Maria Augusta Calle, asambleísta PAÍS
Quizá una de las asambleístas que más aprendió, en medio del fragor político que le tocó enfrentar, es María Agusta Calle. Ella divide en tres partes el balance de lo que ha sido este proceso constituyente: la primera que fue un proceso eminentemente participativo, donde se han podido recoger las voces y luchas de muchísimos sectores. “Esa es una situación muy importante, que convierte a la Constitución en un instrumento verdaderamente democrático”, dice. El segundo es que ha sido un proceso de mucha confrontación ideológica, donde realmente se ha visto las diferencias abismales que existen en el país, las perspectivas diferentes: “ha sido una lucha muy dura”. La tercera, ya a nivel personal según nos explica, es que le ha significado un aprendizaje enorme en la parte profesional, una revisión de lo que significa el quehacer periodístico. “He sido acosada desde los medios y eso me ha hecho crecer como persona, pero también revisar mucho lo que es el periodismo y cuál debe ser la perspectiva, cuál la técnica, el contenido, el manejo contextual de la noticia, la necesidad de tener un periodismo de investigación permanente, que no puede haber una nota que no responda a la investigación y a la confrontación de fuentes”.
María Agusta se muestra satisfecha con la nueva Constitución, pues según dice, “se han consagrado una serie de derechos importantes. Es una Constitución atravesada por la libertad, ha sido escrita desde principios como el de la soberanía, como el de la democracia, como el de la libertad, como el de la autodeterminación”.
Sin embargo, a la hora de respoder: ¿y después de esto qué?, dice que La Constitución “es el primer paso de un proceso bastante duro, de muchísimo compromiso, de mucha claridad política, donde tenemos que tener claros los objetivos para no cometer errores en el análisis, para no dejarnos llevar en el momento que no se hagan las cosas exactamente como nosotros queremos, creo que es el momento en que cuando haya una duda debe prevalecer el principio de revolución, el principio de cambio”. Quien presidió la Mesa de soberanía en la Constituyente ha sufrido uno de las más duras campañas de desprestigio desde los grandes medios, y sin embargo ha sabido responder con altivez y dignidad a la responsabilidad que le encargaron sus electores.
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