Quiero empezar parafraseando a Bertolt Brecht: “Hay quienes se acobardan de seguir los dictados de una ideología y filosofía que juraron seguir, hay quienes prefieren la vida cómoda y fácil y renuncian a la lucha que alguna vez iniciaron, y hay otros que en la teoría pretenden ser consecuentes con la fe que abrazaron y en la práctica hacen todo lo contrario refugiándose en la mentira y el engaño y se adornan de soberbia y personalismo. Estos últimos son los traidores y los apóstatas y por ende los más peligrosos, porque amparándose en el poder político y económico que detentan, sorprenden a los tontos e intonsos con vocación de esclavos que al parecer no son muy pocos”.
Haya de la Torre, en su vasta sabiduría y experiencia, solía llamarnos la atención cuando éramos jóvenes acerca del “sarampión” al escuchar nuestras rebeldías e impaciencias con la reflexión de un visionario que había enfrentado cobardías, veleidades y traiciones en su largo trajinar sin hacer mella en su espíritu generoso y optimista. Y se refería a lo pasajero que resultaba ser iconoclasta a temprana edad y que en una innovadora interpretación de las frases del maestro Manuel González Prada nos impelía a ser perseverantes en esa actitud durante toda nuestra vida y que no fuera como las palabras de un tango argentino conocido que rezaba: “los amores del estudiante flores de un día son, hoy un juramento y mañana una traición”. De esta manera y con riqueza pedagógica entendimos el significado de la juventud eterna.
Y es con esta óptica y con sabor a denuncia que paso a dar la voz de alerta a la militancia del Partido Aprista y a los que sin ser afiliados acunaron una esperanza en nuestra organización para transformar las estructuras del Estado en beneficio de los más pobres alcanzando la justicia social tantas veces postergada.
Cuando Alan García llegó al partido yo ya ostentaba el cargo de Secretario General del Comando Nacional Universitario aprista; perdónenme la primera persona, pero es necesaria para aclarar algunas cosas importantes en materia de consecuencia, ya que él nunca fue responsable de cargo juvenil ni participó en ninguna lucha de esos tiempos. En algún momento Haya lo integró al Buró de Conjunciones, organismo que no tuvo ninguna trascendencia y ejecutoría y que por lo tanto desapareció sin pena ni gloria. Al poco tiempo el jefe del partido le consiguió una beca a Francia y tras algunos años regresó para ser nombrado Secretario Nacional de Organización por los méritos de su padre un gran luchador aprista, desplazando a uno de los mejores organizadores que tuvimos a la par de compañeros como Ramiro Prialé y me refiero al c. Walter Cuestas Diaz quien no se amilanó y pasó a ser nombrado Secretario Nacional de Agrupaciones Profesionales con una brillante gestión que hasta ahora recordamos. Luego, todo fue meteórico, pero lo que quiero destacar es que durante la dictadura militar no le conocimos un trabajo como a los cientos de jóvenes que tenían que estudiar y trabajar para mantenerse y que, además, hacían vida política intensa. No intento hacer una biografía en tan breve espacio, pero sí anotar, en síntesis, que no fue un destacado luchador ni menos un joven revolucionario que participara en debates estudiantiles ni partidarios. No me extraña, pues, que ahora a sus 60 años quiera reivindicar alguna rebeldía juvenil inexistente y mucho menos tratar de ser consecuente con un ideario por el cual nunca supo pelear en sus horas tempranas en contraste con la de políticos que desde muchachos fueron rebeldes ante la injusticia y que cuando adultos impregnan indeleblemente la vida de un estadista auténtico.
Es momento para desmitificar una figura que inventó un pasado para acelerar su carrera política con la ayuda de panegiristas paniaguados, dando inicio a un caudillismo de vieja estirpe que en su negación histórica explica su predilección por personajes cuestionados de la política criolla y su desprecio por los apristas honestos y consecuentes que le pedirían cuentas y, sobre todo, por su apego al dinero.
Nace, en consecuencia, un liderazgo personalista que los compañeros han bautizado con certera puntería: el alanismo que, a su vez, resume el oportunismo, audacia sin límites y ausencia de principios y valores en antinomia de lo que siempre tuvo el aprismo en su expresión mística de verdadera fraternidad, trabajo en equipo solidario, pobreza franciscana y férreo sentido de unidad.
Haya de la Torre fue rebelde en su juventud y en su adultez, maestro infatigable que hizo de la política pedagogía, despreció la demagogia, no fue personalista a pesar del cariño que le prodigábamos, no le sedujo el poder y menos el afán de hacerse rico desde el Estado y soy testigo de excepción pues trabajé 12 años ininterrumpidamente a su lado hasta su muerte que fue ejemplarizante porque lo hizo sin propiedades ni riquezas cumpliendo su promesa de no deberle un centavo al Estado, legándonos lo que lo hizo grande: su vida y su pensamiento. Aun hoy recuerdo con emoción, porque fueron las cualidades que destaqué, con voz quebrada por el dolor, cuando hice uso de la palabra en sus funerales a nombre de la juventud en el Parque Universitario frente a su alma máter, San Marcos. Esta es mi autoridad moral.
Victor Raúl fundó el APRA sobre la base social del frente único de trabajadores manuales e intelectuales, para construir el Estado antimperialista que realice la segunda emancipación, esta vez económica, en justicia y libertad. Desarrollar la democracia funcional basada en las categorías del trabajo, preparando a las clases explotadas para conducir sus propios destinos. Definió su rumbo, su norte, su sello, el de la izquierda democrática sin tutelajes extraños ni imitaciones. Planteó la filosofía de acción de nuestro movimiento explicada en la teoría científica del espacio-tiempo histórico que hoy en día muchos utilizan sin reconocer su autoría.
García , como nunca trabajó, ha continuado la política de flexibilidad laboral dictada por el Consenso de Washington que se traduce en el desmantelamiento de las conquistas laborales de casi un siglo, que fueron iniciadas por Fujimori y continuadas por Toledo. El que ha trabajado toda su vida sabe del aumento de injusticias en este campo, sobre todo contra los sindicatos, imponiéndose una política de temor y autoritarismo que concluyen en despidos arbitrarios sino en jornadas esclavizantes. Como el gobierno ha optado por los empresarios, nadie los protege. ¿Y la jornada por las 8 horas?, ¿Y las universidades populares?, ¿Y la CTP, la de Arturo Sabroso Montoya?. Historia y sólo historia. Además ha dictado dispositivos legales que criminalizan la protesta social y autorizan a las fuerzas del orden a utilizar sus armas indiscriminadamente contra ella. ¿Qué lo diferencia de Sánchez Cerro, Benavides y Odría?. Recuerden el Moqueguazo y el Baguazo. ¿Y la distribución de la riqueza? La lucha contra la pobreza se basa en las estadísticas del INEI que las maquilla sin pudor y en las cuales nadie cree. Los únicos que están bien son los nuevos dueños del país como los Romero, los Brescia, los Graña, los Camet los Miró Quesada reciclados, los Favres, los Vega Llonas, los Benavides de la Quintana etc., que reciben favores del Estado, y García ni se inmuta cuando los llama “sus amigos”.
Haya era amigo del pueblo, de los desheredados, de los marginados de los que más sufren la postergación de los gobiernos y por los cuales luchó denodadamente. Se prometió terminar con los services que incentivan la explotación del hombre por el hombre y del hombre por el Estado, por que no lo practica exclusivamente la empresa privada ahora también lo hace el Estado en sus reparticiones sin el menor escrúpulo. La administración pública prefiere la tercerización abusiva, mientras los funcionarios se llenan los bolsillos con sueldos desorbitados,una muestra la constituyen los bonos ilegales que cobraron ex parlamentarios y los devengados que cobró García. No es asunto de olvido o de poca importancia, es asunto de vocación en concordancia con los explotadores. El presidente admira a Piérola y se cree su reencarnación en los días actuales.
¿Se ha iniciado la construcción del Estado antimperialista?
Para empezar, los trabajadores son ninguneados por el poder, no se quiere cumplir por lo menos la promesa de restablecer la Constitución del 79 lo cual fue una promesa electoral.
Al Congreso Económico Nacional ni siquiera se le ha mencionado en un discurso retórico, afirmo sin ambages y sin temor alguno, que lo que existe es miedo de sentar en una misma mesa al capital, al Estado y al trabajo que resolverían los problemas seculares de nuestra patria y ésta se enrumbaría en un desarrollo efectivo como respuesta directa a nuestra realidad. Una prueba palpable es el papel decorativo que se le ha impuesto al Acuerdo Nacional al que no se le consulta ni la hora y se diluye su efectividad y misión para lo cual fue creada en claro desprecio por la tan decantada sociedad civil. Se prefiere demagógicamente plantear reformas constitucionales como lo son el voto facultativo y la renovación del Parlamento vasallo por mitades y un referéndum que volvería al Congreso de marras, en clara distracción frente a los problemas más álgidos de la nación con la ayuda mediática de la prensa obsecuente que más parece una cortina de humo y a lo sumo una clara medida populista.
El gobierno se manifiesta aliado de la potencia del norte y su secretaría de Estado y los voceros de ese país así lo confirman, lo cual explica el aislamiento del Perú de las naciones indoamericanas en su deseo de construir una real y efectiva integración continental. No se compromete con el fortalecimiento de la UNASUR en razón directa de nuestra lucha por la integración indoamericana, ni con el Banco del Sur que reemplazaría al fracasado Banco Mundial en sus recetas económicas que nunca contemplaron la cuestión social en los países pobres como el nuestro.
Frente a las bases militares norteamericanas en Colombia se calla en todos los idiomas, espectando impasible, el aumento de tensiones innecesarias en los países limítrofes. La posición del Perú ante el golpe de Estado en Honduras fue tibia, casi imperceptible, al unísono con la política de Washington. Hay un permanente alejamiento de Bolivia, Venezuela y Ecuador, prefiriendo la compañía de gobernantes entreguistas como Uribe y Calderón.
Hay quienes se desgañitan repitiendo la monserga que interpretamos mal a Víctor Raúl en un claro afán de presentar las bondades de la globalización y ocultar su efecto dañino, como si la historia última no confirmara que los intereses de Norteamérica y Europa jamás pasaron por los de nuestro continente y si alguna duda cabe, basta recordar el asunto de las Malvinas.
En el tema de pobreza y el de la contaminación ambiental sólo se tocan en los foros de los países más poderosos económicamente como temas de caridad que siempre han sido insuficientes, sin tocar las entrañas mismas de la realidad y para tranquilidad de sus conciencias por que tienen responsabilidad evidente. Por lo tanto la lucha antimperialista tiene vigencia en su dicotomía, con cambio de estrategias y sutiles negociaciones, porque sigue hipotecándose soberanía e impidiendo un desarrollo propio.
Como en el pasado, la política del actual gobierno sólo tranquiliza y satisface a los empresarios. De ahí su clara dirección derechista en perjuicio de los trabajadores, en franca contradicción con nuestra doctrina.
Haya de la Torre nunca revisó nuestra linea antimperialista, por el contrario, la reafirmó en el prólogo a la tercera edición de El Antimperialismo y el Apra, cuya lectura deberían apurar los ardientes defensores del neoliberalismo infiltrados en nuestras filas. Y por si fuera poco, les aconsejo, antes que sea demasiado tarde, lean la ponencia del economista César Vásquez Bazán en el último congreso nacional de economistas del Perú donde denuncia magistralmente el craso error, de suscribir la escuela neoclásica cuyo fracaso se puso al descubierto con la crisis mundial.
En esta primera parte esbozo el inicio de las contradicciones de García con los planteamientos de Haya de la Torre, y explico las razones por las cuales sus ideas expuestas en “El perro del hortelano” son diametralmente opuestas. En consecuencia no hay el menor atisbo de una negación dialéctica en su obra La revolución constructiva del aprismo y sí el remozamiento de las viejas ideas políticas de la plutocracia que tanto daño hizo al Perú.
Los alanistas con su mentor a la cabeza, no son apristas.
Y se les agradecería despejar el panorama, afiliándose a cualquier partido conservador como el fujimorismo corrupto que tanto les agrada y con el cual se identifican plenamente.
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