Testimonios de miembros de la célula del cártel del Golfo y de su brazo armado Los Zetas, en Tabasco, revelan el control en el trasiego de drogas, levantones, secuestros y homicidios que la organización realizaba en la región, que llegó a dominar en tan sólo seis meses. El grupo de sicarios, conformado por al menos 20 sujetos, fue diezmado luego del atentado en contra del general Francisco Fernando Solís, secretario de Seguridad Pública del estado, ocurrido en marzo de 2007. Para agosto de ese año, ya habían sido detenidos y procesados por diversos delitos en la cárcel de máxima seguridad del Altiplano, bajo la causa penal 53/2007-IV
A la cabeza de la célula del cártel del Golfo en Tabasco estaban Miguel Ángel Payro Morales, el Pelucas; Manuel Pereyra González, el Milimétrico, y Joel Acal Sosa, el Licenciado, quienes desempeñaban funciones de dirección, supervisión y administración. Sus lugartenientes: Arturo Gutiérrez Jiménez, el Soldado; Miguel Ángel Cabrera Centeno; Paulina Durán Garduza; Héctor González Peñate; Oscar Enrique Dzib Us; Juan Carlos Jiménez Avalos; Emiliano García Cruz, el Chelo; Pedro Marín Damián; Samuel Pascual Sánchez; José Zacarías Hernández; Arturo Gutiérrez Jiménez, brindaban seguridad a los líderes, a las casas de seguridad donde resguardaban droga y armamento y a algunas personas privadas de su libertad. Hoy todos están presos en el Altiplano, sujetos a proceso penal por delincuencia organizada.
“Todos se fusionaron a uno de los grupos de Los Zetas, quienes a su vez pertenecen al cártel del Golfo, dedicados a realizar en forma reiterada y permanente diversas conductas ilícitas, principalmente delitos contra la salud, organización criminal en la que cada uno de sus miembros realizaba acciones específicas para el logro de sus fines”, dice el documento fechado el 28 de agosto de 2007, al que Contralínea tuvo acceso.
El expediente señala que el cártel del Golfo “se ha extendido por toda la república mexicana y Tabasco no fue la excepción, por eso se sostiene que los indiciados se integraron a esa organización ya conformada como lo es el grupo de Los Zetas, lo que se obtiene de sus primigenias declaraciones ministeriales, a raíz de su detención al momento de cumplir una orden de cateo”.
El Milimétrico controlaba el narcotráfico en Veracruz y Tabasco. En Villahermosa, tenía cuatro grupos de estacas –jóvenes sicarios que se dedican a ejecuciones, levantones y a controlar la venta de cocaína–. Eran 20 personas, la mayoría con acento norteño, de acuerdo con lo que dijo al Ministerio Público José Zacarías.
Acal Sosa, Pedro Martín Damián, Zacarías Hernández, Arturo Gutiérrez Jiménez y Samuel Pascual Sánchez, el Cuadrado, relatan en su declaración ministerial cómo operaba la organización. Dicen que estaba integrada por “el Peje, el Tin, el Tan, el Nipón, el Timo, la Lola, el Apache, el Capi, los Norteños, el Shakira, el Nico, el Renegado, el Toro, Raúl Morales Serafín, alias el Picapiedra, Arquímedes Hernández Alonso, Víctor Morales Hernández, alias el Contador y el Nene.
Habla Acal Sosa: “Al general lo había tratado de matar un grupo armado porque estaba reventando las tienditas que venden droga en la ciudad. Habían contactado al Duende, del grupo táctico de seguridad pública. El Cibernético aceptó por 50 mil pesos. Payro Morales le propuso a David Sánchez Alejandro, mando de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), que pusiera al general para que lo mataran. Arquímedes, dueño de las armas, dijo quiénes dispararon contra el general: el Peje, Tin y Tan, y el Nipón, aunque éste ya se había arrugado porque el general repelió la agresión. Los cuatro son de Matamoros, Tamaulipas; pertenecen a Los Zetas y tienen su guarida en el municipio de Cárdenas, Tabasco, atrás de las oficinas de la delegación de la Procuraduría General de la República (PGR).
“De los levantones se encargaba Payro Morales, como el del cafetalero Humberto Iduarte, quien fue puesto por Lola, una exconvicta dueña de unas funerarias que traficaba droga. También participó el Peje. Al Payro le brindaba protección un tal Zetina, del grupo especial de la Policía Judicial del estado, y el agente Eduardo Santos en el municipio de Cárdenas, para que dejaran trabajar las tienditas.
“En una ocasión tiraron una cabeza humana afuera de las oficinas de Seguridad Pública. ‘Fue por pura locura’, me dijo Arquímedes Hernández, el Timo. El muertito era un informante del comandante Parrado, del grupo de seguridad pública, por eso se lo echaron. Al mismo Parrado lo tenían para noviembre para darle para abajo (matarlo) por sapo (delator).
“Las armas y los vehículos que utilizaban Los Zetas se resguardaban en la calle de Camarón sin número, en el fraccionamiento El Cedro, municipio de Nacajuca; así como en una bodega en la Ciudad Industrial, a cargo de Samuel Pascual Sánchez, el Poli y de José Zacarías. Por lo que respecta a la muerte de tres policías de seguridad pública, ocurrida en la avenida Ruiz Cortínez, Payro Morales había ordenado su ejecución porque estaban molestando sus tienditas, en especial la del gordo Mireya ubicada por el bar La Choza”.
Arturo Gutiérrez Jiménez dijo saber del atentado contra el general Solís por los Norteños, quienes tienen más de seis meses viviendo en la región. Se lo contaron en la casa de seguridad de El Cedro, municipio de Nacajuca. El jefe de Arturo es el comandante Dóriga, a quien Juan Cano le pagó 2 millones de pesos para que lo ejecutaran.
Samuel Pascual Sánchez: “Participé cuando le fuimos a echar plomo al general. Íbamos en una camioneta blanca: Pedro, el Pelón, Arturo, Zacarías. En otra camioneta Lincoln iban el Shakira, Damián y el Capitán, quien llevaba un cuerno de chivo y los demás puros R-15. Pedro manejaba la camioneta blanca. Nos estacionamos en el Vips; la otra camioneta la llevaba el Capi. A Damián le dieron un putazo con una .9 milímetros. Iba chorreando sangre. El disparo salió de la troca del general. El Pelón nos putió porque fallamos: dijo que dejaría que pasaran unos meses y que lo volveríamos a intentar”.
Zacarías Hernández cuenta parte del diálogo que sostuvieron una noche el Milimétrico, el Peje y el Toro sobre el atentado en contra del general Solís, y del que, dice, él fue testigo.
“El Toro dijo: ¿Cómo es posible que hayan fallado al dispararle al general? Lo que pasa es que se apendejaron, secundó otro con acento norteño, porque ese cabrón estaba sangrando de la mano. En eso estaban cuando entró uno de los escoltas del Peje con una R-15 y le dijo al jefe Mili mostrándole su arma: ‘¿Cómo ésta no falló cuando les disparaste a los polis?’. El jefe Mili respondió: ‘No, cabrón, hasta fuego echaba; ésta sí responde’. Se referían a los policías que habían acribillado en Ocuitzapotlán.”
En la casa de seguridad de la colonia Tierra Colorada, el Apache explicó a Zacarías el motivo para darle para abajo al general Solís: “No quiso aceptar una lana para colaborar con la organización”.
Pedro Martín Damián, el 22 de abril de 2007, narró en su declaración ministerial cómo fue reclutado por el grupo delictivo: “Me contrató como chofer Víctor Morales y me dejó trabajando con Emiliano García Cruz. A éste, el Timo le dijo que ya había hecho la chamba con unos policías, que los habían matado en abril de 2007”.
Martín fue detenido en la casa de seguridad de Los Perros, junto con Emiliano García Cruz, su jefe; Pascual Sánchez Samuel, Arturo Gutiérrez Jiménez, quien hacía la limpieza y le daba de comer a los perros y a los gallos, y Paulina Durán Garduza, responsable de las instalaciones eléctricas.
José Zacarías Hernández dijo que Raúl Morales Serafín trabajaba para el narcotráfico en el centro de Villahermosa. “Empezó a circular por las calles de Macuspana y fue entonces que me preguntó: ‘Oye, vas a trabajar o qué onda. Aviéntate el tiro, no hay pedo, no hay bronca. Mira, chavo, el trabajo es fácil, es para venta y distribución de droga; en ocasiones se tiene que arriesgar, y si hay que quitar del camino a la gente que está estorbando, hay que quitarla. Te puedes ir a uno de los grupos que tenemos, uno es administrativo y otro operativo: el primero es sólo para hacer mandados, vigilar alguna casa y llevar y traer droga a las tienditas. En el operativo es donde está el tiro grueso; aquí los que no quieran entrar al ruedo hay que meterlos o quitarlos del camino’.
“Raúl me llevó a la Ranchería de Ixtacomitán. Me dejó en una casa de seguridad donde conocí al Soldado, Arturo Gutiérrez Jiménez, Samuel Pascual Sánchez y Pedro Damián Marín. De ahí nos fuimos a la colonia Tierra Colorada a otra casa que cuidaban el Apache y el Capi. El Capi me dijo: ‘Deberías de jalar parejo como una familia: no debemos decir nada, sólo obedecer las órdenes del jefe; no dormir pesado y, ante cualquier movimiento, estar alertas y esperar órdenes’. Después conocería al Licenciado, Joel Acal Sosa, el jefe, quien mientras jugaba con un gallo de pelea me dijo que el trabajo era riesgoso y que había que rifársela. Me contó que había estado en la cárcel y que su patrón le había perdonado la vida, en gratitud él le regaló una pulsera de diamantes.
“El 8 de abril de ese año –prosigue– vi que en la casa de Los Perros estaban amarrados de pies y manos y vendados de los ojos tres sujetos, quienes mantenían casas de cita clandestinas y fueron levantados porque no querían colaborar ni pagar la cuota por el derecho de piso. Para el 15 de abril, escuché que decían que iban a matar a uno de los tres. Luego, el Licenciado dijo que ya no lo iban a matar porque había problemas en Veracruz por un enfrentamiento entre dos bandas que se tablearon. Después se llevaron a dos de ellos y el tercero, quien dijo llamarse Antonio, decidió colaborar, pero se fugó y obligó a Arturo Jiménez, el Soldado, a ordenar que desalojáramos de la casa las armas y los vehículos porque la iban a catear. Todo fue a parar a la casa Los Gallos, de la calle de Camarón, en el ejido del Cedro, en Nacajuca, donde hay varios altares con la imagen de la Santa Muerte, crucifijos de oro pendiendo y veladoras.
“En la casa de Los Perros conocí al Renegado, quien había sido secuestrado por el grupo, ya que vendía droga de manera clandestina y no se mochaba. Le pidieron que colaborara con la organización a cambio de su vida o de lo contrario le mocharían la cabeza, por lo cual accedió a trabajar con ellos.
“En la casa de Tierra Colorada –continua Zacarías– estaba con el grupo del Apache, el Shakira y el Nico, quienes contaron que habían matado a un periodista de apellido Rincón, por órdenes de Payro Morales, un señor ya grande de edad, porque sacaba notas de crímenes y de los tiraderos de droga de las que estaba encargado Payro, dando direcciones y nombres, lo cual le molestó mucho, ya que le daba 2 mil pesos quincenales para que no sacara nada. Dicen que lo trozaron en cachos, lo metieron en un tanque con gasolina y lo quemaron en una quinta cuya ubicación desconozco.
“El Apache me contó cómo habían matado a un chavo que había asaltado en tres ocasiones una tiendita. Junto con el Shakira y el Nico, lo ubicaron y levantaron. El Apache mismo fue quien le cortó la cabeza con un machete que no cortaba, y la fue a tirar a la estación de policía”.
Héctor González Peñate, excabo del Ejército y exmiembro de la Policía Federal Preventiva, dijo el 17 de mayo de 2007 que entre el Peje y el Nipón mataron a un expolicía apodado el Pescadón. “Se lo echaron en la avenida Ruiz Cortínez el 1 de mayo de ese año; ya se las debía”. También se declaró como informante de un tal Cherma, por lo que, dijo, “yo estaba informado de los movimientos que planeaban para echarse a los policías, aunque yo no participaba”.
Oscar Enrique Dzib Us declaró el mismo día que González Peñate, y fue capturado mientras transmitía unos mensajes vía celular para alertar del operativo de la Policía Federal Preventiva, entre otros, uno que decía: “Una patrulla de la PFP (Policía Federal Preventiva) después de la caseta pero de regreso a Villa, lo demás está limpio”. El mensaje había sido enviado al Nipón y a la Güera, Isabel Vega Prieto, ambos del grupo de los Norteños.
El 22 de abril de ese año, Paulina Durán Garuza, la única mujer que fue detenida durante los cateos de la PFP, dijo que hacía un mes que había conocido a Emiliano García Cruz, de quien se hizo su novia. Y que el 18 de abril, el día del cateo a las casas de seguridad de Los Zetas, la fue a recoger a la estación de autobuses ADO, la llevó a una de las casas donde durmió, cuando escuchó decir a uno de los moradores: “¡La ley tiene rodeada la casa!” Samuel Pascual Sánchez la involucró al declarar que ella era la que contaba a diario el dinero que se recababa como producto de la venta de drogas.
La versión de La Hermandad
La Hermandad, la organización criminal incrustada en la Secretaría de Seguridad Pública de Tabasco, y cuyo liderazgo se atribuye a su exjefe Roberto Vidal Méndez, se dio a conocer con un atentado fallido contra el general Francisco Fernández Solís, el 6 de marzo de 2007, cuando éste apenas tenía tres meses de haber asumido la titularidad de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP). Tabasco, gracias a La Hermandad, tiene el récord de ser la primera entidad donde el crimen organizado ataca a un militar de alto rango, publicó la Crónica de Hoy el 8 de abril del 2007. Sin embargo, ninguno de los procesados en la causa penal 53/2007-IV fue señalado de pertenecer a esa organización.
El rotativo dijo que Roberto Vidal fue detenido en la ciudad de México, bajo cargos de estar involucrado en el narcotráfico, y de ser el líder de La Hermandad. Al momento de su captura, fungía como asesor en materia de seguridad del alcalde de Centro, Evaristo Hernández Cruz, quien salió en su defensa y aseguró que no le despedirá hasta que la Procuraduría General de la República no le pruebe los delitos que le imputa.
Hasta antes de esta noticia, se acusaba de ser el dirigente de esta organización a Juan Cano Torres, quien fue jefe de la SSP en al anterior gobierno de Manuel Andrade Díaz. El expolicía fue detenido bajo el señalamiento de ser el autor intelectual del ataque sufrido por el general Fernández Solís, atentado en el que perdió la vida el chofer del militar, el cabo José de la Luz Mayo.
Fernández Solís sobrevivió. Su camioneta recibió al menos 200 disparos de R-15 cuando salía, a las 9:00 horas, del hotel donde se alojaba desde el 1 de enero de 2007, día en que tomó posesión del cargo a invitación del gobernador Andrés Granier Melo, quien le pidió directamente al secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván, que lo enviara a Tabasco a encabezar la lucha contra la inseguridad.
Vidal trabaja para el alcalde de Villahermosa, enfrentado con Andrés Granier y con el secretario de Gobierno, Humberto Mayans Canabal, muy cercano a Wilfrido Robledo. Hasta antes que se detuviera a Vidal, se consideraba cabecilla de La Hermandad a Juan Cano Torres, quien fue arrestado con cuatro integrantes de su estado mayor por considerárseles responsables del atentado contra el general Fernández Solís. (JR)
Francisco Fernando Solís, secretario de Seguridad Pública, general de División Diplomado de Estado Mayor, con 48 años en el Ejército Mexicano; director de la Escuela Militar de clases en Puebla; agregado militar adjunto a la Embajada de México en Washington, DC; agregado militar adjunto a la Embajada de México en Panamá; comandante de la 30 Zona Militar Villahermosa; comandante de la fuerza de tarea Marte; encargado del combate al narcotráfico en los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango. El 6 de mazo 2007 fue atacado con armas de alto poder con saldo de un muerto y dos heridos a la salida del hotel donde reside, en la zona hotelera de Tabasco 2000. “Cinco personas bajaron de la unidad Blazer color plata, con placas WLV 5817, y dispararon”, dijo un testigo de los hechos.
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