¿Se ha puesto alguien, en dependencia oficial, para-oficial, comercial o estratégica, a estimar, estudiar, prever o calcular, cuántos peruanos, cuya vida ha transcurrido más fuera del país que dentro, gustarían de volver y rendir en la tierra que los vio nacer mucho del profesionalismo que aprendieron allende y aquende y también, de repente, visitar lo que nunca vieron sino en la televisión y en documentales de la belleza natural abundante en nuestros múltiples parajes costeños, serranos y selváticos? El retorno de los “elefantes” peruanos, no debe ser un sueño, sino una realidad que podría caminar por dos avenidas de enorme utilidad a la patria.
La bidestilación de este camino, lejos de ser una quimera, es una posibilidad a cuya forja debemos contribuir con imaginación portentosa, pero también con el amparo de, por ejemplo, una Ley de Repatriación de Profesionales. Todo peruano que hubiera estudiado en universidad del Estado, tiene el deber de, en algún momento de su vida, devolver a la nación lo que ella invirtió en su carrera profesional. Más aún, estos peruanos, cuyo proyecto de vida, fue satisfecho con creces y merced al limpio esfuerzo, en el exterior, debieran dar clases en las universidades locales y ser condecorados con preseas y diplomas que la nación les otorgará en reconocimiento a su esfuerzo patriótico. Lo importante es que hagan uso de la prerrogativa de cumplir con su cuota hacia el Perú. ¿No parece una idea formidable la germinación de una corriente de regreso que vigorice el cuerpo profesional del país?
Por otro lado, ¿a qué peruano, que sólo conoció el portento de nuestra geografía a través de la televisión, el documental fílmico o la revista especializada, no complacería visitar todo aquello que nunca vio en la realidad? ¿Y que en los aeropuertos fueran recibidos por chalanes y morochucos y el fondo instrumental y coral de conjuntos musicales criollos y folclóricos que les den la bienvenida? El retorno de los “elefantes” peruanos, por si alguien tiene duda cavilosa o desilusión congénita, es –debe ser- una celebración y un reencuentro de esos que recuerden que Perú es madre y no madrastra de sus hijos.
Con profesionales vueltos al país, enseñando sus habilidades y pagando su deuda pedagógica; con turistas ávidos de viajar, nutriendo con ello los circuitos aeronáuticos, la generación de negocios directos y conexos; con dólares o euros honestos y bien empleados, la dinámica en perspectiva puede impulsar un espectáculo pocas veces visto: la reconquista del Perú por sus antiguos y acreditados habitantes otra vez dentro de sus fronteras.
Al igual que los no residentes, los peruanos que visitan el país, lo hacen en condiciones superiores de capacidad financiera porque trabajaron en el exterior haciendo de sus vidas un apostolado lejos del terruño. ¿Qué ocurre si su vuelta discurre por estos dos caminos, inicialmente pergeñados?
Hay, sabemos, mentes amplias e instruidas y capaces de mejorar estas humildes ideas con la savia y emulsión que su juventud y amor al Perú, dan en el desempeño de sus cargos. No todo está podrido, aunque las señales que así ocurre, sean más numerosas que lo contrario. Evidenciemos, pues, en tareas al alimón y de gesta heroica que sí tenemos cerebro y que nada debemos envidiar a otros porque aquí se nos dieron los instrumentos, la geografía y riquezas naturales abundantes para triunfar. ¿Y no son esos peruanos que lo hicieron fuera, quienes puedan dar testimonio de aquello, una vez reintegrados al país? ¡Que no es posible! ¡Falso! ¡Si puede soñarlo, puede hacerlo! Y esto más que un sueño, es el prolegómeno de una gran migración. En buen romance: el retorno de los “elefantes” peruanos.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
Lea www.redvoltaire.net
hcmujica.blogspot.com
Skype: hmujica
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter