El paisaje que muestra hoy la Isla de la Juventud y buena parte de la provincia de Pinar del Río, después del paso del poderoso huracán Gustav, es como para desalentar a cualquiera pues, destrozó todo cuanto encontró en su camino, lo creado por el hombre o la propia naturaleza.
En cualquier país la situación habría creado pánico colectivo ante la indefensión en que quedan miles de familias con sus viviendas en el suelo y bienes perdidos, a los que se suma en mucho casos el centro de trabajo donde libraba el sustento, igualmente destruido.
Pero en ese territorio del archipiélago cubano la situación es bien diferente, y no se trata de que sean hombres y mujeres de una raza especial, o que la insensibilidad se haya apoderado de ellas, el fenómeno es de naturaleza diferente.
Ellos saben perfectamente que no están abandonados a su suerte, que detrás de ellos hay un pueblo entero, con sus dirigentes al frente, preocupados y ocupados por dar solución urgente a las necesidades más apremiantes, buscando paliativos para resolver los problemas y trabajando para, gradualmente y en la medida en que los recursos aparezcan, darles solución.
Como ha planteado el líder de la Revolución Fidel Castro en sus Reflexiones dedicadas a tratar el tema, los recursos no abundan, habrá que hacer sacrificios para compartir lo existente, pero se hará, entre otras cosas, porque la propia Revolución ha educado al pueblo a ser solidario, bajo el principio de que nadie será olvidado.
Esa es la razón por la que todos se han dedicado inmediatamente a restañar las heridas empleando cuanto sea recuperable, más los recursos humanos y materiales que han comenzado a llegar de todos los rincones del país.
El país es pobre, resiste una brutal guerra económica por parte del imperio que ha costado hasta la fecha más de 89 mil millones de dólares; está envuelto en el desarrollo de programas para mejorar los servicios de salud y educacionales y brindar mayor cobertura a la seguridad social.
Lo más importante fue preservado: ni una sola víctima mortal sufrió el pueblo, a pesar de que resultó un huracán muy poderoso que a su paso por varios países del Caribe dejó su lamentable estela de muerte y luto.
En Cuba existen Consejos de Defensa formados por todas las instituciones sociales relacionadas con la preservación de la vida y los recursos materiales, para lo cual recibe entrenamiento especial varias veces al año, y la eficiencia es muy elevada.
Ello explica los resultados del país, tanto en esta como en ocasiones anteriores; no se trata de ningún milagro. El secreto es bien sencillo: organizar debidamente la fuerza humana y solidaria que posee el país.
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