Siria, Egipto, Túnez y Libia: los árabes se sublevan contra la Hermandad Musulmana
Desde Siria hasta Egipto, pasando por Túnez y Libia, los pueblos árabes se sublevan contra el terror que implantan la Hermandad Musulmana y otros movimientos islamistas extremistas, que han robado sus revoluciones con el respaldo de Occidente e Israel y que tratan de ahogar sus aspiraciones a golpe de masacres, de asesinatos políticos, de violencia física y de terrorismo intelectual.
En Siria, ha caído desde hace mucho tiempo la máscara de la seudo revolución, financiada por las petromonarquías del Golfo –en las que nunca han existido Constituciones ni elecciones y que privan a las mujeres de sus derechos más elementales (como el de conducir un automóvil en Arabia Saudita, por ejemplo). Los grupos takfiristas, que se componen esencialmente de extremistas extranjeros, asesinan a todo el que no piense como ellos, sin importar que se trate de sunnitas, alauitas, chiitas, drusos o cristianos.
Uno de esos grupos, los Soldados del Califato Islámico, ha cometido sus más recientes atrocidades en la localidad de Khan al-Assal, al oeste de la ciudad de Homs. Allí fueron masacradas 150 personas, entre soldados y civiles, cuyos cuerpos fueron lanzados a una fosa común después de ser previamente mutilados. Los extremistas reunieron 10 000 hombres para tomar esa ciudad, precisamente la misma donde utilizaron armas químicas en febrero pasado.
El excepcional esfuerzo que desplegaron en Khan al-Assal coincide con la llegada a Damasco de los expertos de la ONU encargados de investigar sobre el uso de armas químicas y con la firma de un acuerdo en ese sentido con el Estado sirio. Es evidente que el objetivo de la toma de Khan al-Assal es hacer desaparecer los indicios y pruebas que incriminan no sólo a los extremistas sino también, y sobre todo, a sus padrinos regionales, específicamente a Turquía y Arabia Saudita.
Sin embargo, a pesar de ese terror, el pueblo sirio ha decidió levantarse contra esos grupos. En toda Siria, los terroristas son ahora odiados por la población, que ha cerrado filas junto a su presidente Bachar al-Assad, su ejército nacional y su Estado. Esa determinación y ese ánimo de sacrificio encuentran su expresión en la imagen del joven soldado sirio que muestra con sus dedos la V de la victoria, poco antes de ser asesinado en Khan al-Assal junto a varias decenas de sus compañeros.
Esa determinación se expresa también en los progresos que el ejército sirio y los comités populares han logrado en el terreno, siendo los más recientes la toma –el sábado– del cuartel general de los extremistas en Homs, la mezquita Khaled Ibn al-Walid y el barrio de Khalidiyé. El ejército sirio está a punto de tomar toda la ciudad en las próximas horas.
Los egipcios se movilizan por millones
En Egipto, millones de ciudadanos respondieron al llamado del «Frente Revolucionario del 30 de Junio» y del jefe del ejército, el general Abdel Fattah al-Sissi, para denunciar el terrorismo. En opinión de los corresponsales de la prensa extranjera, el nivel de movilización alcanzado en El Cairo, en Alejandría y en todas las grandes ciudades del país fue excepcional. Los manifestantes agitaban retratos de al-Sissi, del ex presidente Gamal Abdel Nasser y del presidente ruso Vladimir Putin. Los egipcios quisieron expresar su rechazo al terror que practica la Hermandad Musulmana y que se manifiesta con las acciones de una envergadura sin precedentes que están realizando los grupos extremistas en el Sinaí y con la multiplicación de los actos de violencia en las demás regiones.
La cofradía islamista también movilizó a sus partidarios, que igualmente salieron a la calle en gran número. Pero no se limitaron a respetar el juego democrático. En la madrugada del sábado, los partidarios de los Ikhwans trataron de cortar la carretera que conduce al aeropuerto del Cairo y de acercarse a los militares encargados de garantizar la seguridad del Puente del 6 de Octubre. Y encontraron la oposición de los vecinos del lugar y los soldados. Los enfrentamientos dejaron decenas de muertos y heridos. En un ataque de histeria, el jeque extremista Yussef al-Qaradaui arremetió violentamente contra el Gran Jeque de Al-Azar, Ahmad al-Tayyeb, suscitando la indignación del Consejo Superior de los Ulemas, que realizó una reunión urgente para denunciar las declaraciones extremistas de Qaradaui y sus llamados a la violencia.
Al mismo tiempo, el ejército egipcio lanzó en el Sinaí una importante operación, designada como Tempestad del Desierto, contra los escondites de los takfiristas.
Marea humana en Túnez
En Túnez, una marea humana de varios miles de personas llegadas de todo el país participó el sábado –en la capital– en los funerales del diputado opositor laico de izquierda asesinado, Mohammad Brahmi, en un clima de tensión que hizo terminar el entierro en una serie de manifestaciones contra el gobierno.
Tristeza y cólera podían leerse en los rostros durante el cortejo fúnebre, que partió del domicilio del difunto, 10 kilómetros al norte de la capital tunecina. Mohammad Brahmi, de 58 años, asesinado el jueves [25 de julio de 2013], fue enterrado al mediodía en el cementerio de el-Jellaz, en el espacio reservado a los mártires, junto a Chokri Belaid, otro opositor de izquierda asesinado en febrero pasado.
En el cortejo, que atravesó el centro de la capital, podían verse retratos del ex presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, así como banderas sirias y palestinas. «¡Por nuestra alma, por nuestra sangre, te vengaremos!», gritaba la multitud.
Numerosos dirigentes sindicales y políticos estaban presentes, no así los responsables del gobierno cuya presencia no deseaba por demás la familia del diputado asesinado.
Opositor nacionalista de izquierda, Mohammad Brahmi murió al recibir 14 balazos disparados a quemarropa ante su domicilio, en un hecho que su familia atribuye al partido islamista en el poder: Ennahda. El gobierno atribuye el crimen a un salafista yihadista, al que ha identificado por su nombre, agregando que se utilizó esta vez la misma arma que ya había servido anteriormente en el asesinato de Chokri Belaid.
Dos personalidades de Sidi Bouzid, la ciudad natal del difunto y cuna de la revuelta que originó el derrocamiento de Ben Ali en 2011, crearon un consejo para administrar la ciudad «hasta la caída del poder» actual, consigna que han adoptado los manifestantes movilizados en esa localidad desde el asesinato del diputado.
Durante la noche, 52 diputados anunciaron su decisión de retirarse de la Asamblea Nacional Constituyente y llamaron a la realización de una concentración popular hasta que se disuelva dicha Constituyente y se forme un nuevo gobierno de salvación nacional.
Anteriormente, en el cementerio, donde flotaban inmensas banderas tunecinas, miles de partidarios de Brahmi habían coreado «¡El pueblo quiere la caída del régimen!» y «¡Ennahda, banda de terroristas!» junto Hamma Hammami, líder de extrema izquierda del Frente Popular, coalición de nacionalistas de la que el difunto era miembro.
La irritación de los libios
Algo similar está sucediendo en la vecina Libia, donde la población está expresando su irritación contra el reino de las milicias islamistas extremistas. Miles de manifestantes salieron así a gritar su cólera contra la Hermandad Musulmana, a la que acusan de ser responsable de la inestabilidad en Libia. La demostración se producía después de una serie de asesinatos entre cuyas víctimas se encontraba un militante anti-islamista.
Dos oficiales del ejército habían sido asesinados el viernes 26 de julio en Bengazi, en el este de Libia, unas horas después del asesinato del abogado y militante político de primera línea, Abdelsalam al-Mosmary. Este último era muy conocido por sus denuncias sobre la presencia de las milicias armadas en las calles del país así como por su oposición a la Hermandad Musulmana. Anteriormente había estado entre los primeros militantes contra el régimen de Muammar el-Kadhafi. Los manifestantes acusaron a los islamistas de haber orquestado el asesinato de al-Mosmary.
Durante las manifestaciones se produjeron ataques contra los locales de los dos principales partidos: el Partido por la Justicia y la Construcción (PJC), brazo político de la Hermandad Musulmana en Libia, y su rival, la Alianza de Fuerzas Nacionales (AFN, liberal).
La Europa esquizofrénica condena al Hezbollah con una mano y lo corteja con la otra
Después de su decisión incluir el «ala militar» del Hezbollah en su lista de organizaciones terroristas, la Unión Europea está viviendo en un estado de esquizofrenia total, marcada por aspavientos diplomáticos que intentan limitar los estragos de esa apresurada medida. La jefa de la delegación de la Unión Europea en Beirut, Angelina Eichhorst, estuvo correteando por las calles de la periferia sur durante todo el pasado fin de semana, pasando de un responsable del Hezbollah a otro, reafirmando su voluntad de proseguir el «diálogo político» con el partido. Se reunió con el responsable de Relaciones Internacionales, Ammar Moussaoui, y después con el ministro de Desarrollo Administrativo, Mohammad Fneich. Este lunes debía recibirla el ministro de Agricultura, Hussein Hajj Hassan.
Las declaraciones de la señora Eichhorst reflejaron la confusión de Europa a raíz de una decisión, inspirada por Estados Unidos e Israel, que perjudica los intereses de los propios europeos. La diplomática europea se pronunció por un gobierno libanés que incluya a «todos los partidos políticos».
Pero esos gestos de buena voluntad no atenuaron la reacción de los responsables del Hezbollah, quienes no se mordieron la lengua ante la diplomática, retomando los puntos esenciales ya enunciados por el secretario general del Hezbollah, sayyed Hassan Nasrallah, en su discurso del miércoles. El señor Moussaoui calificó la decisión europea de «insulto al pueblo libanés y a ciertos países árabes». «El Hezbollah considera que esa decisión es un insulto al pueblo libanés porque mete en un mismo saco resistencia y terrorismo», declaró. «Ustedes no pueden condenarnos con una mano y tendernos después la otra para estrechar la nuestra», dijo antes de indicar que esa decisión «en nada modificará los actos ni la política del Hezbollah». Insistió además en que «tendrá consecuencias y no dejará de provocar secuelas», afirmando que él mismo solicitó al embajador que transmita a los responsables europeos la exhortación del Hezbollah a revisar esa medida. «Le expresamos nuestro absoluto rechazo de esa decisión que perjudicará las relaciones líbano-europeas y que en nada beneficiará a Europa, sobre todo por ser resultado del dictado israelo-estadounidense. Prueba de ello es el hecho que Benjamin Netanyahu se apresuró a considerarlo como un logro diplomático israelí sin que ningún responsable europeo reaccionara para exigirle como no se metiera en el asunto», señaló.
El señor Moussaoui se burló de la distinción que estableció la Unión Europea entre la rama política y la rama militar de su organización. «Eso es asunto suyo. Alguien tuvo que inventar eso en función de determinados cálculos. Pero todo el mundo sabe que el Hezbollah es una sola entidad, con un solo mando donde militares y políticos son las mismas personas», dijo. También rechazó las acusaciones dirigidas contra su partido en el caso del atentado de Burgas, en Bulgaria. «Al igual que el caso de la lista de organizaciones terroristas, eso es una manipulación que se sitúa en el marco de las mismas presiones políticas», comentó el señor Moussaoui.
Según fuentes bien informadas, los responsables del Hezbollah y los funcionarios libaneses que recibieron a la señora Eichhorst se quedaron con la impresión de que la diplomática no estaba convencida de la decisión de la Unión Europea, que ella misma prácticamente vació de su contenido durante sus encuentros a puertas cerradas y en las declaraciones que hizo después de estos.
Y no ha sido la única. El enviado especial del ministro belga de Relaciones Exteriores a cargo del tema sirio, Marc Otte, había comentado el jueves la decisión europea afirmando que «nada impide proseguir nuestras relaciones con los componentes políticos en Líbano, incluyendo el Hezbollah». El diplomático también se había reunido con el señor Moussaui, antes de reunirse con el ministro [libanés] de Relaciones Exteriores, Adnan Mansour.
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