George W. Bush anda a la caza de nuevos negocios para financiar su próximo retiro. Esta vez le interesa el alcohol pero no por su conocida inclinación hacia el licor de cebada, sino por la nueva revelación que tuvo en su reciente viaje a Brasil y América Latina: la posibilidad de buenos negocios con el alcohol de caña de azúcar, el biocombustible llamado etanol, no para beberlo como aguardiente, sino para usarlo en los automóviles y poder decirle adiós al petróleo de Chávez, de Irán e incluso de Irak.
La visita de Bush desnuda la desesperación energética estadounidense y bien podría ser el comienzo de una verdadera explosión en la producción del biocombustible renovable, que se ha desarrollado simultáneamente en varios países utilizando madera, grasa animal, soja, maíz, caña de azúcar y otras materias primas. Podría estar en marcha una expansión gigantesca en la producción mundial del biocombustible extraído de la caña de azúcar mediante una tecnología claramente dominada por Brasil
La producción de biocombustibles se presenta como una necesidad estratégica “no contaminante” en la perspectiva de las limitadas reservas de petróleo que quedan en el mundo. Algunos expertos pesimistas creen que si continúan los niveles actuales de consumo, las reservas durarán sólo unas pocas décadas. Más allá de los límites naturales del suministro están las guerras y los conflictos geopolíticos desencadenados por EEUU, el principal consumidor de petróleo, contra los países que concentran las reservas más grandes del mundo, o sea, Venezuela, Irak e Irán.
Bush sueña con la supervivencia del modelo económico industrial automotor de EEUU hasta después que se acabe el petróleo. Y la eventual sustitución masiva por etanol bien podría ser otro buen negocio para él y su familia, …con la ayuda de Brasil y de su presidente, Luis Ignacio Lula Da Silva. A fines de marzo, el presidente brasileño viajará a Camp Davis para retribuir la visita de Bush del 9 de marzo y probablemente darle los últimos toques al plan que se propone transformar al etanol en un combustible internacional estandarizado y negociable a gran escala en el mercado mundial, como el petróleo. Obviamente, en este proyecto está involucrado el gran capital internacional. Los jefes de estado, al igual que otros políticos, actúan como mandatarios de confianza del gran capital y de las principales corporaciones transnacionales.
El lado oscuro del etanol
El principal consumidor de petróleo del planeta vende ahora la pomada del biocombustible que supuestamente no daña el medio ambiente como lo hacen los combustibles fósiles, que además son caros y algún día tienen que acabarse. Después de someter al pueblo de Irak a los horrores de una guerra de cuatro años inventada precisamente para apoderarse de su petróleo, Bush prepara ostensiblemente una mega agresión a la otra potencia petrolera mundial que es Irán, quizás con bombas atómicas, y mantiene una política agresiva con su principal proveedor latinoamericano que es Venezuela
Sin embargo, el etanol no es tan bueno como lo pinta la propaganda de EEUU y su explotación traerá forzosamente más hambre a los pobres no sólo de Brasil, sino de América Latina y de todo el planeta. Los hombres de negocios y los políticos involucrados presentan el desarrollo de la producción de biocombustible como una gran solución a los profundos problemas ecológicos generados por la contaminación derivada del consumo continuado de petróleo. Sin embargo, como también advierten ciertos especialistas, los millones de hectáreas que serán dedicadas a la producción de biocombustible devastarán las áreas rurales, agravando todavía más la destrucción ecológica del planeta.
La participación de Brasil en este negocio es clave por tratarse del país con más experiencia y mejor tecnología en la producción de etanol a partir de la caña de azúcar. Según el periódico Estado de São Paulo, en Brasil existen 336 plantas que aumentarían a 409 entre 2012 y 2013. Los bajos salarios del trabajador rural forman parte de la capacidad brasileña de producir un barril de etanol al costo de 25 dólares, mientras en EEUU el costo de producción de un barril de biocombustible de maíz es de 55 dólares. Brasil obtiene un rendimiento de 6.000 litros de etanol por hectárea, mientras EEUU consigue 3.500 litros.
EEUU produce etanol de maíz en el estado Iowa, en el medio oeste americano, aportando un estimado de 8 mil millones de dólares a la economía local. Se prevé que en los próximos 12 meses entren en operaciones unas 30 nuevas plantas de etanol. Pero todo esto será poco si prosperan los planes de Bush y Lula.
Según un documentado informe de Hector Benoit*, entre los grandes protagonistas globales de este proyecto se encuentra Vinod Khosla, una compañía de capitales indios y estadounidenses co-fundada con Sun Microsystems. Khosla está listo para beneficiarse: se ha convertido en uno de los principales defensores de la producción de “biofuel” a escala global y ha invertido fuerte en la industria. Según Khosla, la ’tecnología americana, la transparencia, la adopción de un etanol estándar y los recursos financieros van a ayudar al Brasil en un negocio que va a generar más de un millón de millones de dólares en los próximos 25 a 30 años’.
Caridad por casa
En el proyecto también está involucrado el hombre de negocios y ex-ministro de agricultura de Lula Roberto Rodrigues, gran gurú considerado casi un filósofo de la energía. Rodrigues asegura que ’mientras el último siglo fue marcado por la seguridad alimentaria, el biocombustible será el paradigma del desarrollo de este siglo.’ Sin embargo, la cuestión realmente no es tan simple dicen Benoit y otros especialistas que piensan exactamente en el efecto contrario: que la gran inyección de capital a la producción de biocombustible profundice los problemas de seguridad alimentaria.
La ’filosofía’ de Rodrigues puede entenderse mejor si se conoce su curriculum. Además de ser un gran hacendado y ex ministro de Agricultura de Lula, es presidente del Consejo Superior de Agronegocios de la Federación de Industria del Estado de Sao Paulo (FIESP) y también es uno de los tres fundadores del grupo conocido como Comisión Interamericana del Etanol (The Interamerican Ethanol Commissión)**, cuyo objetivo es promover la inversión privada, junto con los recursos públicos, para ampliar a futuro la producción y comercio de energía renovable por todo el mundo. Quizás por mera coincidencia otro fundador de esta comisión hemisférica es Jeb Bush, el gobernador de Florida, que en otra notable coincidencia resulta que también es hermano del presidente George W. Bush. El tercer socio es Luis Alberto Moreno Presidente del BID. “Por lo visto -dijo Benoit-, hacer buenos negocios en biocombustibles es una cuestión que puede mezclar sin grandes escrúpulos los intereses del estado y de la familia”.
Etanol versus hambre
La producción masiva de etanol aumentará el precio de los productos alimentarios y profundizará el hambre y la miseria en el planeta, aseguran Benoit y otros especialistas. Se estima que sólo en Brasil se utilizarán más de 20 millones de hectáreas en plantar caña de azúcar destinada al etanol. Esto afectará inevitablemente el precio del maíz, la soja y otros comestibles cuyos productores deberán enfrentar costos más altos en áreas de cultivo más escasas. Aumentará, además, el precio de la alimentación animal, provocando incrementos posteriores en el precio de la carne.
Este fenómeno ya está ocurriendo en EEUU, donde el etanol se produce a partir del maíz. Ya aumentaron los precios de los alimentos para animales como asimismo el maíz destinado al consumo humano. La demanda de etanol ha casi doblado los precios del maíz.
El aumento del precio internacional del maíz hizo explotar las recientes protestas masivas de México, donde se ha triplicado y cuadruplicado el precio de las tortillas, el alimento tradicional preferido por los pobres. Hay consenso general de que la creciente demanda de etanol es responsable de la crisis mexicana de la tortilla y del malestar social que ha producido. También ha afectado el precio del “ketchup”, la salsa de tomate que se fabrica con jarabe de maíz de alto contenido de fructosa, estimulando investigaciones para un sustituto “post biocombustibles” fabricado con jarabe de caña de azúcar.
Si el etanol llegara a convertirse en un “commodity” mundial habrá consecuencias terribles -vaticina Benoit- para el precio de los alimentos en perjuicio de la gente de trabajo alrededor del globo e infligiéndole al ambiente daños adicionales hasta ahora no calculados.
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