Un ex-funcionario de la televisora usada por Estados Unidos para su agresión contra Cuba acaba de ser condenado a 27 meses de cárcel por aceptar sobornos en la contratación de programas.
Las agencias internacionales de prensa dan cuenta de que José María Miranda, ex director de programación de la llamada TV Martí, recibió más de 100 mil dólares de la empresa suministradora de videos y servicios Perfect Image.
Miranda, quien ocupó ese puesto entre 1999 y 2003, cumplirá, además, tres años de libertad condicional después de salir de la cárcel y debe pagar ocho mil dólares de multas.
El ex directivo fue cesado de la cadena en febrero tras declararse culpable, aunque el mayor fraude en Radio y TV Martí es el que se comete contra los contribuyentes estadounidenses.
Ambos instrumentos de la política anticubana ya superaron los 500 millones de dólares en presupuestos gastados, y el saldo salta a la vista, aunque la mal llamada TV Martí no se vea en la Isla y sea un negocio para la contrarrevolución en Miami.
No por gusto una Comisión del Congreso tiene bajo investigación las acusaciones de corrupción que rodean a la Oficina de Transmisiones a Cuba (OCB por sus siglas en inglés), el ente rector de ambas emisoras creadas por el gobierno de Estados Unidos, cual filial de la Voz de América.
Hace un año un informe del Consejo de Asuntos Hemisféricos, agrupación no gubernamental con asiento en Washington, señaló que los varios intentos por reducir los cuantiosos fondos de la OCB enfrentaron las "estruendosas recriminaciones y hasta las amenazas abiertas de los políticos letales del sur floridano", en particular de la mafia congresional que encabezan los hermanos Diaz-Balart e Ileana Ros-Lehtinen.
"Por medio de un proceso alquímico, cientos de miles de dólares en contribuciones privadas de campaña a la Casa Blanca y a miembros del Congreso son convertidos en cientos de millones de dólares de fondos públicos para programas aprobados por el Congreso que se usan para financiar a grupos anticastristas", consigna el reporte.
Los desmanes provocaron antes la renuncia de Salvador Lew, quien fue director de la OCB, y durante su mandato se repitieron las denuncias por las coimas y corruptelas. Varios personeros del mundillo de la contrarrevolución anticubana miamense fueron beneficiados con pingües pagas por el ente oficial para las transmisiones a la Isla, más allá de que el mensaje llegara o no a su destino. El sucesor de Lew es Pedro Roig, quien a principios de los 60 del pasado siglo estuvo enrolado en el ejército de EE.UU. para entrenarse en acciones destinadas a derrocar a la Revolución cubana.
Entre sus correligionarios en Fort Bening se cuentan Jorge Mas Canosa, ex capo de la Fundación Nacional Cubano Americana, ya fallecido; el terrorista y asesino confeso Luis Posada Carriles y Félix Rodríguez, quien se ufana, por órdenes de la CIA, del asesinato del Che Guevara. Todos estuvieron en la plantilla de la Agencia.
La OCB está bajo escrutinio congresional cuando Radio Martí, según el propio Capitolio de USA, atraviesa por la mayor crisis de audiencia de su infame historia, y cuando TV Martí sigue siendo una emisora fantasma a pesar de la compra de un avión militar para sus transmisiones al archipiélago cubano.
El EC-130, que costó la friolera de 10 millones de dólares en el 2006, tampoco ha podido evitar la invisibilidad de la televisora, cuya programación está destinada a subvertir el orden en Cuba y diseminar el engaño entre sus pobladores.
Durante ese propio año se desató un escándalo al conocerse que la Oficina de Transmisiones tenía en plantilla a un grupo de "renombrados" periodistas, a quienes pagaba por sus artículos mercenarios que destilaban odio y perfidia contra la pequeña nación caribeña.
A pesar de tales antecedentes, la administración Bush se dispone a otorgar otros 37 millones de dólares para Radio, TV Martí y una red de asociados, con lo cual la corrupción seguirá en el aire, a despecho de que se traguen sus propias transmisiones, las cuales siguen sin hacer diana en el pueblo cubano.
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