Nadie lo dude. A pesar de lo dicho por algunos medios de prensa especializados en la manipulación de calificativos e interpretaciones, e incluso los sesudos del capitalismo global reunidos en Davos por estos días, la crisis económica que estalló en 2008 en los Estados Unidos y se propagó como pólvora por buena parte del orbe, no ha cedido un ápice.
Así, pululan las frases, comentarios y hasta discursos que intentan dar tintes rosados al hoyo negro y sin fondo.
Incluso, el presidente de la gran potencia imperial, al que sus antecesores republicanos le dejaron la papa caliente en las manos, habló en su más reciente mensaje a la Unión de futuro promisorio, y hasta esbozó el plan de acciones económicas que hasta ahora nadie se explica cómo será posible llevar a cabo.
Lo cierto es que, al final, no se trata más que de demagogia y puras maniobras dilatorias. Los “saltitos” apenas imperceptibles que a cada rato se anuncian con bombo y platillo sobre la pretendida “recuperación” capitalista, desaparecen de inmediato bajo el peso de la cruda realidad.
El desempleo en los Estados Unidos, por ejemplo, no ha dejado de rondar el 10 por ciento de la fuerza laboral, mientras que en las naciones industrializadas de Europa ese guarismo supera el nueve por ciento.
Por cierto, en muchas ocasiones las pesimistas evaluaciones de la crisis global imperialista no resultan obra de grupos de izquierda ni mucho menos.
En estos días hasta el propio Fondo Monetario Internacional (FMI), ha debido pronunciarse sobre la debacle y exigir responsabilidad a grandes economías globales en torno a sus enormes huracos financieros.
En esa cuerda, agencias de prensa como la Reuters y la AFP, indicaban textualmente en días pasados que “Estados Unidos y Japón recibieron fuertes advertencias del FMI y de agencias de calificación para atender sus altos desequilibrios presupuestarios, a fin de evitar que los inversores vendan sus bonos, lo que podría crear una crisis de deuda soberana e impulsar el costo de su endeudamiento.
“Renovadas presiones del mercado en algunas economías avanzadas, insistían las propias fuentes, demandan que estos países subrayen su compromiso con su déficit y diseñen planes de contingencia para asegurarse de que las metas de ajuste se cumplan".
En pocas palabras, se le están pidiendo a las hasta ahora primera y tercera economías globales, que “aprieten los cinturones” y hagan algo serio por evitar sus largas cadenas de gastos muy superiores a los ingresos, la vieja fórmula que precisamente Washington y sus aliados exigían hasta hace poco de las naciones empobrecidas del orbe en sus famosos “programas de ajuste” neoliberales.
Nadie lo dude, cuando el FMI habla de reacomodos eso implica menores erogaciones con fines sociales y más estadounidenses y nipones sin trabajo y con mermas considerables en los programas de salud, educación o asistencia social.
Nada, que se van cumpliendo las predicciones que desde hace mucho tiempo hizo Cuba con respecto al futuro mundial del capitalismo, cuando sentenció que se trata de un sistema atrapado en sus propias contradicciones y condenado a salir definitivamente de la historia humana.
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