Por Ghaled Kandil
Los últimos acontecimientos registrados en Líbano demuestran, sin lugar a dudas, la importancia del respaldo político, financiero y material que la Corriente del Futuro está aportando a los grupos terroristas y takfiristas conformados con elementos libaneses, sirios y palestinos. Esos grupos extremistas, creados por Saad Hariri, se han convertido durante los últimos años en herramientas de las fuerzas y países que conspiran contra Siria y en una plaga que amenaza la seguridad y la estabilidad del Líbano.
Los dirigentes de la Corriente del Futuro mienten descaradamente cuando afirman que apoyan al ejército libanés ya que la campaña de descrédito contra el ejército es una cultura que las figuras de esa corriente practican y estimulan. Dirigentes del bloque del Futuro, como Khaled Daher, Mouin Merhebi, Mohammad Kabbara y Nouhad Machnouk incitan al odio y la sospecha contra la institución militar. Y después de los incidentes de Abra, los responsables de la Corriente del Futuro se han puesto a la cabeza de la campaña destinada a socavar la confianza en la institución militar para debilitarla, luego de la decisión que tomó esta de desmantelar los grupos extremistas que representan un peligro para los libaneses y su estabilidad.
Las consignas coreadas en Saida y Trípoli contra el «harirismo» reflejan la decepción de los grupos extremistas ante quienes, después de financiarlos, los abandonaron en cuanto la correlación de fuerzas cambió en detrimento de uno de sus principales grupos, el de Ahmad al-Assir. Está claro que la Corriente del Futuro está tratando de fortalecer su presencia y su influencia en la calle sobre los cadáveres de los individuos a los que empujó hacia los brazos de los extremistas. Fueron los discursos y las posiciones políticas de los jefes del Moustaqbal, como Ahmad Hariri, Achraf Rifi y los dirigentes anteriormente mencionados, lo que incitó a esos jóvenes a tomar las armas y agredir a los militares libaneses.
Los últimos acontecimientos han mostrado que la institución militar goza de un fuerte respaldo popular. Fracasaron los intentos de movilizar la calle en Trípoli y en Akkar, después de la plegaria del viernes. Sólo algunos cientos de hombres armados salieron a las calles, mientras que la enorme mayoría se quedaba en sus casas.
El verdadero problema de la Corriente del Futuro es su falta de credibilidad. Ese bloque dice rechazar la violencia, cuando en realidad apoya en todos los aspectos a los grupos extremistas y dispone de sus propias milicias, como las «Brigadas de Trípoli», dirigidas por el oficial retirado Amid Hammoud. El problema está empeorando porque en los medios tradicionalmente favorables al Moustaqbal están apareciendo grupos políticos que tratan de atraer una parte de su base. Esos grupos, como el Jamaa Islamiya y el Partido de la Liberación Islámica, además de otros movimientos extremistas, están empezando a apadrinar milicias armadas.
Es evidente que el «harirismo», a través de su doble discurso y su hipocresía, ha abierto la caja de Pandora de la que ha salido un monstruo que será difícil controlar. Ello indica que la lucha contra el extremismo, bajo todas las formas que pueda adoptar este último, pasa por la lucha contra la Corriente del Futuro. El próximo periodo será favorable a las personalidades y a las fuerzas nacionalistas que se enfrentan a esa Corriente.
El plan nacional que habrá que adoptar para proteger el Líbano de la fitna y del terrorismo takfirista debe basarse en el fortalecimiento de los movimientos nacionalistas árabes y de la resistencia en la escena sunnita. Es necesario respaldarlos en los planos político, mediático y popular. Al mismo tiempo, habrá que dar respaldar y dar apoyo a la institución militar para que limpie el Líbano de los grupúsculos terroristas que el «harirismo» ha creado en contra de la Resistencia, teniendo en cuenta sobre todo que gran parte de las bandas extremistas están vinculadas a los elementos de al-Qaeda que conforman el Frente al-Nusra y el llamado «Ejército Sirio Libre», ahora presentes en el norte [del Líbano], en la Bekaa y en algunos campamentos palestinos y barrios de Beirut y Saida.
La verdadera revolución contra la Hermandad Musulmana
Millones de egipcios salieron el domingo a las calles en El Cairo y en otras grandes ciudades egipcias para exigir la renuncia de Mohamed Morsi y el fin del régimen de la Hermandad Musulmana. Esa movilización sin precedente, incluso teniendo en cuenta lo sucedido en el momento de la revolución contra Hosni Mubarak –en enero y febrero de 2011–, tiene lugar exactamente un año después de la entrada de Morsi en funciones. En su primer comunicado, la coalición de la oposición estimó que el régimen estaba prácticamente derrocado y llamó al pueblo a mantenerse en las calles.
La plaza Tahrir se vio nuevamente abarrotada. Las calles del Cairo están en manos de los manifestantes. Decenas de cortejos convergieron en la plaza Tahrir desde los diferentes barrios de la capital egipcia. Y al final de la tarde se dirigieron hacia el palacio presidencial, coreando todos la misma consigna: «¡Fuera! ¡El pueblo quiere la caída del régimen!». Siguen viéndose muchas banderas egipcias y retratos de Gamal Abdel Nasser. Lo mismo sucede en Alejandría.
Los opositores exigen la renuncia de Morsi. Los partidarios del régimen se reúnen no lejos del palacio, ante la mezquira Rabia al-Adawiyya, estrechamente vigilada. Bloques de hormigón fueron instalados el domingo ante las diferentes entradas de ese edificio.
Los manifestantes, provenientes de todas las capas de la población, se pronuncian en contra de un poder que quiere imponer su ideología islámica a través de la fuerza. Pero también denuncian la crisis económica. Se derrumban las reservas de divisas, los precios de los alimentos han aumentado en un 10% en sólo un año, los cortes de electricidad son constantes y Egipto está en espera de un préstamo del FMI [Fondo Monetario Internacional] ascendente a 4 800 millones de dólares, que no acaba de llegar. Según el diario egipcio Al-Ahram, «Hasta este momento, no se ha concretado ninguno de los reclamos de la revolución. Ninguno de los temas ha sido realmente tratado por la presidencia».
Por otra parte, los revolucionarios de 2011 han perdido la poca libertad de expresión que habían conquistado. Se ha iniciado un gran número de juicios contra periodistas y medios de prensa.
La realidad es que la llegada de la Hermandad Musulmana al poder ilusionó a una parte de la población porque la cofradía tenía experiencia en materia de ayuda a las clases pobres. Pero no tenían, en todo caso, ningún tipo de experiencia en cuanto a la gestión política y económica de un Estado. Según el experto en temas mediáticos Yasser Abdel Azizi, citado en el sitio web Slate.fr, «La Hermandad Musulmana no entiende lo que significa el pluralismo político, ya sea en el plano interno o externo. Cree que va a resolver los problemas que surgen por la mala gestión, no modificando su política sino haciendo callar a la oposición».
Hasta ahora insidioso, el control generalizado de la Hermandad Musulmana en todos los aspectos de la vida se consolida hoy abiertamente en el seno del gobierno. El ministro egipcio de Cultura, Alaa Abdel Aziz, se ha dado a la tarea de «depurar» las corrientes culturales e intelectuales del país para «eliminar a los infieles y devolver a su pueblo la identidad perdida».
La introducción del nuevo pensamiento islamista pasa por la exclusión ya que el ministro ha marginado a todo el que no esté enteramente de acuerdo con la visión de la cultura que tiene la Hermandad Musulmana. Las medidas adoptadas por el ministro han afectado a todos los sectores: fueron depuestos la directora de la Ópera, Inas Abdel-Dayem; el director de la Organización del Libro, Ahmed Megahed; y el director del Departamento de Artes Plásticas, Salah al-Meligui.
El ejército ha preferido limitarse a la más estricta neutralidad.
Declaraciones y expresiones de posición
Serguei Lavrov, ministro ruso de Relaciones Exteriores
«Los opositores respaldados por Occidente y por ciertos países de la región han declarado que no irán a la conferencia [de paz para Siria, Ginebra 2] hasta que el régimen acepte capitular y hasta que la oposición no restablezca el equilibrio militar en el teatro de operaciones. La intensificación de los esfuerzos tendientes a alimentar la oposición con armas sólo significa una cosa: esa condición previa en realidad cuenta con el apoyo de Occidente y de otros países que tienen intenciones de entregar armas a la oposición. Ese posición contradice el concepto mismo de la conferencia, que debe realizarse sin condiciones previas.»
Jean Kahwaji, comandante en jefe del ejército libanés
«El ejército respondió a un grupo armado que lo atacó de forma premeditada aún después de haber sido advertido de que se respondería al fuego con fuego. El ejército es un ejército nacional y no establece diferencias entre una u otra comunidad. Pertenece a todos los libaneses y quiere mantener buenas relaciones con todas las comunidades religiosas y fuerzas políticas, a condición de que estas respeten las leyes y las instituciones. Llamo a todos los libaneses a apoyar al ejército y a no permitir en el país islotes de inseguridad. Todas las fuerzas políticas deben apoyar a la tropa y cooperar con ella.»
Michel Aoun, líder de la Corriente Patriótica Libre
«Soy por principio hostil a la prórroga de mandatos en la función pública. Hay leyes que deben ser respetadas. Votaré, por supuesto, contra una posible prórroga del mandato del general Jean Kahwaji. Si se promulgara una ley en ese sentido, yo presentaría un recurso de invalidación que ya estoy preparando. Saad Hariri habló ayer de prorrogar ese mandato. Ese juego no está claro. ¿Desde cuándo [Hariri] quiere tanto al ejército, cuando todos sus diputados y su corriente política no dejan de insultarlo? No sé si el general Kahwaji ordenó o no emprender la operación de Abra. El mando publicó a las 19 horas un comunicado pidiendo a los responsables políticos que definieran claramente sus posiciones, en momentos en que la batalla ya estaba bastante avanzada. El comandante que estaba en el lugar se comportó como debe hacerlo un responsable militar cuando su unidad se ve atacada. La situación en el terreno no puede esperar por las órdenes del mando. La defensa es una reacción natural, incluso obligatoria. No tenemos ninguna divergencia con el Hezbollah sino sólo con Nabih Berry, a no ser que el Hezbollah apoye ahora la prórroga del mandato de Khawaji. Hemos tenido divergencias con el Hezbollah en 3 ocasiones: en el momento de Nahr el-Bared, sobre el tema de los asalariados de Electricidad del Líbano y, ahora, sobre la ley electoral.»
Hassan Fadlallah, diputado del Hezbollah
«El ejército realizó las operaciones militares actuando solo. Pero Ahmad al-Assir atacó nuestras posiciones y las zonas donde estamos presentes. Nosotros nada teníamos que ver con lo sucedido. No es más que difamación para socavar la moral del ejército. Sólo nos defendimos en caso de extrema necesidad y no hemos participado en las operaciones. El proyecto que estaba preparando Ahmad al-Assir y al que la Corriente del Futuro garantizó una encubadora política estaba llevando el país hacia la fitna. Arremeter así contra la Resistencia nos lleva a la fitna y es hacerle el juego al proyecto estadounidense-israelí.»
Abdel Rahmane Bizri, ex jefe del municipio de Saida
«Saida pudiera verse ante una nueva prueba, quizás más grave aún, si no hay una acción común para evitar una nueva trampa. En la ciudad no hay vencedor ni vencido. Las fuerzas del 14 de Marzo estaban incómodas y no podían expresar su verdadera opinión sobre lo que estaba pasando. Se vieron obligadas a aportar una cobertura, incluso tímida, al ejército. Pero en cuanto cesaron los combates se pusieron a explotar sentimientos que, según ellos creen, favorecen sus intereses. Sin embargo, durante la batalla sus posiciones eran confusas y sólo muy tarde respaldaron al ejército. Y parecía un apoyo condicionado.»
Ahmad Nassar, mufti sunnita de Saida
«Los llamados a desertar del ejército y los llamados a la yihad contra el ejército son inaceptables. Hay que abrir una investigación transparente y eficaz que informe a los libaneses sobre lo que realmente sucedió y sigue sucediendo en Saida.»
Saud al-Faysal, ministro saudita de Relaciones Exteriores
«Sólo podemos considerar Siria como una tierra ocupada, lo que exige una reacción internacional rápida y firme. El Hezbollah, los Guardianes de la Revolución iraníes y el apoyo ilimitado de Rusia en armas, todo eso ayuda a masacrar a los sirios. El régimen está exterminando al pueblo sirio.»
Omrane El-Zohbi, ministro sirio de Información
«La violencia proviene de las armas sauditas, del dinero saudita y de terroristas vinculados a al-Qaeda. El ministro saudita de Relaciones Exteriores, Saud al-Faysal, tiene las manos manchadas de sangre. La diplomacia saudita se tambalea y no tiene cabida en una solución política en Siria. Las palabras de Saud no son sino sueños e ilusiones.»
Hechos
- Según el diario libanés Al-Akhbar, el Crac de los Caballeros, la célebre fortaleza de los cruzados en el centro de Siria, último bastión de los rebeldes al oeste de Homs, está siendo escenario de duros enfrentamientos entre estos y el ejército sirio. Según fuentes militares, la mayoría de los rebeldes que se han atrincherado allí son libaneses.
- El mando militar estadounidense ha recibido órdenes de estudiar los medios de aumentar la asistencia en equipamiento de seguridad al Líbano e Irak, anunció el jefe del Estado Mayor Conjunto, en momentos en que la violencia se extiende más allá de las fronteras sirias, reporta la agencia Associated Press (AP). El general Martin Dempsey precisa que el objetivo de esa asistencia es mejorar las capacidades de ambos países y que podría materializarse con el envío de equipos de entrenamiento estadounidenses o mediante la aceleración de la venta a Irak y el Líbano de armamento y equipamiento. El oficial superior formuló esa recomendación al Mando Central (CentCom) de las fuerzas armadas de Estados Unidos, según su vocero.
Revista de prensa
As-Safir (Diario libanés vinculado al 8 de Marzo), 28 de junio de 2013
Imad Marmal
La relación entre el general Michel Aoun y el Hezbollah atraviesa una fase particularmente crítica. El Hezbollah entiende las aprehensiones de su aliado pero no está dispuesto a sumarse a ellas. El partido está convencido de que la prórroga del mandato del comandante en jefe del ejército libanés, el general Jean Kahwaji, es una necesidad en este momento. El Hezbollah hubiese preferido que el tema no se planteara en este momento pero votará a favor sin que su posición al respecto tenga que ver únicamente con la batalla de Abra. En efecto, el partido ya había tomado esa decisión antes de esa batalla, aunque esta fortaleció su confianza en el general Kahwaji. Fuentes cercanas al Hezbollah se asombran de la escalada emprendida recientemente por el general Aoun ya que el partido le había comunicado desde hace mucho su decisión de apoyar la prórroga del mandato del comandante en jefe.
As-Safir , 26 de junio de 2013
En vez de construir basándose en la hazaña del ejército en Saida para abrir nuevas perspectivas en el plano político y en materia de seguridad, el Líbano sigue metido en una situación que amenaza con barrer esa proeza. Pero esa amarga realidad no debe impedir a los libaneses sacar la enseñanza de lo sucedido en Abra ya que el ejército demostró que no le faltan la decisión ni el coraje. Los libaneses basan ahora sus esperanzas en el ejército que logró extirpar el tumor maligno en Saida. El ejército debe mantenerse a la altura de esas esperanzas: el mando del ejército tendrá que demostrar que su decisión de actuar en Saida no es ni una excepción ni una reacción impulsiva sino la expresión de una estrategia de larga duración, que excluye toda indulgencia. Al desplegarse en el barrio de Leilaki (periferia sur de Beirut), el ejército ha dado a entender muy claramente que será intransigente en el terreno. Incluso realizó registros en busca de los autores de los disparos que se produjeron durante un choque entre dos familias en ese lugar. Esto es altamente significativo ya que el Hezbollah es quien domina esa región.
Es deplorable el intento de algunos de explotar lo sucedido en Abra para crear un frente hostil al Hezbollah, con el pretexto de rechazar una política de doble rasero. Ahmad al-Assir se ha evaporado pero se mantienen intactas sus tesis a través de los dirigentes de la Corriente del Futuro, quienes han adoptado el mismo discurso y la misma retórica sobre los perímetros de seguridad, con un telón de fondo de acusaciones de que el Hezbollah participó en los incidentes de Abra. Pero Nabih Berry [presidente del Parlamento libanés] desmintió categóricamente toda participación del Movimiento Amal y del Hezbollah en esa batalla. Subrayando el derecho y el deber del ejército en cuanto a mantener la seguridad y la estabilidad, Berry aseguró que ninguna región está vedada al ejército. «Nosotros lo apoyamos en sus acciones tendientes a reprimir toda violación de la seguridad, en todas partes, incluyendo la periferia sur de Beirut», subrayó.
As-Safir , 25 de junio de 2013)
Mohammad Ballout
Cuando más un mes o dos separan al Líbano de una conflagración total. Eso dice un informe occidental de seguridad distribuido hace una semana a todos los círculos diplomáticos de seguridad europeos sobre la evolución a la que se verá enfrentado el Líbano como resultado de los afrontamientos registrados en distintas regiones, como los más recientes que se produjeron en Saida durante los dos últimos días y que encontraron eco en varias regiones libanesas.
Un diplomático occidental interrogado por As-Safir afirmó que, según el informe redactado por servicios de inteligencia occidentales, la gestión del conflicto sunnito-chiita en Líbano y la repercusión de los enfrentamientos confesionales que se producen en frentes distantes entre sí provocarán en uno o 2 meses una conflagración total de gran envergadura.
Los analistas de los servicios occidentales estiman que la crisis siria se desplazará hacia el Líbano más rápidamente que lo previsto, precisando que el Líbano pagará el precio. La misma fuente agrega que una decisión regional, cuyas fuerzas motrices son Arabia Saudita y Qatar, trata de castigar al Hezbollah por su intervención en Siria, subrayando que se han emprendido pasos para ajustarle cuentas por [haber provocado] la pérdida de las inversiones políticas y militares de Qatar en Siria.
Según el informe, el elemento capaz de provocar la explosión decisiva, sobre todo en Trípoli y Saida, es la capacidad de los grupos armados sunnitas para obtener apoyo de los campamentos palestinos y movilizar contra los chiitas a los grupos fundamentalistas que allí se encuentran.
El informe en cuestión coincide con una evaluación de la situación hecha por un diplomático francés a su regreso de Beirut la semana pasada, aunque este diplomático emitió ciertas reservas en cuanto a la posibilidad de que el Líbano se dirija a grandes pasos hacia una conflagración total, como parecen creer los servicios de seguridad. Los analistas occidentales en temas diplomáticos y de seguridad concuerdan en que la decisión entre la paz y la guerra dependerá de la posición de la formación más poderosa del Líbano, tanto en el plano político como militar, que es el Hezbollah. Si este último reacciona militar y políticamente o si, por el contrario, resiste a los intentos de arrastrarlo a una guerra confesional, se sabrá entonces si el Líbano estará o no protegido del contagio con el conflicto sirio.
El diplomático francés afirma que, a pesar del aumento de los peligros en materia de seguridad y de la exacerbación de los conflictos confesionales, la situación está bajo control y el Hezbollah no ha tomado hasta ahora la decisión de transferir al suelo libanés la batalla que está librando en Siria. Según ese diplomático, la participación del Hezbollah en los combates en Siria ha jugado un papel al acentuar la movilización confesional y podría empujar a los libaneses a la lucha.
En momentos en que el Líbano está a punto de convertirse en un Estado fallido, nadie logra controlar la velocidad con la que se dirige al vacío.
Pero una luz se perfila al final del túnel. Hay 3 instituciones libanesas que aún se mantienen:
- La institución presidencial que, debilitada, no podrá sin embargo influir en los acontecimientos sin un importante respaldo político;
- El ejército, que está jugando el papel de bombero ambulante y que es incapaz de intervenir por temor a provocar una escisión en sus propias filas y a perder la cobertura política; y
- El Banco Central, que trabaja en condiciones extremadamente difíciles y complicadas.
Parece que quienes intervinieron en el pasado para poner al Líbano al abrigo de la guerra civil hoy se unen al frente que quiere crear la chispa [de la guerra civil] para realizar en su suelo el ajuste de cuentas regional, alimentar a los grupos salafistas y exacerbar el conflicto entre sunnitas y chiitas. A falta de elementos libaneses internos vitales y fuertes capaces de controlar y manejar el conflicto y de evitar el estallido mediante compromisos locales, parece difícil que no se concreten las previsiones de los servicios de seguridad occidentales.
Según ciertos estimados occidentales, la era del «consorcio» –conformado por países europeos y países del Golfo y de la región– que atendía permanente al paciente libanés está llegando a su fin porque algunos de sus componentes, desde Doha hasta Taif, tratan ahora de provocar en Líbano una conflagración favorable a sus propios intereses.
El diplomático francés afirma que los libaneses han fracasado en todos los aspectos, tanto en la aplicación de la política de distanciamiento como en el respeto de la Declaración de Baabda. Y que tendrán por lo tanto que asumir sus responsabilidades para evitar una nueva guerra regional ya que no se perfilan en el horizonte ni un nuevo acuerdo de Taif ni un nuevo Acuerdo de Doha y ni siquiera una mediación árabe o internacional.
Al-Akhbar (Diario libanés vinculado a la Resistencia), 27 de junio
Mayssam Rizk
El 14 de Marzo condenó tímidamente los actos del jeque Ahmad al-Assir. Ese sector político atribuyó la entera responsabilidad de los hechos al Hezbollah. Puso en un mismo plano al ejército [libanés] y al grupo terrorista que al-Assir construyó durante 2 años y a la vista de todos en Saida. El 14 de Marzo no pidió al mando del ejército que reaccionara enérgicamente y se limitó a reclamar un cese de los enfrentamientos, como si se tratara de una riña entre dos grupos de malhechores. Los aliados de la Corriente del Futuro se hallan ahora en una posición incómoda ante su público cristiano, que glorifica al ejército.
Al-Joumhouria (Diario libanés vinculado al 14 de Marzo)
Georges Soulage (25 de junio de 2013)
La situación en Líbano se desliza cada vez más hacia el caos en materia de seguridad debido a las repercusiones de la guerra siria, por un lado, y al vacío al nivel del poder político, por el otro. El vínculo entre el escenario libanés y el sirio se hace cada vez más fuerte en el plano militar y en cuanto a la seguridad. Y se traduce en combates fronterizos, disparos de obuses en la Bekaa, de cohetes en Beirut y tensiones en Trípoli y Saida. Pero la sorpresa la dio el jeque Ahmad al-Assir, quien cometió un error de evaluación y un pecado que parece un suicidio. Aunque decía defender el proyecto del Estado y se oponía al Hezbollah, [al-Assir] abrió fuego contra el ejército, símbolo del Estado.
Al-Assir se había preparado bien para su lucha contra el Hezbollah. Entrenó a sus hombres, después de haberlos adoctrinado en el plano ideológico y sectario, desplegó grupos extremistas del Frente al-Nusra, estableció arreglos con movimientos terroristas en Taamir de Ain el-Heloueh y erigió fortificaciones similares a las de Fateh al-Islam, en Nahr al-Bared.
También trazó planes, desplegó francotiradores en escondites, preparó emboscadas con unidades equipadas de lanzacohetes e instaló un hospital de campaña subterráneo. Justo antes de los combates movilizó incluso a 2 cirujanos en previsión del enfrentamiento.
Del otro lado, el Hezbollah también estaba preparándose para caer sobre al-Assir si este violaba la línea roja atacando los apartamentos donde viven sus partidarios [del Hezbollah] o si cortaba la carretera que conduce al sur del Líbano. Lo más importante es que al-Assir se estaba preparando para atacar el pasado lunes si el Hezbollah no evacuaba los apartamentos.
Pero la sorpresa vino del hecho que al-Assir, sintiendo que ya estaba listo para el enfrentamiento, arremetió contra el ejército en vez de atacar al Hezbollah. Creyó que un ataque instantáneo y violento paralizaría al ejército y provocaría en todas las regiones una reacción sunnita de solidaridad hacia él [al-Assir] y que –como de costumbre– habría algún tipo de mediación para zanjar el problema.
El ejército también fue sorprendido ya que tampoco esperaba que al-Assir arremetiera contra los militares, sobre todo en la medida en que estos le garantizaban protección [a al-Assir] desde que [el jeque] apareció en la escena, a pesar de no compartir sus posiciones.
En unas horas, el ejército tuvo en sus filas 17 muertos y 100 heridos, lo cual prueba que el combate no era solamente con al-Assir sino con grupos más extremistas y mejor entrenados, que odian la institución militar. El ejército no tenía más alternativa que defenderse y proteger el Estado y la población y también modificar las reglas del juego así como rechazar las intimidaciones y compromisos tradicionales en Líbano a expensas de la sangre de sus mártires.
Líbano ha escapado a la discordia y a otro Nahr al-Bared. Después de la batalla, Saida ya no será como antes y el ejército ya no será el que siempre paga los platos rotos ni aceptará la fitna sino que actuará como lo hizo en Saida.
El Hezbollah puede recoger el fruto de su paciencia y agradecer a al-Assir por haberse suicidado, junto con su movimiento [...] porque le ahorró una feroz batalla, costosa en hombres y que habría tenido graves repercusiones.
L’Orient-Le Jour (Diario libanés en lengua francesa vinculado al 14 de Marzo)
Scarlett Haddad (27 de junio de 2013)
Los servicios competentes del ejército y las demás instituciones del Estado se esfuerzan desde el lunes por descubrir los puntos no aclarados para tener una visión completa de lo que se estaba preparando para el Líbano a través del jeque Ahmad al-Assir.
Se trataba de un plan de desestabilización generalizada mediante el inicio de un enfrentamiento entre sunnitas y chiitas. Una fuente de seguridad precisa al respecto que la última conferencia de los Amigos de Siria en Doha dio en cierta forma la señal de una acción decisiva, que venía preparándose desde hace meses, para arrastrar al Hezbollah a conflictos internos [en Líbano] y aislarlo en la escena local e internacional. Sobre todo había que pasarle la cuenta por la batalla de Qoussair, que contribuyó ampliamente a revertir la correlación de fuerzas entre las tropas del régimen sirio y las de la oposición.
En ese marco, el jeque al-Assir había lanzado un ultimátum exigiendo la evacuación de los apartamentos ocupados en Abra por miembros del Hezbollah desde inicios de los años 1990 y amenazando con lanzar un vasto movimiento para expulsarlos por la fuerza el lunes. Después [de concretar esa amenaza] el jeque al-Assir planeaba abrir un frente entre Abra y Haret Saida para dificultar así los movimientos de los partidarios del Hezbollah y de los chiitas en general, agravando las tensiones interconfesionales. Además, 2 semanas antes, [al-Assir] había realizado un primer ensayo en ese sector desplegando sus hombres en tiempo record y estudiando los posibles fallos de su plan de ataque contra los apartamentos. El elemento característico de ese «ensayo» era el despliegue simultáneo de miembros de Jamaa Islamiya y de la Corriente del Futuro en Saida, ya que se trataba de movilizar a toda la ciudad en el momento mismo del ataque contra los apartamentos para crear la chispa de un incendio generalizado, como en 1975.
El Hezbollah y Amal habían comprendido inmediatamente el mensaje y la gravedad de la situación. Alertaron a las autoridades, que además ya se habían movilizado. Wafic Safa y Ahmad Baalbcki incluso se entrevistaron con el comandante en jefe del ejército, el general Jean Kahwaji, y se acordó que los grupos chiitas debían mantenerse al margen y no emprender ningún tipo de acción, o de reacción, en el terreno.
Además, algunos sectores políticos y varios responsables se pusieron rápidamente en contacto con el jeque al-Assir para tratar de calmarlo y este último anunció la posposición de la acción, fundamentalmente, según dijeron sus ayudantes, porque varios miembros de su familia tenían que pasar exámenes escolares el lunes. Así que parecía que el fin de semana iba a ser tranquilo. Pero todo era mentira de al-Assir.
El domingo, en un intento por tomar al ejército desprevenido, [al-Assir] ordenó a sus hombres atacar a sangre fría el punto de control militar, matando a 4 militares y provocando la respuesta de la tropa. La contraofensiva incluso sorprendió al jeque al-Assir porque él creía que, debido al anuncio de la posposición de su acción, el ejército no estaría preparado para un enfrentamiento. Los soldados lucharon valiente y disciplinadamente y fueron reforzados con unidades de comandos.
Al ver que su plan no funcionaba según lo previsto, el jeque al-Assir llamó en su ayuda a los ulemas salafistas de Trípoli. Estos, encabezados por el jeque Salem Rafei, se pusieron de inmediato en camino hacia Saida para emprender una mediación. Incluso llegaron a reunirse en Saida con varios jefes militares y les propusieron un alto al fuego, lo cual habría significado una aceptación de las líneas de demarcación y un golpe al prestigio del ejército, que se negó a ello.
El jeque al-Assir solicitó entonces la ayuda de los grupos palestinos extremistas instalados en el campamento de Ain el-Heloueh, principalmente Jund al-Cham y Osbat al-Ansar. Estos respondieron a su llamado y trataron de distraer al ejército abriendo un frente en Taamir. El ejército reaccionó respondiendo al lugar de donde venían los disparos. Los responsables del Hamas trataron entonces de obtener un cese del fuego pero el ejército se negó nuevamente y prosiguió su acción de respuesta. Fue entonces que el jefe del buró político del Hamas, Khaled Mechaal y el jefe de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, intervinieron y se pusieron en contacto con el presidente del Parlamento [libanés], Nabih Berry, para informarle que los palestinos no intervendrán en los conflictos libaneses. Los grupos palestinos salafistas se retiraron y el ejército prosiguió su operación contra al-Assir y sus hombres logrando controlar su cuartel general en menos de 48 horas.
Ach Sharq Al-Awsat (Diario saudita), 26 de junio de 2013
El rey de Jordania Abdallah II dijo temer una fraccionamiento de Siria, que sería «una fuente segura de destrucción» para la región y crearía entre chiitas y sunnitas una división de «consecuencias desastrosas».
«Una Siria dividida significaría un conflicto interminable que desestabilizaría la región y el futuro de sus pueblos por generaciones», declaró el soberano. «La división de Siria no favorece los intereses de nadie y jugar con la unidad de Siria es una fuente segura de destrucción», prosiguió. «Alimentar el fuego del confesionalismo en el mundo árabe y musulmán tendrá consecuencias desastrosas para las generaciones venideras y para el mundo entero.»
«El peor temor sería que el conflicto sirio siembre la discordia entre sunnitas y chiitas en la región», declaró antes de agregar: «No podemos quedarnos callados ante los intentos de jugar con el destino de la región y de sus pueblos explotando la religión y las escuelas religiosas con fines políticos y utilizándolas para dividir a la gente. Lo que temo es que nos veamos un día, Dios nos guarde de ello, en la difícil situación de no poder ayudar a nuestros hermanos y hermanas, los refugiados sirios. No lo permitiremos, por razones humanitarias y políticas».
Cath.ch (Sitio web católico suizo), 24 de junio de 2013
Los rebeldes asesinaron el domingo 23 de junio de 2013 al padre Francois Mourad en el convento de Ghassanieh, cerca de Homs, en Siria. El monasterio ha sido enteramente saqueado por hombres armados, reporta el 24 de junio la Custodia Franciscana de Tierra Santa, en Jerusalén. El religioso, de 49 años y de nacionalidad siria, se había convertido en ermitaño pero había salido de su retiro al inicio de la guerra en Siria en busca de un poco más de seguridad así como para reunirse con un hermano de fe ya muy debilitado y prestar servicio en una comunidad religiosa vecina.
«Yo quisiera que todo el mundo sepa que al apoyar a los “revolucionarios” Occidente apoya a los extremistas religiosos y ayuda a matar a los cristianos… A este paso no quedará ni un solo cristiano en estas zonas», insistió el padre Halim Noujaim, ministro regional de los franciscanos de Siria en declaraciones a la agencia de prensa católica SIR.
Los franciscanos, que militan por la proclamación de una tregua y la acción a favor de la reconciliación, exhortan a Occidente a abstenerse de tomar medidas que pudieran provocar más violencia y elevar la cantidad de muertes. Para los religiosos, no son las armas las que pueden aportar lo que Siria necesita sino «las condiciones para que se restablezca la paz lo más pronto posible».
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