La Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA) dejó de ser un asunto venezolano-cubano para sumar otros países del continente, y abrir espacios a la nueva forma de integración, contrapuesta al proyecto neocolonial del ALCA.
Se cumplieron dos años del momento fundacional cuando los presidentes Fidel Castro y Hugo Chávez suscribieran en La Habana aquella declaración conjunta y el acuerdo para la aplicación del ALBA, que sirven de principio y guía a los vínculos bilaterales.
Cuatro meses después de aquel histórico encuentro, Caracas fue la anfitriona para la adopción del plan estratégico destinado a hacer realidad el objetivo de alcanzar la más provechosa complementación productiva, que hoy exhibe más de un resultado.
Este programa se basa en la racionalidad, el aprovechamiento de ventajas existentes, el ahorro de recursos, el aumento del empleo y el acceso a mercados. Cada episodio en las relaciones bilaterales apunta a ese objetivo.
Así ocurrió con la reciente firma de nuevos acuerdos en la capital venezolana, adonde se trasladó, para suscribirlos, prácticamente la mitad del Consejo de Ministros de Cuba.
Convenios en materias estratégicas, incluidas las telecomunicaciones, el níquel y otros rubros, aseguran la idea primigenia de la colaboración, la solidaridad y la complementariedad no solo entre dos economías, sino entre naciones hermanas.
Hoy son realidad aquellos planes de construir en la Patria de Bolívar 600 Centros de Diagnóstico Integral, 600 Salas de Rehabilitación y Fisioterapia y 35 instalaciones de salud de Alta Tecnología. Muchas de estas instalaciones ya salvan vidas o mejoran la calidad de vida de millones de venezolanos, sin importar afiliación partidaria, ideológica o condición económica.
Son cifras pero no de la macroeconomía, de las que tanto adornan los informes marcados por políticas neoliberales, y en los cuales se esconden la pobreza y la exclusión social. Y no son las únicas. Basta agregar las de alfabetizados, los egresados en diversos niveles de enseñanza, entre otras, para aquilatar la magnitud de la obra humana que se construye entre dos países, cuando la solidaridad y la cooperación cierran el paso al mercantilismo.
Cuba ofrece el concurso de su mayor caudal de valores: el capital humano: médicos, educadores y otros profesionales que dan validez a la idea ya demostrada de la integración necesaria y posible.
EL ALBA tiene resultados a la vista, como los de la Misión Milagro, concebida para devolver la visión a los pobres con padecimientos oftalmológicos, no solo en Venezuela, también en numerosas naciones de Latinoamérica y el Caribe.
Pero el ALBA, en su formato oficial, ya es asunto de cuatro países, con la incorporación de Bolivia y Nicaragua, que bien pronto se beneficiaron con sus propósitos altruistas.
Bolivia será territorio libre de analfabetismo, pero también de cataratas y otras enfermedades de la visión. Miles de bolivianos estudian en Cuba o en Venezuela, país que otorgó créditos a la nación del altiplano para proyectos de desarrollo en la energía y otros rubros estratégicos.
Nicaragua alista sus baterías de grupos electrógenos para paliar y al final resolver la crisis energética a la que condujeron políticas privatizadoras de carácter neoliberal, mientras el método pedagógico cubano Yo si puedo, aplicado en varias latitudes del planeta, confirma su validez en la tierra de Darío para disminuir la tasa de analfabetismo.
Las experiencias de la mayor de las Antillas en el ahorro y efectividad en el uso de la energía es retomada por Venezuela y otros Estados de la región, con la idea de que el ALBA es, además, conservación del medio ambiente y proyecto de desarrollo sustentable.
Otras naciones, sin estar oficialmente afiliadas a la Alternativa Bolivariana, comparten sus bondades. Así ocurre con más de una decena de ínsulas caribeñas integradas a Petrocaribe, o las naciones sudamericanas que se sumaron al Gran Gasoducto del Sur, que llegará a la austral Argentina, donde también se aplica el Yo si puedo.
Entretanto, la Misión Milagro mejora la calidad de vida de paraguayos y uruguayos, pero también de peruanos y brasileños que se operan en centros oftalmológicos cercanos a la frontera boliviana. Son solo algunas de muchas razones para concluir que ya no se trata del amanecer de un proyecto de integración de nuevo tipo. El ALBA es realidad de muchos y con nuevos capítulos por escribir.
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