El millonario empresario Zeferino Torreblanca Galindo –emigrante de Jalisco a Guerrero para enriquecerse más uniendo el poder económico al político (primero desde la presidencia municipal de Acapulco y después en la gubernatura de Guerrero, comprando al Partido de la Revolución Democrática de la entidad) y abusando más de sus funciones y facultades, pero saltándose las obligaciones constitucionales–, como todo cacique, hizo que el servilismo del Ministerio Público guerrerense, a través de seis policías armados hasta los dientes, se llevara en calidad de detenido al director del periódico El Sur, Juan Angulo Osorio, editado en Chilpancingo.
Estuvo presente el encargado de la Procuraduría de Justicia (¿de justicia?), Albertico Guindo, portando pistolas muy probablemente a cartucho cortado, mientras Juan Miranda Rodríguez y Fernando Monreal, quienes nunca mostraron documentos que los acreditaran como fiscales especiales, lo interrogaron con 49 preguntas durante tres horas.
Cumpliendo las amenazas del desgobernador Torreblanca (contador egresado de una escuela particular neoleonesa), que controla a legisladores y jueces a su servicio, para imponer su estúpida voluntad autocrática, y tiene a los guerrerenses y sus bienes en vilo y a la vera de los despojos, además de sortear las incursiones militares y policiacas que, buscando guerrilleros, violan mujeres, destrozan viviendas y matan con total impunidad, porque en Guerrero sólo hay justicia para los ricos e incondicionales del tal Zeferino.
Éste quiso obligar a Angulo a ventilar sus fuentes de información sobre los “homicidios” del guerrillero Ramiro y del diputado perredista Armando Chavarría, cuando las disposiciones constitucionales obligan a los funcionarios a investigar y no a los periodistas a proporcionales información, pues no son espías ni policías. Torreblanca ha volcado su furia de troglodita que, “según los historiadores, más que a humanos, a brutos se semejaban… y eran tan fieros y perversos que no se conocía entre ellos principio ninguno de equidad y justicia” (Charles-Louis de Secondat, Cartas persas) contra El Sur.
Por ejercer un periodismo de investigación veraz y crítico de los abusos del poder político, lo cual tiene molesto al desgobernador de marras quien ordenó a sus empleados capturar a Juan Angulo, encerrarlo en las instalaciones de la procuraduría guerrerense e interrogarlo con fines de intimidarlo y ejercer la censura previa, sin lograrlo, pues éste, libre otra vez tras la inquisición judicial, declaró que el diario mantendrá su misma línea informativa.
Esto exhibe a Torreblanca como un déspota, disponiendo del poder como un caciquillo que trajo de Jalisco (lugar de nacimiento de Victoriano Huerta) las enseñanzas de este golpista y borrachín, para imponer entre los guerrerenses la “paz” con homicidios en la impunidad y un régimen de terror que pisotea las libertades de prensa. La información del reportero Jesús Guerrero (Reforma, 30 de diciembre de 2009) y los mensajes a organizaciones de prensa por las libertades de información alertaron a la opinión pública, cuando el informe de Reporteros sin Fronteras acusa que México ocupa el sexto lugar mundial en agresiones, homicidios, secuestros y detenciones arbitrarias (El Universal, 31 de diciembre de 2009).
El troglodita desgobernador guerrerense ha cometido su enésimo abuso contra las libertades de prensa, al haber obligado al director de El Sur, Juan Angulo Osorio, a ser presentado ante fiscales especiales, buscando amedrentarlo y quebrantando la libertad de expresión y el secreto profesional sobre las fuentes de información.
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