¿Cuál fue el sentido, la razón fundamental, la síntesis valorativa para la creación del APRA en 1924 y la fundación de su expresión peruana - el Partido Aprista Peruano - en Lima en 1930?; ¿por qué un conjunto de jóvenes liderados por Haya de la Torre decidieron hacerlo así, y, 4 años después en 1934, avanzaron con la Federación Aprista Juvenil que después sería nuestra Juventud Aprista Peruana (JAP)? Creo que lo hicieron porque había también un desafío, una tarea igual de fundamental que demandaba cuestionar sustantivamente las bases mismas de la sociedad peruana, caracterizada por la injusticia, la explotación humana, por el racismo, en síntesis, por la contradicción entre los postulados declarativos de una República libre y democrática y lo que se constataba cotidianamente. Esos jóvenes sentían la necesidad imperiosa de construir una sociedad y una nación fundamentalmente equitativa, obviamente sin corrupción, y donde la decencia se expresara paulatinamente en todos los ámbitos sociales, de la gestión pública y de la administración del Estado, tanto en sus relaciones internas como en sus relaciones con el exterior.
¿Valió el esfuerzo?. Claro que sí, lo justificaban las circunstancias y la situación grave que vivía el Peru. Y hoy, enero del 2010, ¿es necesario formularnos esta pregunta cuando es más que evidente que lo que algunos llaman “pragmatismo” les sirve para negar grotescamente las bases mismas del APRA, esos principios superiores, que se internalizaron macizamente en los jóvenes en los años aurorales del aprismo?. Pues compañeros: es necesario reflexionar, y luego tomar las decisiones y acciones que corresponden cuando constatamos claramente que algunos con poder dentro del Partido y dentro del Estado, con soberbia y sin razón, pero con mucha ambición de riqueza, abusivamente y sin escrúpulos, desafían todo lo bueno y lo ético, todo lo alcanzado con mucho esfuerzo, valor y grandeza, por nuestros hermanos mayores del APRA en la conciencia popular.
Así, el poderoso mensaje ético-político, y de combate noble, que significó el advenimiento del aprismo en el Perú del siglo XX con la síntesis enorme y altruista de alcanzar una democracia real con justicia social de pan con libertad, está siendo deliberadamente atacado y erosionado por conductas y acciones absolutamente inaceptables, desde la manipulación grotesca de nuestros padrones partidarios para retener ilegal y dictatorialmente el control del Partido, los intentos evidentes de manipular el próximo Congreso del Partido, hasta el incumplimiento y deshonra de nuestra nuestras promesas electorales - hechas en nombre del APRA y de todos nosotros - lo que nos va alejando, más y más, de los pueblos y comunidades del Perú, de la sierra, de la selva y de la costa. Los programas sociales que pretenden ser presentados como un paliativo a los males nacionales y a las grandes necesidades sociales son vistos con explicable escepticismo en un ambiente cada vez más sórdido de corrupción tolerada, la de antes y la de ahora.
Por eso, cuando me pidieron que escribiera algún mensaje a los jóvenes, a propósito de los 76 años de la fundación de la JAP, no puedo evitar referirme a esos antecedentes que cimentaron la conducta de muchas generaciones de jóvenes, que durante décadas sentimos un íntimo y sano orgullo de pertenecer a una organización nacional digna, altiva pero sanamente humilde y éticamente fuerte a la vez, como también tienen derecho a sentirse nuestros jóvenes de ahora, derecho que se les va negando por las acciones y hechos referidos líneas arriba.
El desafío de la hora presente: el siglo XXI y los apristas
Pero les digo, compañeros: aquellos que hoy son responsables de la profunda crisis del Partido, - quizás nuestra más grave crisis institucional - , no podrán desnaturalizar el mensaje superior del aprismo. La tarea pendiente que se avizora en el siglo XXI es con un APRA profundamente identificada con los derechos humanos y con una cultura de paz, de justicia social sin demagogia, de reencuentro fraterno con nuestros pueblos quechuas y aymaras de la sierra, así como con nuestros compatriotas de la selva con sus identidades étnicas, culturales y lingüísticas, que merecen respeto y ser considerados ciudadanos plenos, porque lo son: tal fue desde el inicio la convicción de los forjadores del aprismo, comenzando por el mismo Víctor Raúl. ¡Esta es la razón de ser del APRA, compañeros y el desafío y tarea magna de todos nosotros, en la hora presente! ¡Un APRA verdadera de los trabajadores manuales e intelectuales, de los obreros y campesinos, de los pequeños y medianos comerciantes y empresarios, de los estudiantes de toda la República! La reconstrucción de nuestro Partido y de nuestra Juventud Aprista Peruana, supone, demanda, exige que esas sean las voces de orden de hoy en el año 2010 y en los años que siguen.
Y recordemos siempre: la corrupción viola los derechos humanos y destruye la democracia, y puede destruir, por ende sus instituciones, incluyendo a sus partidos políticos, incluyendo al más fuerte de ellos.
Tremenda, inmensa, hermosa tarea compañeros y compañeras.
Una vez más: depende de nosotros.
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