Una de las más efectivas políticas culturales de todos los gobiernos es el caballazo. Después abundan las quejas, denuncias, ayes acongojados, rabias y análisis sociológicos, psicológicos, periodísticos, estratégicos, que lucen la culposa circunstancia del después y no del antes. Las administraciones más hacedoras, son aquellas que gozan hasta el paroxismo bajo la premisa de ¡a caballazo limpio!
Para evitar que algún sabio de quiosco o de curso por correspondencia desate sus iras tremebundas, es preciso acudir al mataburro, esta vez –como en otras- al prestigioso Larousse en su bella edición del 2009:
CABALLAZO s.m. Chile y Perú. Encontronazo que da un jinete a otro o a una persona de a pie, echándole encima el caballo.
La peruanización del caballazo extendió los efectos a la política. En efecto, al modo del embrague automovilístico, aquí se privilegia la metida de pata y luego advienen –si llegan alguna vez- los cambios.
Más que el clásico abuso de dominio, que ocurre porque hay quien o quienes así lo permiten con su inacción o estupidez pseudo-intelectual, los caballazos demuestran la vejez o anquilosamiento de las sociedades y sus vectores. Verbi gracia: una administración cualquiera puede regalar vía concesiones abusivas y dañinas porciones importantes del Perú y la sociedad en su conjunto es incapaz de aprehender el asunto. No lo entiende, a lo más apenas le regala algún interés colateral y una que otra declaración periodística, muy de pasadita para no dejar de hacerlo.
La impresionante mediocridad del periodismo radial, televisivo o escrito, con alguna excepción notoria, consagra a esta disciplina profesional como damisela de compañía, cómplice del robo y maquilladora de los efectos desnacionalizantes y de riesgos geopolíticos en comparación con otras latitudes. Pero, no pidamos tanto. Rara vez aparece en nuestra plana mediática una exégesis de cómo se mueven los poderes en Latinoamérica y ¡mucho menos! cómo ello afecta al Perú, su posición geográfica y su privilegiado margesí de riquezas naturales, motivo y elan de la ambición de tirios y troyanos.
Es tan, pero tan rico el Perú, que van varios cientos de años en que se comprueba la expoliación de sus bienes y estos aparecen, real o propagandísticamente, de cuando en vez. Acabamos de ser noticiados que hay gas en Urubamba. Si eso fuera exacto, sería mucho más interesante agudizar los estudios sobre la petroquímica como alternativa y política de Estado. Cierto que antes habría que instruir a no pocos en las ciencias energéticas y cómo éstas contribuyen a la construcción de un Estado nacional, portero y guardián de sus confines y su patrimonio.
El caballazo actúa, impone, discurre por avenidas legales que podrán ser discutidas –ellos lo saben- por años de años y la conclusión anticipada será la misma: ineficacia, porque el marco jurídico ampara la inversión y la libera de disciplinas tributarias, las privilegia y las diferencia del resto. Si todas esas virtudes favorecieran al Perú entonces serían absolutamente innecesarios los tan mentados caballazos.
El gobernante típico dispara primero y luego pregunta el nombre de su víctima. A veces ofrece disculpas, pero el dicho popular grafica muy bien su ociosidad: después de burro muerto, pasto. En réplica a la protesta de los trabajadores portuarios de todo el país por lo ocurrido en Paita, la empresa TPE dice que está homologando condiciones laborales. Eso puede ser cierto, según lo describe la agencia oficial Andina, pero ya tienen la concesión y no ha mucho que los precios se dispararon por las nubes. ¿O no fue así?
El ministro de Transportes, Enrique Cornejo, disimula muy bien a qué gobierno pertenece porque pareciera ser un empleado de empresas foráneas. No es el primer caso. Esta misma administración tuvo en esa misma cartera a Verónica Zavala Lombardi, la señorita que en FONAFE dispuso un depósito en un banco que luego quebró, motivo por el cual la Contraloría General estimaba inminente un proceso penal. Pero nunca ocurrió nada. Esa misma persona es la que permitió todos los abusos de Lima Airport Partners, LAP, Telefónica, Lan Chile, etc. ¿Existirá algún Congreso decente capaz de poner a los quintacolumnas ante el Poder Judicial y eventualmente en camino directo a la cárcel?
La cultura del caballazo es muy rentable, tanto o más que los mismos negocios aunque hay que reconocer que, de repente, son parte y mecanismo de aquellos.
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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