteaga Zarabia; la diputada suplente, Jacqueline Orta Martínez; su esposo, Aldy Manuel González Rodríguez, y un hermano de este último, de nombre Andy Éder.
Fraile García añade que “en el asunto de Ana Rosa Payán no hubo una sola acta en la que se revelaran asuntos irregulares en el proceso. No hay una prueba sustancial para determinar que hubo fraude. Y, aun cuando voté diferente, la mayoría del CEN decidió que la elección de Yucatán es válida. Pero lo digo con todas sus letras, el partido se basó en dos cosas muy importantes: en el aspecto legal y en el aspecto ético y no hay una razón para pensar que Ana Rosa tiene razón en lo que planteó”.
Tras perder las elecciones internas y la impugnación en contra del nombramiento de Xavier Abreu Sierra como candidato a la gubernatura de Yucatán, y con más de 30 años de militancia, el 16 de enero pasado Payán Cervera renunció al PAN. En declaraciones públicas la ex panista aseguró que en el “viciado” proceso de elección imperaron la presión y la amenaza.
A pesar de la exigencia de expulsar a Reynoso Femat, por haber endeudado en 2 mil millones las finanzas del gobierno de Aguascalientes, el diputado Fraile descarta algún otro tema que los medios de comunicación, dice, pudieran tratar como conflicto entre el PAN y la Presidencia de la República.
“Al contrario, el partido está dando muchos de sus mejores hombres al propio presidente de México para el ejercicio del mando. Hablamos de una relación sana entre el gobierno de Felipe Calderón y el Comité Ejecutivo Nacional.”
La unidad del partido
El complejo escenario que afrontan los panistas no escindirá al partido, sino al contrario, prevé Edgar González Ruiz. “La unión del partido es lo único posible en momentos en que el PAN enfrenta problemas específicos graves, como el asesinato del diputado en Guerrero; el conflicto en Yucatán, donde la ultraderechista Ana Rosa Payán pregona ser víctima de un fraude, y en Aguascalientes, donde pretenden expulsar al gobernador”.
El autor de Los Abascal, De los cristeros a Fox, Cruces y Sombras y otros libros sobre la derecha en México y América Latina, advierte que la unidad no depende de los menos carismáticos y más conflictivos líderes que ha tenido el partido, pues dice que el nombramiento de ambos -Espino como dirigente nacional y Calderón como candidato presidencial- fueron impopulares y desataron severas reacciones.
“A los panistas los une ante todo su temor a la izquierda y, en el momento actual, su miedo al pueblo de México. Calderón y Espino, lo mismo que los demás panistas, están unidos por la defensa de intereses y privilegios, por sus raíces conservadoras y por su ideología derechista. Este factor va a ser determinante ahora que el PAN tiene que enfrentar las dificultades derivadas del carácter impopular de sus proyectos, concretados en medidas como la militarización y las alzas en productos básicos, además de su falta de credibilidad, luego del conflicto electoral”.
Y es que la primera fuerza en el Congreso de la Unión aún no supera la ilegitimidad de su llegada a la Presidencia de la República -con un estrecho margen de diferencia de apenas 230 mil votos y varias irregularidades documentadas durante el proceso electoral- que ha dado origen a una “presidencia legítima” encabezada por Andrés Manuel López Obrador.
Para el doctor en ciencia política, Jorge Lumbreras, en la Asamblea Nacional se tendrán que establecer definiciones sustantivas respecto de cual va a ser el papel de Acción Nacional como partido gobernante, y el tipo de relación que se establecerá con el presidente de la República. Explica que deben quedar claros los alcances y los límites del desempeño del partido como fuerza política nacional, con respecto a las decisiones que se tomen desde la Presidencia de la República.
“El PAN deberá apoyar inevitablemente al presidente Calderón, pero ese apoyo no puede ser acéfalo, tiene que ser inteligente. Tendrá que haber líneas de transmisión, una secuencia de cuáles son las agendas legislativa, constitucional y presidencial, y en ese marco la toma de postura ante las coyunturas que se viven en el país.”
El profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM dice “que es una relación compleja, difícil. En toda democracia la relación entre el partido gobernante o en el poder, con respecto al poder Ejecutivo supone tensiones, diferencias, pero también apoyos y corresponsabilidad”.
En cuanto a la posición de Calderón y de Espino ante sus correligionarios, Edgar González Ruiz afirma que mientras la posición del presidente de México ya está derrotada ante la historia, el dirigente nacional del PAN tiene una imagen fortalecida.
“Calderón llega al gobierno con el apoyo de Estados Unidos, de los empresarios, del clero conservador y del Ejército -pues durante el conflicto postelectoral se apoyó en el Estado Mayor Presidencial, que hizo posible su toma de posesión-. Está militarizando el país y a la vez amenazando la subsistencia de los más pobres, y sigue el camino de la manipulación mediática y de un triunfalismo mentiroso al estilo de Vicente Fox.
“Espino llega con el inconveniente gravísimo de sus conflictos personales con Calderón, a quien dejó solo en el conflicto postelectoral, cuando viajó a España para ’dar gracias’ a Santiago de Compostela. Pero en el plano internacional, que es fundamental en la actualidad, llega fortalecido por haber ganado en noviembre pasado la presidencia de la Organización Demócrata Cristiana de América”, explica González Ruiz.
El investigador puntualiza que el pleito entre Calderón y Espino es meramente personal, no ideológico, pues los dos representan a la derecha católica. “Adquiere una apariencia más escandalosa porque ni Espino ni Calderón tienen escrúpulos para enfrentar a sus enemigos, por la rudeza de Espino y el nepotismo de Calderón, y porque este es arrogante, visceral y rencoroso en la misma medida en que Espino exhibe una rudeza vulgar y primitiva, pero las circunstancias políticas no les permitirán por ahora desahogar sus rencores”.
Sobre las posibilidades de Calderón, es evidente -analiza- que seguirá contando con el apoyo de quienes lo llevaron al poder: jerarcas, empresarios y fuerzas armadas, cuya lealtad ha reforzado otorgándoles privilegios. Él no está en la Presidencia por carismático ni por popular, sino porque representa a los más poderosos. Hasta dónde llegará su control es algo que prácticamente ya no depende del juego político: para eso ha sacado al Ejército y lo ha hecho invadir varias entidades con el pretexto de combatir la ’delincuencia organizada’. Consecuencia de esa militarización es la anulación de la posibilidad de que el pueblo ejerza su voluntad mediante las urnas o en la opinión pública: ¿qué puede hacer frente al ejército?”
Gabinete de ultraderecha
El gabinete de Felipe Calderón es más ultradrechista de lo que fue el de Vicente Fox, sobre todo al principio del sexenio pasado, pues ese era un gabinete plural, más abierto a las tendencias que llevaron a Fox al poder, dice Edgar González Ruiz, analista de grupos conservadores.
Explica que por primera vez en la historia de México, la Secretaría de Salud queda en manos de un activo militante del conservadurismo católico: José Ángel Córdoba Villalobos. Dicho funcionario recientemente declaró estar a favor de la cancelación de las políticas de prevención del Sida, al argumentar que la fidelidad en la pareja basta como método de prevención y control de embarazos no deseados y de la pandemia. Otro controvertido posicionamiento es el que ha adoptado frente a la educación sexual en la escuela pública.
González Ruiz destaca que “la Secretaría de Gobernación sigue en poder del conservadurismo, en la persona de Francisco Ramírez Acuña, jalisciense de raíces cristeras y con fuertes vínculos con el cardenal Juan Sandoval Íñiguez”.
El investigador añade que “aunque los propios panistas y los propagandistas de Calderón difunden la idea de que ’el Yunque está contra él’, es falso, como también es falso que en su gabinete estén ausentes: José Luis Luege Tamargo se colocó en la Comisión Nacional del Agua; Cecilia Romero es titular del Instituto Nacional de Migración, y Juan Carlos Romero Hicks, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, todos ellos son viejos militantes del Yunque”.
González Ruiz señala que “la prueba de que en el PAN no hay una ruptura ideológica es que todos los nuevos gobernadores (de Jalisco, Gerardo Solís Gómez; de Guanajuato, Juan Oliva Ramírez, y de Morelos, Marco Adame Castillo) son militantes del Yunque y de otros grupos conservadores.
Y especifica que no sólo el Yunque representa a la extrema derecha. Ante todo está la alianza histórica del PAN con la jerarquía. Más todavía, los llamados “neopanistas” son conservadores católicos vinculados al clero y al empresariado. “Vale incluso la siguiente generalización: desde que el PAN comenzó su avance político, con la ayuda de Carlos Salinas -con la gubernatura de Baja California en manos de Ernesto Rufo Appel-, todos los altos funcionarios surgidos de ese partido, con muy contadas excepciones, como la de Santiago Creel, han tenido raíces católicas y empresariales.
“A pesar de que a veces lo niegan Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, lo mismo que el mencionado Ruffo, Francisco Barrio Terrazas, Carlos Medina Plascencia y Diego Fernández de Cevallos, ya tenían esa tradición. Luis H. Álvarez, por ejemplo, tiene una militancia de décadas en el PAN donde impulsó el ingreso de ex cristeros y se alió con los grupos más extremistas”, explica González Ruiz.
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