Después de expresar enérgicamente su decepción ante el anuncio por parte de Irán del nuevo programa iraní de enriquecimiento de uranio al 19,75%, Moscú pudiera aprobar una posible resolución del Consejo de Seguridad de la ONU con nuevas sanciones contra Teherán.
Pero la decepción rusa se debe más a la negativa iraní de enriquecer su uranio en Rusia que al temor por un presunto programa nuclear militar secreto, que Moscú considera inexistente.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, llegó en visita oficial a Moscú para abogar a favor de la adopción de sanciones más fuertes contra Irán.
En todo caso, Leonid Slutsky, vicepresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Duma [el parlamento ruso], y Vladimir Nazarov, secretario general del Consejo ruso de Seguridad, han subrayado que la adopción de nuevas sanciones sólo afectaría la entrega de elementos vinculados al sector nuclear. En otras palabras, Moscú tiene intenciones de mantener sus entregas de misiles tierra-aire S-300 a Teherán. Los mencionados misiles son considerados como los medios más eficaces para la defensa de los objetivos estratégicos en Irán ante cualquier posibilidad de bombardeo.
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