Varias son las políticas que Samaniego ha impuesto en la Central, y que desenmascaran sus verdaderos intereses como Rector de esta importante institución en le país.
La Universidad Central no está ni a favor ni en contra de la nueva Ley de Educación Superior” son las palabras con las que el rector, Edgar Samaniego, se presentó ante los medios de comunicación, planteando así que la histórica Universidad Central e ícono de varias contiendas en defensa de la educación pública, no participaría de la marcha que defendería el derecho a la educación.
No es la primera ocasión que Samaniego hace algo tan canalla como esto. Hagamos un recuento de la serie de irregularidades que se han suscitado desde el inicio de su gestión.
Luego de haberse posesionado como nuevo rector de la Universidad Central, Edgar Samaniego a los cien días de su gestión ya tenía que enfrentarse a los primeros reclamos desde los estudiantes, trabajadores y docentes. Con ello se desató la persecución a quienes no piensan igual al prepotente Samaniego, y ahora no solo que descalifica a los dirigentes estudiantiles, sino que intenta amedrentarlos con levantar sumarios administrativos a aquel que se oponga a las decisiones que él ha tomado; los representantes estudiantiles que no están acordes a su línea simplemente no podían ingresar a las reuniones del Honorable Consejo Universitario.
En medio de esto se iban desenmascarando las intenciones de quien no ve en la Universidad un espacio donde se forman los futuros profesionales, sino el jugoso negocio de la educación superior. Así la gratuidad de la educación se ve violentada y, en el mes de mayo, los estudiantes de la facultad de Comunicación Social se tomaron las instalaciones como protesta a los altos cobros de matrículas en medio de “la gratuidad”.
El pago de favores a quienes lo apoyaron en su campaña se fue evidenciando, para esto se crearon veinte nuevas partidas para catorce directores sobre directores y seis coordinadores administrativos. ¿Qué ilógico, verdad? este favorcito representa un gasto de 550.000 dólares para la U. Central.
Y en la sesión ordinaria del 4 de junio del 2009 se resuelve revalorizar los sueldos del Secretario y Procurador, los cuales ahora ganan 3.300 dólares, y además a los señores decanos y vicedecanos se les aumenta 500 dólares. Se aprueba el cambio en la estructura orgánica de la institución y se fija una remuneración de 2.300 dólares para el Director del Servicio Médico.
Luego, el pasado 9 de junio, en el Honarble Consejo Universitario elimina los arrastres, política que afecta a la mayor parte de estudiantes, incrementando así el número de estudiantes que pierden el año. Por ello no debe sorprendernos la posición traicionera que Samaniego ha tomado en contra de todo este proceso que está viviendo la comunidad universitaria a nivel nacional.
La comunidad universitaria lo ha declarado enemigo de la universidad ecuatoriana debido a sus posiciones personales, autoritarias y prepotentes, que quieren limitar al movimiento estudiantil el derecho a protestar por su inconformidad.
Inclusive, Edgar Samaniego es el fiel reflejo de la representación del neoliberalismo en la educación, implantando aranceles para asaltar el bolsillo a más de 40 mil estudiantes que se educan en la Universidad Central. Ahora, en el nuevo ciclo lectivo iniciado hace no más de dos meses, ya se cobra 10 dólares por el uso de internet inalámbrico, ¿en realidad todos los estudiantes de la universidad tienen un computador portátil para hacer uso de este servicio?, es evidente que no; además, se cobra aranceles por el uso de reactivos a los estudiantes de carreras que nada tienen que ver con el uso de laboratorios. Es imposible creer las barbaridades que se han inventado para sacar dinero a los estudiantes. Pero aún hay más.
Se suponía que los estudiantes no debían pagar por matrículas y para sacarles dinero se aplicó el sistema de créditos y cada crédito tiene un costo de cuatro dólares. Lo que da como resultado ¡VIOLACIÓN DE LA GRATUIDAD!, un derecho estipulado en la Constitución de la República.
Y por si eso fuera poco, el 4 de agosto la embajadora de los EE.UU., Heather Hodges, se dio el tiempo para visitar el alma mater y nuevamente Samaniego puso a disposición del imperialismo norteamericano al centro de estudios más importante del país.
Los estudiantes, que ahora no solo enfrentan la posible aprobación de una ley planteada desde el Gobierno, tienen que enfrentar las posiciones erradas de quienes están velando por sus intereses burocráticos y no de quienes hacen universidad. Los estudiantes, firmes y concientes de su papel, están dispuestos a defender el verdadero sentido de la Universidad, y eso lo han demostrado en la última movilización donde los centralinos, a pesar de las amenazas, estuvieron a la cabeza de una lucha justa por una universidad de calidad.
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