Consagrada el 12 de noviembre de 1931, la catedral de Tampico luce todavía su pasillo central, que conduce al altar mayor, tapizado de cruces gamadas, que en aquellos días evidenciaron la afinidad de la jerarquía católica con las corrientes totalitarias de esa época.
Cabe recordar que en esa fecha ya Mussolini gobernaba en Italia mientras que en Alemania el Partido Nacionalsocialista estaba en la antesala del poder absoluto que comenzaría a ejercer dos años después.
Si bien la iglesia católica llegó a entrar en conflicto posteriormente con esos gobiernos, en un principio vio con gran simpatía el ascenso en Europa de fuerzas ultraderechistas que pretendían acabar por igual con gobiernos comunistas y liberales, que habían socavado los privilegios del clero en muchos países.
“Que Dios nos dé un Mussolini” escribiría en 1929 el obispo Leopoldo Ruiz y Flores en una carta privada al representante en Roma de la cristera Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa, Antonio López Ortega, a la vez que grupos como la Unión Nacional de Padres de Familia, que subsiste y que es hoy en día uno de los principales aliados del PAN, enviaban un mensaje de felicitación al dictador italiano por su concordato con el Vaticano.
A la fecha, en El Vaticano no se celebra el 30 de abril la caída del fascismo, y no faltan los testimonios de las relaciones amistosas que llegaron a mantener algunos jerarcas católicos con los nazis en su momento.
Actualmente hay quien sostiene que la colocación de los mosaicos con cruces gamadas no tenía nada que ver con el nazismo, puesto que la cruz retomada por los nazis es un símbolo muy antiguo, y lo usaba desde los años 20 la poderosa empresa petrolera El Águila, una de las principales de Tampico, subsidiaria de subsidiaria de la empresa anglo holandesa Dutch & Shell, y que pudo haber aportado dinero a la construcción del templo.
Pero al margen del origen y larga historia de la svástica como tal, que en épocas diferentes ha tenido significados distintos, los mosaicos con el símbolo nazi se colocaron precisamente en 1931, cuando era un tema candente en el mundo el avance del nazismo y del fascismo.
La situación es similar a la de aquel sacerdote que en la época priísta hacía propaganda a favor del PAN en tierras yucatecas, enfatizando el día de las votaciones que el cielo es blanco y azul, exactamente como los colores del partido derechista, sin que pueda alegarse que esas tonalidades siempre han existido, pues en esas circunstancias era clara la alusión dicho partido.
Por cierto, fue también en 1931 cuando el pontífice actual, Josef Ratzinger se enroló en la “Hitlerjugend” (Juventudes Hitlerianas), una organización paramilitar destinada a formar a los jóvenes alemanes en la doctrina fanática del nacionalsocialismo germano, de donde pasó a ser soldado del ejército alemán en 1939.
En esa época, México vivía las secuelas de la sangrienta guerra cristera de 1926 a 1929, misma que había obligado a exiliarse al entonces obispo de Tampico, Serafín María Armora y González, mientras que las huestes armadas de la ultraderecha, los llamados “segundos cristeros” se preparaban para emprender una nueva guerra que permitiera establecer en México una dictadura católica.
Nacido en Olinalá, Guerrero, en 1876, Armora apoyó a grupos católicos en la región, como la ACJM, Vanguardias y muchos otros, además de que uno de sus sacerdotes fue Ernesto Corripio Ahumada, quien fue cardenal y arzobispo de México en la época de Salinas de Gortari.
En 1931, la Sagrada Mitra de Tampico y el Comité de Damas Católicas agradecieron la ayuda material que el magnate petrolero estadounidense Edward L. Doheny y su esposa brindaron a la construcción del templo.
Doheny es conocido por sus controvertidas y contradictorias intromisiones en la política mexicana, pues apoyó a Madero en su revolución contra Porfirio Díaz, pero fue también uno de los mejores amigos del embajador Lane Wilson, el promotor del cuartelazo de Victoriano Huerta. Lane Wilson era nada menos que el representante legal de Edward L. Doheny. (Arturo Lomas Maldonado “La Injerencia extranjera en el ascenso y la caída de Madero” Universidad Autónoma Metropolitana: mx.geocities.com/arturolomasm/lainjerencia.doc)
Más de sesenta años después de la inauguración de la catedral de Tampico, a mediados de los 90, se llevó a cabo un ambicioso proyecto de restauración del inmueble, donde, sin embargo, se mantuvo el tapete de las cruces gamadas “porque así lo pidió la sociedad tepiqueña” (Archivo Histórico de Tampico, carpeta sobre la Catedral).
Se dice que ese “sector” estaba formado por personas ultracatólicas, conocidas en broma como “sobasantos”, porque desgastaban las imágenes religiosas de tanto frotarlas para pedirles favores, y que el obispo, que era en ese tiempo Rafael Gallardo García, no quería conservar esos motivos por ser símbolos del nazismo. El caso es que a la fecha siguen allí las cruces gamadas, colocadas en una época en que Benedicto XVI iniciaba su trayectoria como miembro de las juventudes hitlerianas.
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