Lincoln-Díaz Balart, representante federal por la Florida, en EE.UU., teme quedar desempleado en los próximos comicios cuando su escaño, como los de su hermano Mario e Ileana Ross-Lehtinen, se exponga a la próxima subasta electorera.
Confiados en que su reconocida condición de "militantes anticastristas" les garantiza suficiente cobertura de votos para la reelección, los llamados "tres jinetes del Apocalipsis político floridano", antes no se preocuparon demasiado por afrontar rivales en comicios anteriores.
Pero este año es diferente. Los Díaz-Balart, junto a la también llamada "Loba feroz del exilio", arrastran consigo la maldición Bush, de la que decenas de políticos huyen desaforadamente, por temor a ser arrastrados en los días finales de quien se ha ganado la caracterización de "más repudiado presidente estadounidenses que haya pisado la Casa Blanca".
Enterado de maniobras para disputarle su escaño en el Congreso, al igual que a sus otros dos compinches, Lincoln acaba de declarar al Nuevo Herald de Miami que se trata de "una reacción al trabajo que él ha desarrollado en Washington, durante ocho mandatos seguidos, por mantener una política dura hacia el régimen de Cuba".
En realidad pudo haber sido más explícito y recordar que tanto él, como la Ross-Lehtinen, han abogado públicamente por el asesinato del Presidente Fidel Castro, mediante expresiones que aparecen registradas en la prensa plana y en los récords de emisoras de televisión del sur de la Florida.
También pudo alardear de su contubernio con connotados terroristas de origen cubano que se refugian en la ciudad miamense, como Luis Posada Carriles y Orlando Bosch Ávila, a quienes defiende públicamente, artífices intelectuales del sabotaje del avión de Cubana que causó la muerte de 73 personas en 1976.
En su "expediente de servicios prestados al anexionismo de la Isla", aparecen también sus coaligados servicios con Mario e Ileana en el Congreso federal para obstaculizar cualquier iniciativa de otros representantes, que conlleve suavizar o levantar el bloqueo económico, comercial y financiero que EE.UU. aplica contra la ínsula prácticamente desde enero de 1959.
Muchos de los beneficios económicos recibidos por la triada de representantes —de la cual se enorgullece lo más rancio de la aristocracia contrarrevolucionaria asentada en la urbe floridana—, a lo largo de las ultimas décadas, ha provenido de los presupuestos aprobados en Washington con intención de desestabilizar al gobierno cubano, una industria muy rentable.
Recordemos que para el año fiscal 2007, el Congreso estadounidense aprobó 36 millones 100 mil dólares de fondos federales solo para ilegales emisiones radiotelevisadas contra Cuba, y tengamos presente que la proposición inicial partió del representante Lincoln-Díaz Balart.
Aunque tuvo que reconocer la inefectividad de esas transmisiones radiales y admitió con cinismo que los programas de TV Martí jamás se han visto en la Isla, se ufanó por los renovados millones de dólares disponibles para sus amigos, de los cuales él es uno de los beneficiarios en especie e influencias.
Lo sorprendente del nerviosismo de Lincoln es que los demócratas todavía no anunciaron candidatos específicos para rivalizar con los "tres jinetes...", aunque han dejado entrever nombres de posibles aspirantes, entre ellos los de Raúl Martínez, ex alcalde de Hialeah, y Joe García, presidente del partido Demócrata en Miami-Dade.
Al respecto, Álvaro Fernández, activista de Miami que favorece la ampliación de nexos con la Antilla Mayor, habría anunciado la intención de destronar a los Díaz-Balart "para comenzar a cambiar las cosas en relación con Cuba".
La aprensión de los hermanos se justifica luego que la Oficina de Contraloría del Congreso revelara casos de uso inapropiado de la "ayuda estadounidense a la disidencia interna en Cuba", como eufemísticamente llaman al dinero de contribuyentes norteamericanos que el gobierno Bush utiliza para pagar a su grupúsculo de mercenarios dentro del territorio caribeño.
’’Ellos (los demócratas) creyeron que con ese informe se iba a quitar la ayuda a la disidencia. Como no lo lograron, ahora nos quieren quitar a nosotros, porque con nosotros allí no pueden hacer nada’’, acotó Lincoln Díaz-Balart.
Para rematar un final clásico de cinismo heredado, Lincoln subrayó en las páginas del Herald: ’’No nací congresista ni espero morir congresista, pero creo que es importante que este cargo se mantenga siempre en mano de alguien con integridad’’. Recuerdo: Integridad viene de íntegro que significa: persona recta, proba, intachable.
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