10-2-2010
Sin la menor hesitación, el recio líder que fue Manuel Arévalo, habría apostrofado a los dirigentes oficialistas del Apra de La Libertad y a los de Lima, por su actitud pro-patronal, complaciente, cómplice, traidora con respecto a los justos e irrenunciables derechos de los trabajadores de la empresa Gloria S.A. en Cartavio. La historia de las luchas pasadas, el sacrificio y sed de justicia, la fraternidad de los pobres y desposeídos, son hoy por hoy y para estos líderes de juguete, asunto anacrónico, recuerdo que no hay que mencionar y la claudicación muestra sus orejas proditoras sin ambages.
El trabajador Arévalo había llegado en representación de los cañeros, hombres y mujeres de La Libertad al Congreso Constituyente de 1931, padeció prisiones, deportación y fue de esos a quienes “había que desaparecer” tal como ocurrió el trágico 15 de febrero de 1937 en Cerro Colorado al norte de Lima. Con sus claros ojos frente al mar, como alguna vez dijera Manuel Seoane en discurso inolvidable en el viejo Estadio Nacional un 22 de febrero de 1946, Arévalo pagó caro su osadía de haber militado en un partido de trabajadores y por los trabajadores. Fue torturado cruelmente y asesinado.
En uno de los principales salones de Cartavio hay un cuadro con el retrato de Arévalo. Su mirada serena de horizonte combativo está allí a pesar de la desvinculación inverosímil del oficialismo aprista con los trabajadores. ¿Hay alguna expresión institucional de apoyo irrestricto y solidaridad con las clases oprimidas por parte del Comité Departamental que “lidera” Carlos Martínez Polo? No, es la respuesta y ese oprobioso silencio confirma la sinuosidad pro-patronal.
¿Es privativo de Martínez Polo esta mudez en su locuacidad acostumbrada? No parece ser así. Lo que sí es obvio es que aquél sigue órdenes y las cumple con obediencia sin chistar y en inadvertencia flagrante de todo un catecismo y décadas de historia y evidente trabazón militante.
Días atrás, en amabilísima entrevista en un diario limeño Armando Villanueva del Campo habló in extenso sobre la CTP y su imposibilidad de señalar delegados al próximo cónclave partidario de marzo. ¡Ni por casualidad emitió palabra en torno a la controversia entre Gloria S.A. y los obreros en Cartavio! La coincidencia no es una casualidad.
Más aún: ¿alguien de la plana oficialista del Apra, desde secretario general hacia abajo, ha dicho “esta boca es mía”? De ninguna manera. Ciertamente el jefe de Estado, tan ocupado en mil asuntos, no tiene un segundo para lo que ocurre en Cartavio. El designio soterrado, no escrito pero cumplido al pie de la letra es atender a la patronal Gloria S.A. y dejar a su suerte ignota a los trabajadores.
La empresa goza de respaldo policial que ha llegado en masa desde Trujillo y es casi seguro que siguen instrucciones que se dan por conductos regulares para apalear y “escarmentar” a quienes protestan. Hay que “citar” a comisarías a los trabajadores y botar a los líderes del sindicato para que no “hagan problemas”. Las autoridades del ministerio de Trabajo, señaladamente el señor Ferradas, guardan fidelidad sibilina con Gloria S.A. y no hay razón posible que pueda asistir a los obreros en sus justos reclamos salariales.
Hoy comienza, si así se ratificó en las últimas horas, la huelga general en Cartavio. Cualquier desmán, heridos o muertos, serán responsabilidad absoluta, vergonzosa y traidora de quienes han permitido que se llegue a estos extremos de conflicto. El gobierno puede ser acusado de violador de derechos humanos y laborales consagrados en múltiples tratados internacionales. ¿Tanta ceguera para qué?
Mi solidaridad con los trabajadores de Gloria S.A. en Cartavio. Y si acontece: ¡qué viva el paro general!
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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