Una persona amiga, de paso por Lima, tuvo la gentileza de emitir un manojo de opiniones no pedidas en torno a múltiples iniciativas, ideas o pareceres que este humilde servidor ha planteado en foros de opinión, redes sociales y páginas web desde hace años. A posteriori de elogios preñados de alguna rimbombancia indigesta, concluyó el crítico voluntario en esta sentencia: ¡bobo, eso no da plata!
No sé, a ciencia cierta, por causa de qué todo debiera tener un precio, una recompensa y una vitrina para exhibir logros ante el resto: camioneta 4 x 4, departamento amplio, casa de playa, tarjetas varias de crédito y débito, cuentas bancarias, afiliación en los mejores clubes del país. Pero tampoco voy a negar que esta medición es muy común y define si eres "decente" o uno más del montón que siempre pasa apuros semana tras semana y mes tras mes.
Tengo la más firme convicción que poner en conocimiento de los lectores información que los medios masivos: diarios, televisión y radio, ocultan, maquillan o tergiversan, es un ejercicio de obligatorio cumplimiento, más si hay certeza y alegría periodísticas. Es parte de un deber de fe y patriotismo.
No pretendo, la vanidad no es mi fuerte, que la gente me crea. Es más: aliento a que no me crean, que sopesen y contrasten cuanto leen y que refuten con argumentos, citas, recensiones y lecturas de sólida contextura. Elevar el nivel del debate en un país con prensa adocenada, plena en detalles morbosos con sangre y a balazo limpio, es airear un humor que produce esquizofrénicos o débiles mentales. ¿Qué pueden aprender los niños o adolescentes de lo que escuchan muy temprano por la mañana, en los noticieros del mediodía o cuando van a dormir por las noches? Poco, muy poco, en realidad, nada.
Recordar pasajes de historia del Perú y de una de sus fracturas más traumáticas como fue la guerra de rapiña que Chile planteó al Perú entre 1879-1883 y, a la par, el análisis de la claudicación de clases gobernantes, el desmadre de administraciones absolutamente corruptas, la exégesis del porqué y cómo fue que los sucesivos gobiernos han incurrido en traiciones a la Patria, puede ser un conjunto de temas ríspidos pero legítimos.
Una premisa fundamental irrenunciable: Perú, su Estado y cualquier gobierno, no tiene que dar respuesta a ningún otro país: Perú se debe su propia y constructiva respuesta y sobre eso no hay otra forma de apisonar el pavimento de una nación que uniendo retazos, forjando argamasa sólida entre la ciudadanía y el diseño ganador de un plan nacional por un Perú libre, justo y culto.
¿Que eso no da plata? Hay mucho de crudeza en la sentencia, no lo niego. Pero no formo parte de esa grey que cree su misión hacerse ricos a como dé lugar. Procuro, con trabajo limpio y diálogo sobre estos, los recursos imprescindibles para actuar con decoro, sin dar pena o provocar conmiseración. No siempre es fácil persuadir al prójimo de la bondad de ideas e iniciativas y tratándose de temas cuasi olvidados como el patriotismo, defensa de la industria nacional y custodia inviolable de nuestros recursos energéticos, renovables y no renovables ¡casi una quimera!
Pero las herejías de hoy, serán el credo del mañana.
Una de los pilares fundamentales de cualquier empresa humana lo representa la determinación ambiciosa que el éxito llegará más temprano que tarde. Con eso se alumbra el camino, se congregan voluntades, se abren faltriqueras dispuestas a dar la oportunidad de trabajo y pagar bien y, sobre todo, impulsa el envión hacia límites insospechados.
Pocos años atrás escribí en el artículo: ¡Ataques de fe, determinación sin límites, entusiasmo arrollador! http://www.voltairenet.org/article158183.html
"¿Por causa de qué en Perú anemizan, aletargadas en el tiempo y la desolación, las más brillantes iniciativas inteligentes que casi nunca merecen el comentario periodístico o el análisis exhaustivo de la diminuta comunidad intelectual cuanto que científica locales? En no poco, semejante y nada envidiable circunstancia se debe a la poca fe que tienen sus propios creadores en lo que hacen. El qué dirán prima, el terror al rechazo o la superchería que da por derrotada la lid aún sin antes haber subido a la tarima a definir posiciones, es notoria. La urgencia de ataques de fe es una necesidad nacional.
¿Hay renglones entre el fanatismo y la determinación sin límites? Me temo que sí. Y este es un momento afortunado para decirlo. El sectarismo por definición es ciego. No discrimina ni tabula escalafones, arrolla por consigna, destruye a quien se oponga a su meta sin que ésta demuestre algún tipo de bondad. ¿Qué hace la prensa cómplice con sus enemigos?: los basurea, envilece ante la opinión pública y no ganan las ideas sino las arengas adquieren ciudadanía aunque carezcan de savia o zumo de sabiduría. En cambio, la determinación sin límites es la convicción pura, hasta romántica, pero bien pensada y constructiva de mejores y más caros destinos en la vida del país. Esta virtud marca la diferencia entre masas aborregadas en la entelequia de la estupidez y las ganas de edificar estados-naciones, maquinarias líderes con horizonte de revolución geopolítica al modo que las culturas preíncas e incas desarrollaron en sus amplios confines."
Ratifico mi fe y aunque digan que soy bobo porque lo que hago no da plata, persisto, con la modestia del carbonero que echa mineral en la locomotora para que no amaine su movimiento constante, en la dulce tarea de hacer que Perú, algún día, sea madre y no madrastra de sus hijos. Amén.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter