¿Hay alguna parentela entre lo dicho por el ministro de Defensa chileno, Jaime Ravinet, sobre la “devolución” del monitor Huáscar y la no tan subitánea y también distractiva campaña para que Perú firme la Convención del Mar en pleno juicio planteado por nuestro país a Chile por la inexistente delimitación marítima? Son pocos los días entre una afirmación y la otra y ninguna de las dos constituye tema esencial de la agenda presente entrambas naciones.
El monitor Huáscar fue el navío glorioso y combatiente sólo cuando tuvo al marino Miguel Grau en su comando. El 8 de octubre de 1879 en Punta Angamos la lógica de más de cinco potentes barcos chilenos destruye, incluyendo a Grau como primera víctima, el quimérico sueño de una victoria que tenía la derrota cantada desde la génesis misma. Luego de la desaparición de Grau, vencido y capturado el Huáscar y refaccionado (no estacionado como mal informa la Agencia Andina), éste vuelve al Perú a bombardar puertos y ciudades de nuestro litoral. Es decir troca en herramienta de la rapiña que comenzó el 5 de abril de ese año aciago.
En 1946 viajó a Chile, en tiempos del gobierno de Gabriel Gonzales Videla, Víctor Raúl Haya de la Torre (y lo hizo acompañado, entre otros por Andrés Townsend Ezcurra y Jorge Idiáquez) y el suceso de su presentación en asambleas obreras fue excepcional. Sólo un punto dejó de tener el acostumbrado retumbe de palmas y ovaciones: cuando Víctor Raúl planteó la devolución del Huáscar. La frialdad con que fue acogida la tesis, en aquel año, sigue siendo una constante en la difícil relación mutua. Y conste que por esos años no había contencioso en La Haya y tampoco existía la Convención del Mar y sí, en cambio, precedentes de invocaciones que Víctor Raúl había escrito desde los años 20 en cartas públicas a los obreros chilenos.
¿Qué hay entre Perú y Chile?: el contencioso que por delimitación marítima se ha planteado ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya y para tal efecto se enriqueció la demanda invocando la Convención del Mar y el ius cogens, derecho común, que pregonan absolutamente lo mismo en cuanto a las líneas equitativas. El sólo hecho de la demanda sin la adhesión peruana a la Convemar, aunque mencionándola para enriquecer la robustez de su estructura, es un mentís a los facinerosos que por años dijeron que era “imprescindible” que Perú se acogiera a tal dispositivo internacional.
Por tanto, el tema esencial radica en la pelea jurídica en La Haya. Y causa verdadera esperanza la noticia que por iniciativa del embajador actual en Bolivia, Manuel Rodríguez Cuadros, comience una campaña pedagógica de instrucción sobre los derechos peruanos en el Pacífico y su campaña urbi et orbi. Macizo envión que reconoce su origen en aportes que vienen desde años atrás. ¡Enhorabuena!
¿Alguien puede enunciar, con detalle puntual, en qué tratativa está el tema de la “devolución” del monitor Huáscar por parte de Chile a Perú? La historia enseña de qué modo y para qué y en qué formas se orienta la política exterior del vecino meridional. ¿Alguien en su sano juicio cree que darían alegremente lo que para ellos constituye “un trofeo de guerra”? No es ocioso reiterar que el monitor Huáscar tuvo en vilo desesperante al Estado chileno, aterrado y provocó polémicas, caída de ministros y fracturas políticas, mientras que paseó su elegante cuanto que mortífero poder de fuego, en soledad pasmosa, en esos casi seis meses que duró su magistral academia de guerra, caballerosidad y heroísmo. Después del 8 de octubre de 1879 apenas si fue parte de la rapiña.
Entonces puédese atisbar lo que en la vida moderna –y delincuencial según su indiscutible decano y rector vitalicio, Vladimiro Montesinos- se llama psico-social. Distrae Perú sus esfuerzos en un tema emotivo y de reminiscencia como el monitor Huáscar que no está en juego. Otro tanto si sus mediocres lanzan la reiterada y torpe cuanto que altamente inoportuna campaña de adherir Perú a la Convención del Mar como si ésta fuera una piedra filosofal en el litigio ya emprendido con Chile. La falsedad de aquella aserción que predicaba lo imprescindible de adherirnos a la Convemar no necesita mayor demostración. Además, los mismos que decían aquello, un decenio atrás, son los que hoy vuelven a los cantos de sirenas o balones de ensayos con propósitos desconocidos.
¿Quieren los bobos la “bondad” de un país cuya política de Estado siempre está muy atenta a su norte y a la colocación de sus inversiones en el septentrión en tierra feraz y rica en recursos naturales como es Perú? ¿a qué costo?
La imaginación no siempre está lejos de la realidad. ¿Trueque del monitor Huáscar a cambio de perfil bajo, cuasi perdedor o nada reclamador o de entendederas bajo mesa en La Haya? Cancillería no se lleva las palmas, históricamente, en la difícil relación con Chile.
No basta la amistad, inane en temas de Estado, entre el ministro de Defensa del Perú, Rafael Rey y su par de Chile, Jaime Ravinet de copiosos antecedentes antiperuanos al igual que Jaime Insulza, hoy secretario general del ministerio de embajadas OEA, quienes en plena guerra del Cenepa, 1995 y siendo Chile garante del Protocolo de Río de Janeiro de 1942, permitieron que su país vendiera armas al Ecuador. Y ¡ojo! esta denuncia fue hecha por periodistas mapochinos.
Primero y fundamental es el compromiso de respeto a lo que determine La Haya y luego a construir la complementariedad entre Perú y Chile. Alguna vez propuse la edificación de un megahospital en Tacna con capacidad moderna de atender a todo el norte de Chile, desde Tarapacá a Arica y a los que llegan del altiplano boliviano y a medio sur peruano. Entonces se inutiliza la espoleta de la granada guerrera en la zona, desde la voluntad libérrima de vivir con pan y libertad de los pueblos, es decir de abajo a arriba y entonces como contrapartida se puede hablar del monitor Huáscar y cómo las mejores capacidades espirituales y puntuales hacen de la paz su emblema con respetos mutuos y ganas de enriquecer su coexistencia.
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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