¿Quién le ha chismeado al canciller García Belaunde que en la Corte Internacional de Justicia de La Haya se negocia? ¡Allí se litiga, única y exclusivamente, por eso es que Chile ha preparado un equipo profesional con gente de versación acreditada y muchos años de experiencia! Presentar al señor Wagner Tizón como negociador es un disparate, mucho más grande que pedir “límites” con papas fritas como hiciera cierto diplomático que conoció de temas limítrofes en esta gestión y comparó el asunto con una de sus chacras en Cañete.
¿Quiénes van a ser nuestros especialistas? Hasta donde se sabe, Allan Wagner no es abogado y carece de cualquier título profesional, por tanto jamás tuvo experiencia o especialización en derecho internacional. De repente es un un buen representante de estudios generales, y como Joselo, son diplomáticos de carrera, porque cuando ingresaron sólo se les exigía esa etapa. Si vamos a enviar a La Haya a expertos en cocteles, chismes y mohínes, el resultado está más que cantado y ¡no puede ser más aborrecible!
Mientras que los genuinos doctores en jurisprudencia internacional, con treinta o más años de experiencia en esta clase de contenciosos, expertos en varios idiomas y catedráticos que no hablan de estupideces como “seguridad cooperativa” o NUBES, el onanismo de la palabrería hueca, aquí vamos a darle marquesina y pantalla a inconfundibles valores falsos, fabricaciones de una prensa antipatriota cuyos redactores son ignorantes comprados al peso y están más que solícitos al servicio de las causas anti-nacionales.
El agente en La Haya tiene que ser un líder en el equipo que decida frente a disputas entre los abogados contratados, porque en derecho, como en toda actividad profesional, hay diferencias en el enfoque. Entonces el agente no es quién se deja calentar la oreja por el asesor engreído, ante su manifiesta ignorancia, sino el experimentado jurista y erudito de la historia bilateral que zanja en un sentido u otro. Esa es su responsabilidad. Pero para ello no puede ser un improvisado ni un lego como es Wagner.
¡Ni un solo comentario adicional al muy modesto mío, entre “expertos”, “politólogos”, “estrategas”, “internacionalistas”, ha preguntado o inquirido si Wagner llevará, con evidente torpeza de elefante en cristalería, como asesor al traidorzuelo barato que es Fabián Novak Talavera, autor de líneas contra la posición oficial del Perú y que estuvo ¡nadie sabe qué haciendo! en el viceministerio de Defensa. ¿Sería pedirle mucha exquisitez a Wagner que decantase esta incomodísima pregunta?
Como canciller, en 1985 y en el 2002, Wagner, ha dado luz verde a que Chile se arme hasta los dientes, justificando esa actitud belicista con el contrabando claudicante de “homologación de gastos”. En igual sentido, la alcahuetería del 2 + 2, y otras sandeces que me hicieron comentar alguna vez con humor ácido si Wagner bailaba al compás de la empanada y el vino tinto.
Ministro de varios gobiernos, funcional hasta la médula, Wagner, y sólo porque Bolivia dejó de pagar sus cuotas, llegó a ser secretario general de la Comunidad Andina de Naciones, entelequia inútil, que ¡no sirve absolutamente para nada! Pagan tan bien allí que el señor de marras hizo noticia con la compra de una casa de ¾ de millón de dólares. Los professional beggars sí que son suertudos.
¿Qué puede decir Wagner del repaso a balazos de que fue víctima, en un accidente borrado muy sospechosamente, en Santiago de Chile, años atrás? ¿En qué circunstancias ocurrió el hecho y qué tenía que hacer un diplomático en temas delincuenciales que terminaron así y casi dieron cuenta de su existencia? El asunto es muy turbio.
No debe olvidarse, mucho menos, que este señor tiene familia en Temuco, y nunca ha aclarado sus reales vinculaciones con el país del sur.
Muchas de estas aserciones han sido hechas años atrás y jamás han sido contestadas o refutadas. ¿Hay alguna razón de fondo que permita cohonestar lo que son referencias a hechos sumamente graves contra la integridad y defensa del Perú? Hacerse el sordo, ayuda poco, el país es testigo de cómo van varios días en que Wagner es acusado de ser prochileno y no responde, no dice nada y por toda gestión, habría hecho una pataleta, exigiendo que el gobierno lo defienda. Y esto pretendió hacer del Castillo, tan o más ignorante en temas de historia, actual o pasada, que el propio Wagner, lo cual no es decir poco. El ridículo protagonizado, no pudo ser más inverosímil.
Es estas manos ineptas, incoherentes, fantasiosas, frívolas, en que Perú, merced al gobierno del señor García Pérez, ha puesto el delicado cargo de agente en La Haya. Si allí no se negocia, sino litiga, el supuesto “negociador” ¿qué va a hacer? Si tampoco es abogado y está huérfano de cualquier experiencia en derecho internacional, ¿qué va a hacer este individuo mediocre entre los mediocres y cuya producción intelectual alcanza a un librito firmado por Rosario Vega Santa Gadea y con escritos efímeros y ocasionales encargados a mercenarios de la rabanería caviar que cobra en dólares sí o sí?
Wagner Tizón debía ser encargado de la gerencia del muellecito que aceptó en Arica, permitiendo que los chilenos contrabandearan lo que nunca han cumplido y que está preceptuado en el Tratado y Protocolo de Lima del 3 de junio de 1929, temas sobre los que el embajador alguna vez escuchó una que otra cosa, pero que nunca fueron parte de sus inexistentes especialidades. Y, last but not least, no deben olvidarse las serias denuncias hechas en el libro de Carlos Malpica, Pájaros de alto vuelo, con acusaciones que tampoco ha respondido Wagner Tizón.
¿Defenderá Wagner al Perú en La Haya? La respuesta sigue siendo: ¡ja, ja!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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