Ahora resulta que las fracciones del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido Acción Nacional (PAN) en el Congreso no están satisfechas con el paquete fiscal, pero aun así lo aprobaron sin chistar.
Quedaron bien con la oligarquía, pero muy mal con los votantes, quienes seguramente los llamarán a cuentas el año que viene, cuando haya elecciones estatales en 10 entidades federativas. Saben muy bien lo que va a ocurrir, por eso pretenden demostrar arrepentimiento y no saben cómo justificar su canallada. El propio Felipe Calderón reconoció que la Ley de Ingresos que propuso atenta contra la economía popular, pero aun así luchó denodadamente porque fuera aprobada, lo que finalmente consiguió. Sus críticas contra los que “nunca pagan impuestos” parecían dichas por un político de la oposición, sin embargo al día siguiente mostró su arrepentimiento.
Es de tal magnitud el descontento que provocó el paquete fiscal, que hasta la cúpula de la iglesia católica, siempre oportunista, lanzó duras críticas contra el “gobierno”, situación que revela cuán alejado está Calderón de la realidad nacional, pues no midió las consecuencias de un apoyo tan desmedido a la oligarquía, con la que finalmente tampoco quedó bien, en tanto que se quedó a medias con respecto de lo que pide la elite empresarial: impuestos generalizados al consumo para seguir disfrutando, los miembros de esta elite, de exenciones y amplias facilidades para eludir al fisco, más aún de lo que hasta la fecha lo han conseguido.
Como bien se pregunta la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM): “¿De qué sirve ganar poder si se pierde el respeto y respaldo de todo un pueblo; de qué sirve ganar un país, si éste cada día se llena de hambre y miseria; de qué sirve vanagloriarse de la defensa de la democracia, cuando antes se explota, empobrece y margina a los que deberían disfrutarla?” Son palabras que no parten de una organización opositora al “gobierno” de Calderón, sino de la que se ha significado por ser una firme aliada del PAN a través de los años, y de manera particular ahora que está en el poder. Esto revela que hay una evidente preocupación por los excesos en que ha incurrido la administración del partido blanquiazul, no una crítica desde la izquierda.
La cúpula política está jugando con fuego de la manera más irresponsable, de ahí el regaño de la CEM. El PRI, en su afán de facilitar el despeñadero del PAN, actúa sin pensar en el futuro del país, apostando a que a partir de 2012 podrán hacer un mejor papel mientras mayor sea el desbarajuste que deje Calderón; en tanto, éste no tiene otra opción que acatar al pie de la letra los dictados de la oligarquía, pues no hacerlo le significaría más problemas personales. Y para él, al igual que para Fox y su familia, lo único realmente importante es su proyecto muy particular de vida, más exitoso mientras más sean las posibilidades de enriquecimiento. De ahí el interés en privatizar Luz y Fuerza del Centro y acabar con el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
La CEM sabe, dada su mucha experiencia en asuntos terrenales, lo que dicho sea de paso son los que verdaderamente le importan, que se ha abusado a extremos inaceptables de la buena voluntad del pueblo. No se necesita ser un economista avispado, con doctorado en la Universidad de Chicago o en Harvard, para saber que el año que viene se acrecentarán los problemas sociales del país, gracias precisamente a la política económica seguida por Calderón en beneficio de la oligarquía. Por eso se muestra muy preocupada la CEM y hace lo imposible por llamar la atención de Calderón. Aunque en honor a la verdad, a quien debería dirigir sus diatribas es a la plutocracia, ya que perdió absolutamente la medida de las proporciones. En efecto, como las poco más de 400 familias que la integran viven lejos completamente de la realidad nacional, no tienen empacho en seguir abusando de las clases mayoritarias, a extremos inauditos que ya preocuparon a la cúpula de la iglesia católica. Por eso advirtió que después de los debates en el Congreso en torno a la Ley de Ingresos y miscelánea fiscal, lo único que queda claro a la población es que esa discusión no estaba centrada en el beneficio de los mexicanos, sino en mantener cotos de poder. Así que de nada sirve que el PRI quiera deslindarse del desaguisado cometido contra el pueblo ni que Calderón trate de justificarse diciendo que la crisis económica y la caída de la producción de petróleo causaron el alza de impuestos. No, unos y otros lo hicieron buscando congraciarse con la oligarquía, sin reparar en las consecuencias de semejante atropello. La primera, que está a la vista, es haberle abierto los ojos a muchos sectores sobre el imperativo de organizarse para frenar tanta canallada de la cúpula política. Esto queda de manifiesto en las movilizaciones en apoyo del SME y de la economía popular.
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