El rezago tecnológico es el factor principal que vulnera la seguridad espacial de México. Mientras otras naciones se aprestan a desarrollar tecnología para el uso del espacio, México queda a la zaga, a lo que se suma una legislación internacional creada en el contexto de la Guerra Fría, que no contempla situaciones actuales que pueden transgredir la seguridad de los países
La gran cantidad de desechos y basura en el espacio, producto de satélites que se destruyen y que pueden colisionar en cualquier momento, el vacío legal que prevalece sobre el armamentismo convencional y su probable instalación en el espacio, el auge y dominio de los programas espaciales civiles realizados por potencias mundiales y el apoyo espacial para operaciones militares terrestres son las actuales amenazas a la seguridad espacial que encaran los países, de acuerdo con la doctora María Cristina Rosas, especialista en seguridad internacional.
En el caso mexicano, a estos desafíos internacionales se suma la carencia de tecnología espacial, lo que deja al país en una situación de vulnerabilidad y dependencia. La seguridad espacial, que se refiere tanto al acceso seguro y sustentable al uso del espacio como a la ausencia de amenazas provenientes de él, no ha sido un tema prioritario para el gobierno mexicano, pues “no ha habido una política de Estado para promover el desarrollo científico espacial, y el avance que se tiene con la promulgación de la ley para la creación de la Agencia Espacial Mexicana es muy exiguo comparado con otros países”, señala el maestro Asur Cortés, jefe de la sección de Estudios de Posgrado e Investigación de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME), del Instituto Politécnico Nacional.
México, a la zaga en el espacio
El Registro de Objetos Lanzados al Espacio Ultraterrestre, de la Oficina de Asuntos del Espacio Exterior de Naciones Unidas, reporta que actualmente hay 3 mil 405 objetos en el espacio. Sólo tres de ellos pertenecen a México: los satélites Solidaridad 2, Satmex 5 y Satmex 6; todos, propiedad de la empresa Satmex, SA de CV, cuya participación mayoritaria pertenece a la compañía estadunidense Loral Space and Communications.
Las comunicaciones de seguridad nacional del país son sostenidas por el satélite Solidaridad 2, el cual inició sus operaciones en 1994, por lo que su vida operativa útil debía concluir el año pasado; sin embargo, dado que era el único satélite mexicano con capacidades en banda L (la que se utiliza para comunicaciones de seguridad nacional) no se le pudo sustituir. Se le colocó en una órbita inclinada para que siguiera proveyendo servicios en banda a las instituciones de seguridad nacional mexicanas, como lo documenta Ernesto Villanueva en la columna “Satélites y seguridad nacional”, en el semanario Proceso, en referencia a información presentada por Satmex a la Securities Exchange Commmission de Estados Unidos.
Para los especialistas Rosas y Cortés, el rezago tecnológico espacial de México también implica dependencia de otros países, al requerir tanto su tecnología como la información que generan a través de monitoreos satelitales, con los que pueden obtener datos sobre las capacidades y recursos del país. La doctora Rosas califica como “grave” la dependencia de México para el uso de satélites, manejo de frecuencias, monitoreo y vigilancia. “Es peligroso, porque las cosas que no haga México, las hacen otros; eso significa más dependencia de México en materia aeroespacial, de seguridad, de monitoreo del país”.
Rosas, quien es profesora e investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, considera que el no contar con una agencia espacial propia es una limitante para el desarrollo tecnológico del país. Refiere casos en la región, como Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Venezuela y Uruguay, que actualmente cuentan con programas espaciales. Brasil incluso rebasa a México en la cantidad de lanzamientos espaciales realizados, pues efectuó ocho entre 1985 y 2000, mientras que México ha llevado a cabo cuatro, el último hace 15 años.
Amenazas internacionales
Sumada a la ausencia de tecnología espacial, la vecindad con Estados Unidos también vulnera la seguridad espacial de México. A decir de Rosas, con la creación del Comando del Norte tras los hechos del 11 de septiembre de 2001, “México y Canadá pasaron a formar parte del área de cobertura para efectos de seguridad nacional de Estados Unidos, entonces si alguna amenaza se detecta (en México), eso va a preconizar o a provocar una reacción de Estados Unidos en nuestro territorio”. Además, desde la década de 1980, Estados Unidos tiene proyectado construir un escudo antimisiles, que prevé ensayos en el espacio exterior, “lo que viola el espíritu del Tratado del Espacio Exterior y plantea una serie de desafíos en materia de derecho internacional”, señala Rosas.
El tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, más conocido como Tratado del Espacio Exterior, fue suscrito en 1967, durante la Guerra Fría, como reacción al posible emplazamiento en el espacio de armas de destrucción masiva que pudieran hacer Estados Unidos y la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
El tratado no sólo condena la colocación de armas de destrucción masiva en el espacio, sino que define al espacio exterior como un bien público global que está abierto para su exploración y uso a todos los Estados por igual. Pero esta condición no se cumple dado que no todos los seres humanos están en posibilidad de incursionar en el espacio en igualdad de circunstancias, como lo señala la asociación canadiense Space Security. De acuerdo con la información de dicha organización, para 2008 había 153 actores en la industria espacial en todo el mundo, de los que 68 eran estadunidenses, ocho franceses, siete neerlandeses, seis rusos y seis israelíes. En su Índice de seguridad espacial 2009, dicha asociación señala que para 2008 sólo 10 de estos actores contaban con capacidad independiente de lanzamiento orbital y 49 más tenían un acceso indirecto.
Sumado al acaparamiento del espacio, hay cuestiones ambientales, comerciales y legales que también representan amenazas para la seguridad espacial de los países. La creciente cantidad de objetos en el espacio supone un riesgo constante, ya que éstos pueden destruirse en cualquier momento y producir desechos que estarían orbitando sin control y podrían chocar contra otros objetos o caer a la tierra de forma imprevista.
En cuanto a la cuestión comercial, los datos de Space Security muestran que dentro de la industria espacial el sector comercial también está ganando terreno, pues de las 153 compañías con actividades en el espacio que existen, 43 están orientadas exclusivamente a servicios satelitales de radio, banda ancha e imagen, telecomunicaciones, lanzamientos espaciales, e incluso figura el sector turístico ofrecido por la empresa estadunidense XCOR Aerospace. La empresa Satmex, SA de CV, dentro del sector de telecomunicaciones, aparece como la única incursión de México en la industria espacial.
Ante la creciente posibilidad de que nuevos actores irrumpan en este rubro, la doctora Rosas hace hincapié en la necesidad de legislar, ya que los instrumentos jurídicos internacionales que rigen en materia espacial datan de las décadas de 1960 y 1970, lo que hace que el marco legal vigente se encuentre “prácticamente rebasado”.
Asunto de Estado
En opinión de la doctora Rosas, la vulnerabilidad de la seguridad espacial a causa del rezago tecnológico se explica por una “falta de visión política”, sobre todo de la clase política más reciente, pues reconoce que sí hubo proyectos aeroespaciales en las décadas de 1950 y 1960, pero “posteriormente se perdió la perspectiva de las cosas”. Señala que el interés por una agencia espacial es reciente, mas en la clase política “no hay claridad respecto de la importancia de la misma”.
El maestro Cortés considera que la sola creación de la Agencia Espacial Mexicana no resuelve el problema del rezago de México en materia espacial, sino que debe impulsarse también el desarrollo tecnológico y aprovechar los recursos humanos que se han formado. Sin embargo, considera que “la tecnología espacial está desarticulada, por lo tanto, aunque se considere que es prioritaria, no se le está dando la importancia que requiere”; mientras que en los países más avanzados, “el desarrollo espacial es una cuestión que tiene que ver directamente con la seguridad nacional, porque son los ojos, los oídos, la boca que están cuidando su territorio”.
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