Finaliza la gestión de Marcelo Ebrard al frente del Distrito Federal y hay opiniones encontradas sobre su desempeño. Sin embargo, la mayoría de los capitalinos han calificado su mandato como satisfactorio; de otra forma no se hubiera dado la aplastante victoria de su sucesor, Miguel Ángel Mancera, en las pasadas elecciones.
Considero el ejercicio de Ebrard como bueno, pero puede que influya en mi perspectiva trasladarme cotidianamente entre el Distrito Federal y el Estado de México, y que sienta a cada paso, en los transportes, en la calle y en cualquier parque, entre ambas entidades, una insoslayable diferencia; y que me sienta, como peatón o conductor, más seguro en la capital del país. Hay que tomar en cuenta la gran descomposición de las estructuras políticas del Estado de México, la avasalladora corrupción en todos los niveles, y la escalada de violencia en el territorio mexiquense a causa del crimen organizado, y que entonces, al ver la mejor situación del Distrito Federal sobrevalore el trabajo de Ebrard.
En este contexto, me parece válido reflexionar sobre un aspecto que considero negativo de su administración:?el conflicto con los bomberos. Un fuego iniciado por las protestas de los mismos en una marcha el 25 de junio pasado, y que evidencia las pésimas condiciones laborales que padecen, así como el deterioro del equipo, instalaciones y transportes de los que dependen sus vidas al realizar su labor. Los inconformes no pidieron incremento salarial, pedían capacitación, equipo y herramientas adecuadas para afrontar los riesgos de su profesión, aspecto que de ser atendido no solamente los beneficiaría, sino que derivaría en una mejora sustancial en la seguridad de los ciudadanos, cuyas vidas pueden depender de la preparación y el equipamiento de los vulcanios. El movimiento de protesta fue objeto de represión, hostigamiento y el despido de nueve trabajadores, lo que los llevó a instalar un plantón en el Zócalo e iniciar una huelga de hambre. Los estragos en su salud fueron tan evidentes como el apoyo de la ciudadanía a su lucha. Los bomberos fueron desalojados violentamente la madrugada del 13 de septiembre (Mirna Servín, La Jornada, 14 de septiembre de 2012) para limpiar la explanada del Zócalo y dar paso a los festejos de la Independencia.
En las negociaciones con el gobierno del Distrito Federal, se acordó que los despedidos serán reinstalados en otras fuentes de trabajo, como la Secretaría de Protección Civil o en Protección Civil del Sistema de Transporte Colectivo Metro. Bien por la reinserción laboral de los huelguistas. Pero una pregunta debemos hacernos: ¿por qué no fueron readmitidos en el Heroico Cuerpo de Bomberos? La respuesta: el conflicto evidenció la deplorable situación en esa dependencia: falta de equipo y, “en el mejor de los casos”, herramientas y vehículos obsoletos que no aprueban las normas internacionales de la National Fire Protection Asociation (NFPA); así como una corrupción en la que directivos de la agrupación venden las plazas de trabajo a personas no calificadas para tan demandante y riesgosa actividad (Rodrigo Vera, Proceso, edición 1871, 9 de septiembre de 2012). Por eso y por otras cosas que salieron a la luz es que los despedidos no serán reinstalados en su fuente de trabajo.
¿Por qué la Ciudad de México no cuenta con un eficiente departamento de bomberos cuando Marcelo Ebrard –galardonado con el World Mayor Prize como el mejor alcalde del mundo en 2010 (www.worldmayor.com/contest_2010/world-mayor-2010-results.html)– ha comparado varias veces a nuestra capital con urbes del primer mundo que sí los tienen? Los inconformes mencionaron la situación de sus homólogos en San Diego, California, que es superior a la de los nuestros. El County Fire Authority de esa ciudad tiene 129 estaciones, mientras que el Distrito Federal tiene 16. Es una diferencia de ocho a uno. El dato se endurece más si consideramos que en San Diego residen 1 millón 307 mil 402 personas (http://2010.census.gov/news/releases/operations/cb11-cn68sp.html) y en el Distrito Federal, 8 millones 851 mil 80 habitantes (www3.inegi.org.mx/sistemas/mexicocifras/default.aspx?src=487&e=9).
Los estadunidenses tienen suficiente equipo, herramientas y vehículos, mismos que aprueban las normas de la NFPA. Entonces me pregunto: ¿cómo uno de los mejores alcaldes del mundo cuenta con un grupo de bomberos tan disminuido en comparación con el de San Diego, cuando esa ciudad ni siquiera es una de las más importantes en Estados Unidos? Ebrard se va a la Organización de las Naciones Unidas como presidente de la Red Global de Ciudades Seguras (Bertha Ramírez, La Jornada, 4 de septiembre de 2012). Antes de que se vaya debe saber que en una ciudad que se precie de ser segura es fundamental garantizar la vida de sus ciudadanos en situaciones de siniestros, lo que es imposible con las carencias del Cuerpo de Bomberos.
Aunque en apariencia el conflicto se resolvió, Ebrard dejó una tarea pendiente: reabastecer y reorganizar a los bomberos, pues para los ciudadanos eso no es un asunto de mejores alcaldes o de ciudades con aspiraciones primermundistas: eso es materia de vida o muerte. Esperemos que Mancera promueva una depuración de los directivos corruptos y mejore al Heroico Cuerpo de Bomberos y con ello la seguridad de más de 8 millones de habitantes en la Ciudad de México.
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