La cacería terminó en magnicidio aquel fatídico 14 de abril de 1865: el presidente decimosexto de Estados Unidos, Abraham Lincoln, era asesinado a balazos mientras asistía a la obra teatral Our American Cousin (Nuestra prima americana), en el teatro Ford, en Washington.
Su muerte a mano de asesinos se inscribe como el primer magnicidio acontecido en la historia de EE.UU.
El complot fue concebido como homicidio múltiple. Además del mandatario, la nómina incluía la eliminación del secretario de Estado, William H. Seward, y del vicepresidente, Andrew Johnson. El siniestro plan sumaba asimismo al general Ulysses Grant. ¡Sonada carnicería!
Pero lo curioso es que la cabeza pensante y asesino principal, era el actor John Wilkes Booth, quien a su vez reclutó a varios cómplices, entre los principales: Lewis Powell y George Atzerodt, encargados de los crímenes paralelos.
Otra particularidad del suceso era su conocimiento casi público. Tres o cuatro horas antes de ser ejecutado el magnicidio, en el pueblo católico de San José, Minnesota, la noticia corría por todas las calles y moradas del pueblito.
¿Qué ocurría? Los sacerdotes romanos de San José, quienes con frecuencia visitaban Washington y poseían aliados allí, habían circulado la noticia del hecho algunas horas antes de su materialización.
Incluso, Rufus King, ministro francés a la sazón, declaró entonces sin miramiento alguno: “Creo que el asesino está protegido por el clero y el suceso ha sido producto de un plan profundo no solo contra la vida del Presidente sino también contra la existencia de esta república, ya que sabemos que el sacerdocio y la realeza se han opuesto siempre, y se opondrán, a la libertad”.
Antagonista de la expansión de la esclavitud en los Estados Unidos, Abraham Lincoln ganó la nominación a la presidencia del país por el Partido Republicano en 1860, y fue elegido al cargo a finales de ese año.
Durante su mandato contribuyó a preservar a su país de la guerra de los secesionistas, e introdujo medidas que dieron como resultado la abolición de la esclavitud mediante la denominada Proclamación de Emancipación en 1863 y la aprobación posterior de la Décimotercera Enmienda de la Constitución, en 1865.
Lincoln supervisó la guerra secesionista hasta su fin. Movilizó a la opinión pública con acierto mediante la retórica en sus discursos. Al término de la contienda bélica, el primer Presidente republicano estableció la reconstrucción, en el ánimo de cohesionar el vasto y heterogéneo territorio, para lo cual fomentó la política de reconciliación.
La Guerra Civil Estadounidense (1861-1865) provocó miles de muertes a ambos lados de la Línea Mason-Dixon, la cual separaba a los antiguos aliados del Norte de los compatriotas del Sur.
Abraham Lincoln, proclamado como “el político prudente”, medió entre los estados del norteño y el sureño. El final de tales gestiones desembocó en guerra intestina por la cual luchó corajudamente para su evitación.
El origen de tal conflagración fueron las disputas por el tema de la esclavitud, puesto que los estados del Sur no querían renunciar a ese antiguo privilegio. Y aunque Lincoln era opositor convencido de la represión, para él resultó más importante la cohesión de la Unión ante la erradicación del vasallaje.
En Estados Unidos han acontecido otros magnicidios: el de James Abram Garfield, baleado el dos de julio de 1881, en la ciudad de Elberon; y el de John F. Kennedy, el cual fue asesinado mediante disparos de fusil en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963.
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