En momentos en que el Ejército Árabe Sirio acaba de perder la ciudad de Rakka, dejando de hecho una parte del norte del país bajo control turco, Estados Unidos multiplica las señales contradictorias. ¿Ha decidido Washington proseguir la guerra a través de sus intermediarios o está poniéndose en posición de poder imponer a sus aliados el acuerdo de paz negociado con los rusos?
Se hace esperar la implementación del plan de paz para Siria negociado entre rusos y estadounidenses. Se retrasó, primeramente, la confirmación –por parte del Senado– del nuevo equipo de seguridad de la Casa Blanca. Y, posteriormente, se ha producido toda una serie de declaraciones, contradictorias entre sí, por no decir incoherentes, del nuevo secretario de Estado, John Kerry.
En todo caso, aparecen ahora dos nuevos elementos objetivos.
• El activismo de Arabia Saudita y de Qatar se ha fortalecido, con la aparente anuencia del Departamento de Estado.
En una conferencia de prensa conjunta con el jefe de la diplomacia saudita, John Kerry expresó –por dos veces– su predilección por una «solución pacífica» en Siria. Pero, dos minutos más tarde, aprobó el envío –por parte de Arabia Saudita– de armas a la oposición siria «moderada». Kerry reiteró sus contradicciones a su paso por Qatar.
En el plano simbólico, Arabia Saudita y Qatar impulsaron en la Liga Árabe la entrega del escaño de Siria a la Coalición Nacional conformada por la oposición. También a pedido de Arabia Saudita y de Qatar, la Liga Árabe autorizó a sus miembros a que armen a los «rebeldes sirios». Es imposible que ciertos miembros de la Liga hayan votado esas decisiones sin haberse asegurado previamente de que tenían la luz verde del señor Kerry.
A la luz del derecho internacional, el hecho de reclamar o de aprobar el envío unilateral de armas a grupos rebeldes fuera del marco legal de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU es un crimen. Si Siria presentara una reclamación ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, de seguro obtendría un veredicto condenatorio contra Arabia Saudita, Qatar, Estados Unidos, la Liga Árabe y varios actores más, dado el precedente que ya existe del veredicto del caso «Nicaragua vs. Estados Unidos» (1984).
La iniciativa de la Liga Árabe priva de toda credibilidad al representante especial de su secretario general, Lakhdar Brahimi. Así que este viejo diplomático ya no debería pensar en seguir desempeñando el papel de mediador, ya que ahora representa de hecho a una de las partes involucradas en el conflicto –la Coalición Nacional Siria–, aunque esta última no ocupe todavía el asiento que le ha sido concedido.
• Los israelíes, por su parte, tratan desesperadamente de lograr que se olvide su intromisión en la campaña presidencial estadounidense.
Durante su visita a Washington, donde participó en la conferencia anual del AIPAC [1], el general Ehud Barack se deshizo en elogios hacia las autoridades estadounidenses, repitiendo además constantemente que nunca antes esas autoridades han estado tan cerca como ahora del Estado de Israel. Por su lado, el primer ministro Benjamin Netanyahu renunció por vez primera a viajar a Estados Unidos para la conferencia del AIPAC y prefirió limitarse a intervenir por video, para no tener que encontrarse frente a frente con dirigentes estadounidenses que pudieran pedirle cuentas. Se trata de una manera de reducir la cuestión a un problema de relaciones personales, para no afectar las relaciones entre los Estados.
Ehud Barack fue recibido en el Pentágono por el nuevo secretario de Defensa, Chuck Hagel, con quien había establecido buenas relaciones en el pasado. El general israelí logró que los recortes presupuestarios no afecten la ayuda estadounidense a Tel Aviv, ascendiente unos 3 000 millones de dólares. Para compensar, el ministro de Defensa israelí cedió terreno en lo tocante a Siria. El comunicado de prensa del Departamento de Defensa precisa que las dos partes discutieron temas de seguridad de interés común, «incluyendo la necesidad de que el régimen sirio mantenga su control sobre las armas químicas y biológicas en su país; los líderes se comprometieron a proseguir la planificación de medidas urgentes para contrarrestar esa amenaza potencial».
En otras palabras, Washington y Tel-Aviv ya no se plantean un «cambio de régimen» en Damasco y han decidido ayudar al Ejército Árabe Sirio a conservar el control de sus armas químicas y biológicas ante los ataques de los yihadistas.
Israel se retira del conflicto. Tomando nota de ello, dos días después de ese brusco viraje de 180 grados, se descubría y desmantelaba en el litoral sirio un complejo sistema israelí de observación electrónica y comunicación.
• En definitiva, Estados Unidos está tratando de desvincularse en el plano militar, y de desvincular también a su alter ego israelí, mientras que estimulan la escalada militar y el bloqueo diplomático de sus aliados del Golfo. Parece demasiado pronto aún para saber si están tratando de jugar un doble juego –tendiendo una trampa a Rusia en detrimento del pueblo sirio– o si están empujando a sus aliados del Golfo hacia un callejón sin salida para imponerles con más facilidad la solución ya negociada con Moscú.
[1] American Israel Public Afffairs Committee.
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