26-11-2002
En Camaná, Arequipa, había un cura de nacionalidad colombiana, Roberto Reaño, que fue denunciado por haber embarazado a una niña de 14 años. Esta, en un examen preliminar fue encontrada en gestación pero luego de algunos días, misteriosamente, este embarazo truncó su marcha y culminó. Las autoridades eclesiásticas de Camaná, comenzando con el arzobispo Busquet, español, dicen que Reaño es santo y no han hecho nada. Tampoco las educativas de la zona.
¿Donde está este cura que según voces fidedignas tiene una hija de 11 años? Pues nada más ni nada menos que escondido en la Catedral de Arequipa bajo el manto protector y cómplice del arzobispo Luis Sánchez Moreno, el mismo que deja que las sectas hagan lo que les venga en gana en esta importante ciudad.
¿Cómo así que la Iglesia Católica se opone al aborto? Son múltiples los casos de hijos de curas cuando no de abusos sexuales con menores de edad en todo el país y en toda Latinoamérica. En Estados Unidos, pocos meses atrás, el escándalo de curas pederastas ha levantado una polvareda de magnitud mundial.
Aquí hay algo más. El montesinismo y su creación cínica y criminal de campañas psicosociales sigue vivo y coleando. Desde su púlpito dominical el CFS (cuervo, fascista y soplón) Juan Luis Cipriani vomita una retahíla de conceptos en torno a este espinoso tema pero como en el dicho, ve la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio. ¿Con qué autoridad moral, el sospechoso de haberse callado en todos los idiomas cuando las tropas asesinaban campesinos en Ayacucho, puede erigirse como el custodio de la ética pública del Perú?
Basta con que CFS Cipriani impulse una campaña psicosocial como para que 25 parlamentarios, según ha dicho monseñor Bambarén, se “reúnan” con el agente del Opus Dei para “discutir” sobre el aborto. ¡Qué increíble! Acaba el gobierno de clavarnos, con dos años de anticipación, un subsidio para las empresitas que construyen el gasoducto en los recibos de luz de todos los peruanos y los congresistas se juntan en cuchipandas con los embajadores de una taimada forma de explotación que ya tiene 500 años y cuyo adelantado fue Valverde el mismo que le dio una biblia a Atahualpa y que éste arrojó al suelo porque no entendía qué era eso.
Los medios de comunicación tienen en este caso, como en otros, una responsabilidad muy clara. Son parte de un tinglado bastante bien armado. Curas, abogados, legisladores, por un lado; feministas, discutidores, periodistas, de otro, tercian en el debate. Pero siempre en el adocenado ámbito de los parámetros que señalan los generadores de la polémica, en este caso la Iglesia Católica.
Propongo a los parlamentarios, de cuya ignorancia no tengo la menor duda, que se informen y que averiguen qué es el Concordato y por causa de qué éste sigue vigente si ningún Congreso lo ha suscrito públicamente. Por este pseudo tratado, la Iglesia Católica no paga impuestos y se maneja como un Estado dentro de otro Estado autónomo al interior del Perú. Sus personeros, curas y arzobispos, ganan mucho dinero que proviene del sufrido pueblo peruano.
En lugar de perder el tiempo en discusiones cuya filosofía podría llevarnos a resultados prácticos dentro de 50 años, hay que cortar privilegios y meter en la cárcel a los curas pederastas, violadores y aborteros. En Arequipa un fiscal ya ha denunciado a todas las autoridades eclesiásticas. El pobre no sabe que le aguarda el suelo del infierno porque ya le han amenazado con excomulgarlo por su valentía.
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
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