Pocas dinámicas son tan potentes para identificar entre sus integrantes a enormes franjas de hombres y mujeres de todas las razas, de lenguas múltiples, de estaturas diversas, de geografías disímiles, de historias distintas, de trayectorias absolutamente inconexas, como la estupidez. Hay entre sus epígonos, allende y aquende, parlamentarios, per se muy conocidos adalides de la especie; diplomáticos, periodistas, militares, gobernantes, burócratas, intelectuales, los genuinos –unos pocos- o los a la carta al servicio de cualquier ONG que les pague lo que ellas quieren que diga; en palabras breves, la estupidez, con su vasto poder impresionante, es un ámbito en que casi todos compiten entre sí para ver quien empeora la bestialidad de los movimientos del vecino. Ninguna disciplina se libra de esta clase de neumáticas, todas gozan del discutible mérito de tener entre sus cultores a estúpidos más o menos brillantes. ¡Ni qué hablar de gobernantes palurdos y zafios! Afirma Robert Heinlein –y así lo recuerda Giancarlo Livraghi en The power of stupidity, May 2009, p. 11: “Never underestimate the power of human stupidity”.
¿Cómo entender a sociedades que ven cómo sus empresas caen, cual borreguitos balando sus cánticos animales, en las garras del narcotráfico, son investigados por sus policías, pero nadie parece darse cuenta ni enterarse porque el silencio prima como parche y “soluciona” las circunstancias? ¿alguien puede explicar por causa de qué, después de más de 20 días de haberse hecho de conocimiento público, Lan Chile y su socia peruana, Lima Airport Partners, LAP, la empresa concesionaria del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, perseguidora de periodistas, no han dicho ¡absolutamente nada! de un auto apertorio penal que involucra nada menos que a sus jefes de Seguridad, en un engorroso y muy grave tema de narcotráfico? Tengo mis dudas que la sola estupidez sea capaz o talentosa como para explicar un asunto que no tiene ninguna justificación.
¿Alguna disciplina es tan abyecta, para silenciar a esos diplomáticos que ven cómo sus capitostes traicionan, violan, violentan, los Tratados que Perú ha firmado y defendido en su pétrea contextura, como el del 3 de junio de 1929, y se callan o disimulan, a la postre, el acto proditorio es el mismo, en nombre de un escalafón que protege imposturas y falsedades que todos conocen pero nadie quiere denunciar en voz alta? Dice Livraghi en su obra citada, p. 12:
When stupidity combines with other factors (as happens quite often) the results can be devastating. In many situations human stupidity is the origin of a series of events that combine into constantly increasing complication, with effects that can be quite funny –until we discover that they are tragic. In other cases stupidity is not the origin of the problem, but all sorts of stupid behaviors make it worse and prevent effective solutions”.
Cuando la estupidez se combina con otros factores (como ocurre muy a menudo), los resultados pueden ser devastadores. En muchas circunstancias la estupidez humana es el origen de una serie de ventos que se complican constantemente, con efectos acaso divertidos hasta que descubrimos su trágica índole. En otros casos la estupidez no es el origen del problema, pero toda clase de comportamientos estúpidos empeoran y envilecen las soluciones preventivas eficaces.
Inquirimos ha poco, sin respuesta hasta hoy, estúpida o razonada, sobre la siguiente cuestión:
“¿Cómo se explica la impresionante estupidez que un partido político con más de ocho décadas haya perdido casi toda su influencia nacional y esté constreñido al respaldo que la frívola y racista Lima le da con la derecha que apuesta por el mal menor y que graficara sus guarismos trágicos en el comicio del 2006? Esa dirigencia, hasta hoy no explica los métodos científicos que usó para perder de una manera tan vergonzosa y convertir al antaño movimiento esperanza de los pobres del Perú en una cofradía de oportunistas recién llegados y en búsqueda angurrienta de cualquier puesto con tal de conseguirse un ingreso. No causa pues asombro que a la vuelta de pocos años, los resultados sean los que se observan: falta de respuesta política, putrefacción en el pensamiento y una impresionante carencia de líderes con calidad y educación geopolíticas. La estupidez se nutre de la ignorancia. http://www.voltairenet.org/article161140.html
Escribe con pluma certera Livraghi, p. 13:
When we try to understand stupidity, we are dealing with a subject that is scarcely studied, rarely understood, broadly avoided because it’s uncomfortable and disturbing (as we shall see in chapter 28.) It’s as though we all knew that we are stupid, but we uneasy about admitting it.
Cuando tratamos de entender la estupidez, tratamos con un tema que es apenas estudiado, raramente entendido y ampliamente evitado porque es perturbador y poco confortable (como comprobaremos en el capítulo 28). Es como si supiéramos que somos todos estúpidos, pero no es aquello fácil de admitir.
En el Perú de nuestros días, que es el mismo, sin mayor esfuerzo para la exégesis, el mismo desde que nació en los borrosos y controvertidos días de 1821, con criollos vendepatrias a quienes les gustaba un rey y un imperio del cual depender, la estupidez tiene un asiento en todas las esferas de la vida pública. Por tanto, la estupidez es democrática. ¿Alguien se atreve a dudarlo?
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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Carátula de la versión en inglés de El poder de la estupidez de Giancarlo Livraghi
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Dedicatoria del autor, agosto 2009.
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La setupidez es democrática
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