El libro infantil Vamos a Cuba (A Visit To Cuba), en cuya portada y en páginas interiores sonríen escolares cubanos, recobra actualidad tras la decisión de la Corte Suprema de EE.UU. de negarse a escuchar reclamos por violación de la Constitución, cuando hace más de tres años el volumen fue retirado arbitrariamente de las bibliotecas escolares en Miami Dade.
Los apelantes impugnaron la decisión de la Junta Escolar cuando, plegándose a exigencias de extremistas de derecha, sacó de los estantes de las escuelas públicas en el 2006 la obra de la reconocida ambientalista estadounidense Marjorie Stoneman Douglas, que forma parte de una serie dedicada a infantes de varios países.
El gran pecado, a juicio de los apocalípticos, es que el libro afirma que los niños cubanos van a la escuela, acceden gratuitamente a todos los niveles de enseñanza, visten uniformes, estudian, aprenden y sonríen.
Esa es una realidad que los enemigos de la Revolución se niegan a reconocer, y asumen actitudes propias de la Inquisición en el Medioevo.
En el trasfondo del asunto se aprecia la inquietud de padres retrógrados, temerosos de preguntas inquietantes que puedan formularles sus hijos acerca de la vida real de los niños que residen en Cuba.
La decisión del Supremo -no por esperada menos controversial-, de hecho accede a mantener la violación al derecho de los ciudadanos norteamericanos descrito en la Primera Enmienda de su Constitución, y por omisión complace a los mafiosos y terroristas anticubanos del sur de la Florida.
Un juez federal había decidido antes que el Consejo de Escuelas no debía retirar los libros, pero el onceno Tribunal Federal de Circuito de Apelaciones en Atlanta, por fallo de 2-1, dio el visto bueno para que se mantuviera la arbitrariedad, en otra prueba evidente de la volubilidad de jueces que actúan bajo presión.
Indignada, La Unión Americana de Libertades Civiles de la Florida (ACLU) presentó una apelación ante la Corte Suprema Federal de Estados Unidos, instancia que el lunes decidió actuar como los tres monos sabios: no ver, no escuchar, no hablar.
Esta decisión fue criticada con fuerza por la propia Unión, pues establece un precedente peligroso.
Vale recordar la opinión del magistrado del Tribunal, Charles R. Wilson, al emitir su criterio discrepante, cuando dijo: "La prohibición de libros infantiles de la biblioteca de una escuela pública bajo circunstancias como éstas ofenden la Primera Enmienda’’
A pesar de malignos esfuerzos y arbitrariedades judiciales, nadie puede borrar las sonrisas legítimas de los cinco muchachos que desde la portada del libro lo han convertido en un "best seller", mientras se constata la cordura creciente entre sectores de emigrantes cubanos que no renuncian a sus derechos, se reúnen y anuncian: ¡Vamos a Cuba!
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