por Luis Alberto Salgado T.; luissalgadot@aol.com
17-2-2011
Nunca estuvo el APRA oficial más lejos de sus enunciados y propuestas históricas como hoy. Nunca, tantos apristas, viejos, adultos y jóvenes se sintieron tan defraudados y desalentados como ahora. Nunca antes, como ahora, el que fuera el partido político más fuerte, mejor organizado, con una mística de incorruptibilidad ha sido más ignorado, rechazado, y vituperado por amplios sectores populares y clases medias en todo el Perú. Para quien esto escribe, aprista de formación, por tradición familiar y por convicción, reconocer esto es doloroso…pero absolutamente necesario.
He afirmado y lo mantengo: el factor central y determinante, la causa fundamental de esta situación agónica del PAP es que la actual dirigencia, comenzando por Alan García, han roto deliberadamente, con conciencia y voluntad, el pacto de buena fe que existió desde la fundación del APRA, entre la dirigencia y la militancia. Porque honraron ese pacto de limpieza y corrección, el APRA resistió todas las adversidades. Hoy, ya no es así. Por ello el desconcierto se ha instalado y la diáspora aprista ha comenzado.
Amenazas, chantajes y presiones para que los apristas callen y acaten las ilegalidades, las decisiones írritas, destructoras de nuestra fraternidad. Y un Tribunal Nacional Electoral (TNE) del PAP, presidido por un viceministro de Educación, dependiente del gobierno, se prestó para esa infamia. Y algunos callaron y acataron, y con su silencio han contribuido al hundimiento del Partido. Algunos otros, obnubilados en su ego personal, por una candidatura a alcaldía, a regiduría o al congreso dejaron de ver lo importante, no denunciaron ni renunciaron a participar en esa infamia que fue consumándose con un secretario general usurpador y dictador y con dos secretarios generales acusados y denunciados por grave corrupción.
Y es que bajo el caudillaje de Alan García, se ha producido lo que algunos llaman el desahucio moral del Partido Aprista Peruano.
El proyecto personal por encima del Partido
A febrero del 2011, divisiones y enfrentamientos fratricidas en todo el país, incluyendo Trujillo y los otrora bastiones apristas del norte, antes y después de sucesivas derrotas políticas y electorales. Estas son el resultado de un plan premeditado y propiciado desde Lima por la “cúpula” dirigencial para debilitar la estructura partidaria, exacerbando las rivalidades personales. Esta crisis generada es para mantener el control directo (sin democracia y sin respeto a las normas) del Partido por Alan García y conseguir nuevamente su candidatura a la presidencia en el 2016. Es su proyecto personal (vanidoso y desmedido) y de su grupo cómplice, apoyado por sus socios políticos quienes detentan su cuota de poder y privilegios en un gobierno signado fuertemente por la corrupción, por la indefensión total del interés nacional y por el entreguismo de nuestros recursos y riquezas dejando en el abandono a las mayorías del país.
Por eso y para ello, el pacto infame con el fujimorismo corrupto y homicida.
Fracaso en alcaldía limeña y elecciones generales: normal en la traición al Partido
Así, la aparente incapacidad del actual “liderazgo” de García y de su entorno para presentar siquiera candidato a la alcaldía de Lima y, luego, el espectáculo ridículo ofrecido con la debacle de la plancha presidencial (y la oportunista y ambiciosa señora Aráoz) y la lista congresal, son sólo consecuencias lógicas de esta severa atrofia institucional del otrora partido histórico del Perú fundado por Haya de la Torre y un conjunto de hombres y mujeres decentes (sobre todo decentes) y con profunda e inteligente vocación de servir, con ideas e ideales realmente de calidad superior y que cuestionó con fortaleza intelectual y ética un orden inmoral, injusto e ineficiente de explotación humana. Pero hoy, por acción y responsabilidad de esa dirigencia, al APRA la han convertido en el principal soporte político de ese orden inmoral e injusto en lo que constituye la más alta traición a Haya de la Torre, a los fundadores, y al Perú. El APRA ya no es la esperanza de los peruanos. Se requieren cambios drásticos.
Confrontación con los derechos humanos
Explicar, entonces, en algunos párrafos lo que ha sucedido con el APRA es una tarea casi imposible de cumplir. Sólo es posible señalar algunos puntos. Uno de ellos es el evidente rechazo y animadversión del actual gobierno (y de la dirigencia aprista identificada con él) contra los derechos humanos.
Los partidos políticos más grandes y fuertes, los Estados más desarrollados, las democracias más avanzadas del planeta lo son, precisamente, porque han hecho de los derechos humanos integrales y universales, su razón de existir, causa, objetivo, finalidad principal y esencia de su accionar. Los derechos humanos, junto con la controversial y compleja globalización, el calentamiento global, las nuevas formas de violencia estatal y de grupos particulares, la verdadera innovación tecnológica, son el signo del siglo XXI, pero ni el APRA oficial ni el gobierno de AGP han querido entender esto y de allí esa extendida sensación de mortificación y crisis en el país, pues a los primeros obligados en comprender lo que ocurre, y actuar en consecuencia, no les interesa y están enfocados en sus propias banalidades.
Crecimiento neoliberal salvaje
Así, como hemos afirmado anteriormente, la más grave y profunda crisis del APRA no puede reducirse a causas intra-partidarias. La conexión causal, la relación determinante del debilitamiento aprista -insólito y sin precedentes- , en todo el Perú, se halla en la gestión y responsabilidad del actual gobierno presidido por quien se autoproclamó también “presidente del PAP” en contubernio con su entorno grupal corresponsable de esta debacle histórica.
En consecuencia, aparte de la corrupción imperante, al APRA se le vincula con este engañoso crecimiento económico, que algunos califican de salvaje, porque concreta una tendencia perniciosa que el próximo gobierno debe corregir. Corrección impostergable pues está construido sobre la vulneración sistemática y persistente de los derechos económicos y sociales de la mayoría de peruanos; sobre la entrega y remate -sin transparencia ni vergüenza- de nuestros recursos naturales, de nuestros puertos y aeropuertos, a grupos corporativos extranjeros incluyendo los chilenos (que no tratan igual a los peruanos), con el argumento de promover inversiones. Crecimiento desigual y subversivo obtenido manteniendo una constitución fraudulenta y tramposa que privilegia y beneficia sólo al poderoso capital e inversionista extranjero y perjudica al micro, pequeño y mediano empresario nacional. Este crecimiento salvaje no es sostenible en el tiempo pues, entre otras cosas, mantiene sueldos muy bajos o de miseria, violenta los derechos de los pueblos amazónicos y andinos, y va destruyendo el ambiente y el ecosistema de nuestras regiones naturales.
¿Alguien tiene alguna duda entonces de las razones de la debacle aprista en todo el país?
¿Esperanza y renacimiento?
Quizás, es posible. Aunque sumamente difícil. Pues los culpables de la debacle miran a otro lado e inventarán sofismas y mucha demagogia para seguir en el poder, porque, además, tienen mucho, muchísimo dinero y pretenden continuar usufructuando y usurpando posiciones que ya perdieron legalmente hace tiempo, para encubrir sus iniquidades. Dependerá de la capacidad de reacción y de la valentía del pueblo aprista para enfrentar la situación comprendiendo que quienes se presentaron como adalides o “escogidos del destino” ya se convirtieron, por su propia decisión, en una pesada y negativa carga para el Partido del Pueblo.
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